Aunque empieza hacer un (poquito) más de frío por las noches, las temperaturas veraniegas (un día) y primaverales (otro día) y las lluvias que han caído por la tarde, han hecho que el huerto esté en una de esas fases de “a gusto”.
Las guindillas siguen reproduciéndose. Sin parar. Es como si se fuera a acabar el mundo y hayan dicho: ¡Venga! Hay bastantes flores, proyecto de guindilla.
Las coles pasaron a mejor vida. Una por homicidio en primer grado vía caracoles y la segunda por homicidio (también de primer grado) perpetrado por una servidora. Mi madre, se enamoró de la col …¿Eso cuenta como atenuante? Nos la hemos zampado en ensalada con una picadita de ajo y aceite…
A rey muerto, rey puesto: hay nuevos habitantes en el huerto. Además de las guindillas eternas, la albahaca, el perejil y las lechugas, ahora cohabitan en el mismo espacio un apio, un (espero) manojo de zanahorias y acelgas.
Todo en plan pacífico…De momento…
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