A primera vista, Tom Petty ya lo había hecho antes, es verdad. Y Springsteen, y Dylan, y Mark Knopfler y Don Henley (qué buena, eh, “The Boys Of Summer“), y probablemente mucha otra gente que no aparece en todas y cada una de las reseñas que puede uno leer respecto al estupendo “A Deeper Understading“. Pero lo cortés no quita la valiente, y oye, resulta que algo pasa con Adam Granduciel, que el de Philadelphia se ha convertido sin hacer demasiado ruido en uno de esos pocos nombres en los que casi puedes confiar a ciegas: cuatro discos sin fallar lleva el tío, y a tenor de lo que puede escucharse en el que hasta ahora es en su último trabajo, no parece que el talento del de Philadelphia de signos de agotamiento.
La fórmula sigue siendo la misma, si acaso podría decirse que Granduciel la pule un poco más, sacando aún mayor partido de los reflejos cromados que aportan esos sintetizadores ochenteros a su rock de honda raíz americana. The War On Drugs suenan más grandes de lo que han sonado nunca -sin abandonar ese tono melancólico y brumoso, marca de la casa- y convencen a todo el mundo, oiga, incluso a los que no hemos tenido la suerte de pisar el suelo norteamericano y sin embargo creemos reconocer en esas canciones unos paisajes crepusculares que sólo llegan a nosotros a través de las películas: carreteras infinitas, luces nocturnas, moteles baratos… Sí que es verdad que el disco supone un paso más en ese camino -ya iniciado en el anterior “Lost in The Dream“- que poco a poco lo va alejando del sonido más ambiental de sus inicios, pero esto ha de ser entendido más bien como una apreciación que como una crítica negativa: lo que tal vez se ha perdido en “atmósfera”, se ha ganado de alguna forma en “canciones”.
Así, temas como el redondo “Holding On” dan fe de la creciente capacidad de Granduciel para facturar sencillos que en un mundo normal deberían apropiarse de las radios de medio mundo, algo que parecía inimaginable en los años de “Baby Missiles“. (Me temo que no va a pasar, ya me gustaría a mí que fuera esto lo que sonara en las emisoras comerciales…) Pero vaya, creo que se entiende lo que quiere decir: ya no se trata tan sólo de esa mágica capacidad de dejarte ensimismado, envuelto por un sonido gaseoso y embriagador, es que esta canción es un pe-pi-na-zo que podría mirar cara a cara (de hecho, creo que lo hace) al “Dancing In The Dark” springsteeniano.
A Granduciel hay que reconocerle el mérito, por tanto, de haber sabido encontrar una voz propia en la que la euforia y la intimidad conviven en perfecta armonía: sus guitarras y sus armónicas rugen sobre un río de sintetizadores y esos característicos patrones rítmicos tan suyos (¡casi kraut!) al más delicioso galope, pero al mismo tiempo emociona al llegar al estribillo sin apenas levantar la voz, cuando no se arriesga directamente -acertando- a entregarlo en manos (escuchad esta irresistible “Nothing To Find“) de un simple riff. Nadar y guardar la ropa, eso es lo que hace, y mira que es difícil: tirar de épica capaz de provocar la histeria en un estadio de rock abarrotado (“In Chains” seguro que lo consigue), y al mismo tiempo hacerte sentir el privilegiado confidente de viejas historias en un trayecto (nocturno y en coche, como no) sólo por dos compartido. Por el amor de Dios, si hasta se me saltan casi las lágrimas con “Strangest Thing“, como tenga el día un poco blandito…
Así que dadle a The War On Drugs su corona, venga, y no hagamos demasiados dramas: lo de este chico ha dejado definitivamente de ser un secreto, y no debería importarnos demasiado que (hasta edita con Atlantic, ahora) apunte al corazón mismo del mainstream. Esas 10 canciones están tan maravillosamente producidas, es tan sencillo quedarse embobado, colgado (esos gloriosos 11 minutos de “Thinking Of A Place“… ¿Cuánto duran en realidad) , arrebatado por ellas, que no deberíamos dejar que algunas objeciones (seguro que alguien me dice que el alucinante truco de magia de “Nothing To Find” ya lo habíamos visto en “An Ocean In Between The Waves“) emborronen lo que es evidente: “A Deeper Understanding“, el nuevo disco de The War On Drugs, era ya un nuevo clásico del rock americano el mismo día en que fue publicado.
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