Revista Religión

¿Noviazgo con no cristianos?

Por Frabreum @FRABREUM

¿Noviazgo con no cristianos?
Hay ciertos temas depastoral juvenil que necesitan ser tratados a pesar de que resulte incómodo, difícil oincluso comprometido hacerlo. Hemos de llevarlo a cabo porque están ahí, porqueson realidades que, tanto si nos gustan, como si no, las tenemos de pleno ennuestras comunidades y las seguiremos teniendo siempre.
 
No hablar de estostemas y no dar una orientación pastoral no va a resolverlos ni hará que dejende existir, pero si provocará que muchos jóvenes no puedan recibir una luz de orientación en medio de su situación y, talvez, con la ayuda del Señor encontrar la sabiduría y el coraje para tomar lasdecisiones adecuadas.
Tal vez, llegados a estepunto es preciso que establezca claramente cuál es mi posición doctrinal conrespecto al tema. Creo que la Escritura es tajante y meridianamente claracon relación al tema de los matrimonios mixtos, es decir, entre un creyente yuna persona no creyente. En 2 Corintios 6: 14,el apóstol Pablo indica: "no os unáis en yugo desigual con los nocreyentes" Es cierto, que este pasaje no se refiere de forma específica almatrimonio, sin embargo, no es menos ciertoque también se puede incluir el matrimonio en este tipo de relaciones norecomendadas por el apóstol y, así ha sido tradicionalmente interpretado por laiglesia cristiana a través de los siglos.
Si el versículo antesmencionado lo leemos a la luz de otra declaración paulina, en este caso la quehallamos en 1 Corintios 7:39, las cosas quedan mucho más claras. Aquí, elpasaje dice: "Durante la vida de su marido, la mujer está ligada a él; pero si el marido muere, la mujer queda libre para casarse con quien le plazca,siempre que se trate de un matrimonio cristiano" (N.T.I.)
Así ha sido siempre lacreencia y, en general, la práctica cristiana, casarse en el Señor, es decir,el matrimonio entre personas que tienen una misma fe, que tienen una relación personal con Jesús y lo aceptan como Señor y Salvador.
Hasta aquí, la unanimidadde entre los creyentes. Algunos consideran que larecomendación de la Biblia incluye, no sólo el matrimonio, sino todo tipo derelación con personas no cristianas. Por tanto, siguiendo esta postura, la amistad o el explorar la existencia de posibilidadesde matrimonio con personas que no pertenezcan a la fe estaría totalmentevedada.
Otros, tienen unaaproximación diferente al asunto, consideran que la posibilidad de explorar unposible proyecto común con personas no creyentessería factible, aunque éste, no podría llevarse a término si la persona nocreyente no diera un paso definitivo hacia la fe en Cristo.
Debido a que puedenproducirse malentendidos a la hora de leer este artículo, desearía definir lostérminos que voy a usar a lo largo del mismo. En mi modesta opinión existentres etapas diferentes: amistad/salir juntos, noviazgo y matrimonio. Es importantedefinir qué entiendo por cada uno de ellos debido al hecho que la terminologíapuede variar de un país a otro a pesar de que hablemos la misma lengua.
El matrimonio es tal vez,el más fácil de definir. Se trata de la unión, de por vida, ante Dios y lasautoridades civiles de dos personas de distinto sexo. El noviazgo, aunque pueda serusado de forma diferente en otros lugares, lo describiré como una relaciónentre dos personas que ya han tomado la decisión de casarse, formar un hogar ydesarrollar un proyecto de vida en común.
La amistad/salir juntos, loquiero definir como ese periodo en que dos personas se conocen y vandiscerniendo la posibilidad de poder desarrollar un proyecto de vida encomún. Durante este periodo, un muchacho y una muchacha van conociendo más enprofundidad el carácter, la personalidad, los valores, las prioridades, las metas en lavida del otro y, será este conocimiento el que ha de llevarles a ladecisión de la posibilidad o imposibilidad de poder desarrollar ese proyectocomún que se llama matrimonio. Hay ocasiones en que el salir juntos desembocaráen una ruptura ya que, uno de los dos, será consciente de que un proyecto de estetipo no le conviene o no le satisfaría. En otras ocasiones, el resultado finalserá el matrimonio, ya que se llegará a conclusiones diferentes a las antesmencionadas.
En mi opinión creo que eslegítimo para una persona cristiana tener amistad o salir con personas nocristianas. Sin embargo, considero que el noviazgo y el matrimonio no deberíande estar incluidos en los planes del creyente.
Ahora bien, nada más lejosde mi intención que el entrar en polémica con aquellos hermanos que piensan deforma contraria a la mía y consideran, por tanto, que el creyente no debería nitan sólo plantearse relaciones de amistad, sea con personas del mismo sexo odel sexo contrario, si estas no pertenecen al ámbito de la fe. Respeto profundamente dicha opinión y considero queestos hermanos tienen el derecho y el deber de vivir conforme a los dictados desu conciencia, sin embargo, creo que merezco elmismo derecho para mi opinión, la cual también considero basada en la honestacomprensión de las Escrituras.
Quisiera finalizar esta introducción volviendo a reafirmar el carácter pastoral de este artículo. Nopretendo animar a nadie a salir con una persona no cristiana, es una opción peligrosa comodespués veremos. Tampoco pretendo justificar a aquellos que han decididohacerlo. Deseo dar una perspectiva pastoral sobre una realidad que está ahí yno es posible obviar

Los inconvenientes de las relaciones con personas nocristianas

Mi dilatada experiencia pastoral entre jóvenes me ha permitidopoder observar y, también vermeinvolucrado pastoralmente, en muchas relaciones entre muchachos y muchachascreyentes y sus parejas no creyentes. Si he de ser honesto y no faltar a laverdad, he de afirmar que por una de estas relaciones que ha acabado bien, hanhabido una gran cantidad que han acabado con el total alejamiento de la personacreyente del círculo de la fe y la comunión con los hermanos. También he deafirmar que todos aquellos que acabaron tan tristemente estaban seguros y convencidos de que a ellos no les iba asuceder, de ninguna de las maneras, una situación de ese tipo. Sin embargo, sonmuchos los factores involucrados en una relación entre creyentes y no creyentesy, en muchas ocasiones, tienen un efecto sobre la vida del cristiano que éste,no puede predecir ni controlar. Veamos algunos de ellos
A.Una perspectiva de lavida diferente

En el pasaje antesmencionado Pablo afirma "¿tienen algo en común la luz con las tinieblas?" Los creyentes somosrepetidamente llamados en la Biblia hijos de la luz, del mismo modo, los nocreyentes son denominados como hijos de las tinieblas, personas, que ellasmismas, viven en tinieblas. El contraste no puede ser más evidente, y esaevidencia se pone de manifiesto de una manera más clara en formas diferentes,cuando no contradictorias de ver y entender la vida.Hace unos años, la cultura judeocristiana era la base queproporcionaba la perspectiva básica de la vida de nuestros países. Por tanto,muchos de nuestros conciudadanos, a pesar de no ser personas nacidas de nuevo,estaban de acuerdo con muchos de nuestros valores y nuestra cosmovisión. Sin embargo,esto está cambiando de forma drástica y alarmante.
Cada vez más, el consensocultural que proveía el cristianismo está siendo puesto en duda y, enmuchas ocasiones, abiertamente atacado, cuestionado y rechazado. Comoconsecuencia, cada vez hay una distancia mayor entre la forma de ver y entenderla vida de cristianos y no cristianos. De esta manera, salir con una persona nocristiana significa salir con alguien, que con un alto grado de probabilidad, ve la vida de forma diferente detal y como nosotros la vemos. Los antropólogos afirman que nuestras conductas,la parte más visible de nuestro ser, están directamente marcadas por nuestrosvalores, y estos, por nuestra perspectiva de la vida o cosmovisión. Creyentes yno creyentes vemos la vida de una forma muy diferente y no hemos de engañarnosrespecto a este punto. Nosotros tenemos una perspectiva eterna de la vida. Creemosque todo no acaba con los pocos o muchos años de existencia que Dios nosconceda. Por eso, vivimos, o deberíamos vivir, el presente a la luz de laeternidad. Creemos en un Dios personal que por medio de su Palabra nos ha revelado suvoluntad y nos pide y, por tanto, espera, que ordenemos nuestra vida personaly, naturalmente, familiar a la luz de su revelación.
La perspectiva de unapersona no cristiana no está basada en la Palabra de Dios, por lo tanto,tampoco lo estarán sus valores y, finalmente, sus conductas.Esto es algo muchomás serio de lo que a simple vista pueda parecer. De la misma manera que no esposible mezclar el aceite y el agua, es muy complicado el formar un proyecto de vida en común entre dos personas que tienenperspectivas de la vida diferentes y, en el caso de los no cristianos,abiertamente contrarias a las enseñanzas del Señor. Un proyecto de vida encomún tan sólo podrá llevarse a cabo si uno de los dos renuncia a sus valores yprioridades en beneficio del otro. Desgraciadamente, la experiencia nosdemuestra que en la inmensa mayoría de los casos, el cristiano renuncia a lossuyos en beneficio de la persona no cristiana.Durante el noviazgo puedeproducirse la falsa impresión de que todo marcha bien y de que es posiblesobrellevar la situación. En ocasiones, la única discrepancia parece ser lanegativa de la persona no cristiana en asistir a la iglesia, pero al margen de este"pequeño detalle" el resto de la relación parece soportable yllevadera. Pero hemos de ver las cosas con más perspectiva de futuro, ¿sobre labase de qué valores se tomarán las decisiones acerca de qué metas plantearsecomo matrimonio? ¿Qué valores determinarán la educación de los hijos que la pareja pueda tener?¿Cómo se decidirán o solucionarán los dilemas éticos que se plantean a lo largodel matrimonio? ¿Cuáles son los valores con los que nuestro futuro cónyugeafronta la vida matrimonial? ¿Qué concepto tiene de la fidelidad, del matrimonio paratoda la vida y un largo etcétera de serias preguntas que uno, debe plantearse,antes de casarse, no cuando ya no existe la posibilidad de una vuelta atrás?Enel libro de profeta Amos, en el capítulo 3versículo 3 se nos plantea una interesante pregunta: "¿Andarán dos juntos,si no estuvieran de acuerdo?" Es imposible el seguir un mismo caminocuando no existe un claro y mutuo acuerdo acerca de lo esencial. Del mismomodo, es muy difícil, por no afirmar de manera rotunda que imposible, eldesarrollar un proyecto matrimonial sin haber un claro acuerdo entre los doscónyuges. Ahora bien ¿Cuál será la base sobre la que se establecerá esteacuerdo? La respuesta no es difícil, o se hace sobre la base de la Palabra deDios, o por el contrario, sobre la de los valores de esta sociedad
B.Los límites de la relación

Una relación entre unapersona cristiana y otra no cristiana nunca puede ser completa. ¿Es miafirmación temeraria? Honestamente, creo que no. Será del todo imposible elpoder compartir toda nuestra dimensión espiritual con una persona, que en elmejor de los casos no la quiere experimentar y, en el peor de los escenarios,niega la realidad misma de su posible existencia o esta opuesta a ella.Seamosrealistas, no podremos compartir aquello que Dios nos está enseñando. Tampoconuestras dudas, preguntas, inquietudes o necesidades. Todas nuestrasexperiencias con relación a nuestra amistad con Dios tendrán que ser mantenidas en laintimidad personal, ya que, nuestro posible cónyuge, si es positivo, únicamentenos podrá escuchar paciente y amablemente y, si es negativo, se burlará oconsiderará totalmente ridícula toda nuestra vivencia espiritual.Habrá toda unadimensión de nuestra vida que nunca podrá ser compartida y si lo es, no podráser entendida y correspondida por la persona con la que estemos viviendo.Además, si nuestra relación personal con el Señor va creciendo ydesarrollándose, el abismo irá ensanchándose de forma imparable y la soledadque experimentaremos en esta área lo hará al mismo ritmo.
Otro de los límites queexperimentaremos estará relacionado con la imposibilidad de utilizar los recursos de Dios para nuestra vida matrimonial. Nuestrafe cristiana nos proporciona una cantidad de recursos de tremendo valor que facilitan y ayudan a construiruna relación matrimonial sana. Pensemos, por ejemplo, en el perdón. Cuandoexiste una relación saludable con el Señor es muy difícil el mantener una actitud de enfado, amargura o resentimientohacia nuestra pareja. El Señor apela de forma repetida a nuestra conciencia acerca de la necesidad de arreglarla situación y hacer algo al respecto. El creyente experimenta que incluso lapropia comunicación con el Señor se vuelve difícil e,incluso imposible, cuando no arreglamos nuestros asuntos pendientes. El Espíritu Santo pone convicción de pecado y de la necesidad de dar los pasosnecesarios para restaurar la relación rota con nuestra pareja. Pero todas estasdinámicas espirituales que Dios produce en nuestra vida, no se dan en la vidade la persona no cristiana. Aquella persona que por orgullo se niegue areconocer ante el Señor su pecado, tendrá serios problemas en la vida matrimonial parareconocer las faltas y dar los pasos para unareconciliación efectiva.
Es posible que algún lectorpueda pensar que su novio, o novia, todo y no ser cristianos son personasabiertas a pedir perdón. Naturalmente, esto es posible, pero no olvide ellector que he usado el perdón tan sólo como una ilustración. Existen muchos otros recursostales como la humildad, el amor incondicional, el servicio, la paz, la paciencia, lafidelidad, etc., que Dios produce en nuestras vidas y pone a nuestro alcance y,que un no cristiano, no podrá experimentar. Mi propia experiencia, tras 22 añosde matrimonio, me ha enseñado que toda relación matrimonial, sea uno cristiano,o no, es difícil y complicada. Sin embargo, los recursos que el Señor pone a ladisposición de la pareja cristiana son de una increíble ayuda en esa preciosatarea de construir una relación matrimonial significativa. Uno debe serconsciente de que los mismos, tan sólo podrán ser experimentados y disponibles parauno de los miembros de una unión entre un cristiano y un no creyente
En este aspecto, hay algoque el creyente debe de tener muy claro, es lo siguiente, ¿Hasta qué punto, eltener una relación personal con Dios es un aspecto no negociable a la hora deplantearme un proyecto de vida en común con otra persona? Si para el creyente,este punto no es un no negociable, entonces carece de todo sentido toda laargumentación que podamos hacer al respecto. Volveremos más adelante sobre esteaspecto clave, por el momento, vamos a dar por sentado que se trata de algo queningún creyente está dispuesto a negociar.Cuando le expresemos a nuestronovio/a no creyente la importancia de nuestra relación personal con Dios esnatural que le cueste o no pueda entenderlo en absoluto.
Pablo lo explica delsiguiente modo: "el hombre mundano [aquí tiene el sentido deno cristiano] es incapaz de captar lo que procede del Espíritu de Dios; loconsidera un absurdo y no alcanza a comprenderlo, porque sólo a la luz delEspíritu pueden ser valoradas estas cosas" (1 Corintios 2:14). Para unapersona que carece de una dimensión espiritual, las cosas del Espíritu carecende sentido y no puede entender que para nosotros pueda ser algo tan importante.Lo más probable es que esa persona no vea más allá de nuestra asistencia a laiglesia y ciertos hábitos piadosos que tenemos, tales como leer la Biblia yorar. De ningún modo puede entender el significado de tener una relación de amor con Dios y de que Él se involucreen cada aspecto de nuestra vida.Consecuentemente, no podrá entender el porquésu incredulidad puede ser una razón de tanto peso como para hacer inviable larelación de pareja e incluso llevarnos a una ruptura de la misma. Tal vez hemosde ayudarlo a ver las cosas desde su punto de vista o, dicho de otro modo, encategorías que él o ella puedan entender."Te quiero, estoy dispuesta apasar el resto de mi vida contigo. Eres lo más importante de mi vida y no puedaimaginarla sin ti (que romántico ¿Verdad?). Quiero compartirlo todo contigo,caminar, pasear, salir juntos, fijarnos metas, en fin, todo, todo, menos unapequeña área de mi vida. Cuando era pequeña fui abusada sexualmente, comoconsecuencia he desarrollado una auténtica aversión hacia todo tipo de relaciónsexual. Cariño, no tendremos relacionessexuales, pero esosí, podremos disfrutar del resto de las áreas de nuestra relación. Estoy seguraque no te importará"¿Cómo reaccionaría nuestra pareja? ¿Estaría dispuestaa una vida de matrimonio sin ningún tipo de contacto sexual? ¿Seguiría pensandoque vale la pena una relación de este tipo? Seamos sinceros al respecto, lo másprobable es que nos dijera que en esas condiciones no está dispuesto a seguiradelante. ¿Por qué? Sin duda, porque en sus categorías, como también en lasnuestras, la relación sexual dentro del matrimonio es una fuente de placer yunión para la pareja. ¿Cómo sería posible vivir con una persona que no quiere oestá incapacitada para dicho tipo de relación? Con toda probabilidad ninguno denosotros, tampoco una persona no cristiana, consideraría completa una relacióna la que faltara dicho ingrediente. Una persona no cristiana puede entender ala perfección lo anteriormente dicho ya que entra dentro de aquellas categoríasque puede entender y bajo las cuales funciona. Del mismo modo, hemos deexplicarle que para nosotros, como cristianos, la relación con el Señor es tanimportante como la sexualidad, la comunicación intelectual o elintercambio afectivo. Esto naturalmente, si es que realmente nuestra relaciónpersonal con Dios tiene ese grado de importancia. Tal vez muchos creyentespueden pensar que renunciar a Dios es más aceptable que renunciar a una buenarelación sexual. Cuestión de prioridades.Lo que he pretendido por medio de esteejemplo es que ayudemos a la persona no cristiana a entender cuán importante espara nosotros el que nuestro futuro cónyuge tenga una relación personal con elSeñor, y la única manera de hacerlo es expresándolo en categorías comprensiblespara un no cristiano.

Si decides salir con él o ella

Si has tomado la decisión de salir (vuelvo a insistir, no de comprometerteo casar Te, lo cual, creo que es contrario a aquello que nos enseña la Biblia)o ya estás saliendo con una persona no cristiana, es muy importante que tengasen cuenta algunos aspectos básicos que me gustaría comentar contigo de formamás extensa
A.La importancia decontrapesos que equilibren tu relación sentimental

Durante la etapa delenamoramiento se produce, con demasiada frecuencia, una pérdida de laobjetividad por parte de la persona enamorada. El enamoramiento ha sidodefinido como una respuesta emocional a la imagen que nos hemos creado de la otra persona. Elenamorado, por decirlo de otra manera, no ve la realidad, ve más bien aquelloque desea ver. El enamorado proyecta sobre su pareja una imagen irreal, mezclade sus deseos, ilusiones y esperanzas y, consecuentemente, se relaciona con lamisma y no siempre con la realidad. El enamorado no ve, o más bien, no deseaver, la realidad.
Los defectos, las primerasy claras evidencias de que el amado o la amada no soncomo ellos creían son reprimidos, justificadas y sublimadas. Con una ilusión,en ocasiones rayana en lo infantil, la persona enamorada desea creerse quetodos los posibles problemas se arreglarán como en un mágico cuento de hadas. De nuevo, es precisoafirmar que el enamorado no ve la realidad, tan sólo, en muchas ocasiones veaquello que su ilusión, su esperanza, sus sentimientos desean ver. No es unabarbaridad afirmar que durante el enamoramiento se produce una pérdida notablede la capacidad de ser objetivo. Se da el caso, de que en unadeterminada relación, todas las personas que la rodean, pero no estáninvolucradas emocionalmente, son capaces de ver y valorar cosas, situaciones,conductas, actitudes, que los novios no son capaces dever, o no desean ver. Rara vez los consejos, advertencias, avisos yvaloraciones externas sirven para algo, especialmente si uno de los enamoradoscierra sus ojos ante la realidad y se empeña en ver aquello que desea ver.
Otro de los aspectos quehacen necesario el tener unos buenos contrapesos que equilibren nuestrarelación sentimental es la vinculación emocional que se produce con aquellapersona que estamos saliendo. Mi experiencia pastoral me ha permitido observarque, con gran frecuencia, la persona cristiana es consciente de su auténticasituación. No es extraño que se llegue a un punto en la relación en que elcreyente reconozca que las cosas no van bien, que la persona con la que estásaliendo no manifiesta ningún interés por el evangelio, o incluso, es abiertamentecontraria. El cristiano puede llegar al punto de ser consciente que aquellarelación, de continuar, tendrá serias implicaciones para su relación personalcon el Señor, sin embargo, la vinculación emocional se ha hecho tan grande, quehace doloroso el mero hecho de pensar en romper la misma.Llegados a este punto,el creyente puede entrar en una auténtica batalla emocional. Por un lado, seráconsciente de aquello que Dios espera de Él, una conciencia, que con frecuenciava en aumento. Por otra parte, su vinculación emocional y afectiva le produciráun gran dolor al pensar y plantearse la posibilidad o necesidad de una ruptura.Situaciones de este tipo se resuelven de maneras muy variadas. En ocasiones, elcristiano romperá su relación con Dios, de esa manera, pretenderá acallar lavoz del Espíritu Santo que redarguye su corazón. Otras veces, el creyente romperá la relaciónemocional, no sin un profundo dolor y sentimiento de pérdida.
Creo que la vinculación máspeligrosa que se puede establecer entre una persona cristiana y una que no loes, es aquella vinculación que está basada en el sexo. Si la pareja tiene relacionessexuales, sea con coito incluido, o sin él, la fuerza de la atracción sexual hará muchomás difícil, si no imposible, el romper dicha relación. Acostumbra a pasar quelas parejas que han incluido el sexo en su relación previa al matrimonio, veancomo éste desplaza el resto de las áreas que deben desarrollar como futuromatrimonio. La comunicación emocional, intelectual y espiritual,mucho más costosas y laboriosas en su desarrollo y construcción, quedan totalmente desplazadas porel vínculo sexual, mucho más gratificante, fácil de practicar y fácil deenmascarar como un intercambio emocional
Aquellos creyentes queestén saliendo con una persona no cristiana y tengan relaciones sexuales, biensea por propia iniciativa, o por ceder a las presiones de la otra persona,entran en una dinámica peligrosa. Esta, no solamente les causarádolor y efectos emocionales, sino que, además, hará mucho más difícil laruptura de la relación, incluso, aunque el cristiano haya llegado a una claracomprensión de la necesidad de hacerlo. El sexo es una trampa que atrapa en susredes.
B.Tres contrapesosbásicos

Quisiera en este apartadopoder compartir con el lector los que considero deberían ser tres contrapesosbásicos a desarrollar cuando se tiene una relación con una persona no cristiana.El primero de ellos sería tener los límites claros. Al decir los límites merefiero a tener decidido si el matrimonio con una persona no cristiana es unaopción válida o no para el creyente. Ya hemos hablado lo que la Biblia enseñaal respecto, ahora bien, cada persona ha de decidir si va a vivir bajo elconsejo de la Palabra de Dios. Todo creyente ha de tener claramente establecidosi la fe cristiana es una cualidad no negociable a la hora de plantearse larelación con una persona de cara a un posible matrimonio.
Además, los límites han deestablecerse en frío, es una decisión que debe tomarse antes de comenzar ningúntipo de relación. Es una decisión que debe estar establecida antes de que elenamoramiento empañe nuestra capacidad para tomar decisiones sabias yequilibradas. Si para nosotros es un aspecto no negociable que nuestro futurocónyuge sea creyente, debemos verbalizar claramente nuestros límites yexpectativas a la persona con la que pretendemos establecer una relación. Esta,tiene el derecho y la necesidad de entender cuál es nuestra perspectiva de lavida y cuáles son las exigencias que esperamos de alguien con quien deseamosplantearnos un proyecto de vida en común. No debemos engañarnos al respecto,también la persona no creyente tiene sus expectativas, sean estas conscientes ono conscientes, las verbalice o no las verbalice. Sus expectativas están ahí, yserán las que decidan y determinen que nos acepte o no como la persona con laque construir un futuro común.
Desgraciadamente, para muchoscreyentes la fe no forma parte de sus no negociables. Su relación personal conDios es moneda de cambio y puede ser sacrificada por unmuchacho inteligente, una muchacha hermosa o una persona que realmentesatisfaga sus necesidades emocionales. Existen jóvenes que nunca se plantearíanun proyecto de vida en común con alguno de distinto color de piel, alguien que estuvieraimposibilitado físicamente, o alguien que no tuviera su nivel social. Deentrada, son opciones descartadas que ni siquiera se plantean.
Ahora bien, están abiertosa un proyecto de vida en común con alguien no cristiano, la fe no es para ellosun requisito sine qua non, dicho en castellano llano y claro, no es una cláusulaindispensable del contrato. El lugar que la fe ocupe en el perfil deltipo de persona que busquemos dice mucho de la importancia que ocupa ennuestras propia vida y experiencia. Si el creyente tiene claramenteestablecidos sus límites antes de comenzar una relación y los ha anunciado conclaridad a la persona no cristiana, puede ahorrarse muchos problemas futuros yhacer más fácil la ruptura si esta fuera necesaria. El segundo contrapeso estener una estructura de dependencia mutua. En el idioma inglés existe una palabra que expresa estaidea con más claridad, se trata de la palabra accountability. La idea quequiero expresar es que toda persona que se arriesgue a comenzar a salir con unno creyente necesita tener cerca una persona o personas que puedan actuar decontrapeso en su vida. Se trata de alguien a quien nosotros, libremente, damos autoridad para supervisar nuestra vida.
Esta autoridad llevará adicha persona a hacernos las preguntas difíciles, darnos la perspectivacorrecta en los momentos en que hemos perdido la objetividad, indicarnos cómove las cosas desde el exterior y sin la vinculación emocional que nosotrospodemos llegar a tener al salir con alguien no cristiano. Necesitamos alguienque tenga el valor y la autoridad delegada por nuestra parte para confrontarnoscon la verdad y la realidad. Sin duda, no es una tarea fácil para aquellapersona que debe hacerlo, tampoco lo será para nosotros el vernos confrontadoscon una realidad que, en muchas ocasiones, no nos gustará ni nos hará sentircómodos. Sin embargo, esta persona puede ser de una ayuda increíble paranosotros. Será el contrapeso que nuestra relación necesitará. En muchasocasiones, será la única vinculación con el mundo real, la única luz que nosmarque la dirección correcta en el marasmo y la nieblaque producen las emociones descontroladas. Creo honestamenteque la persona que ya se encuentra en medio de una relación con otra persona nocristiana, o aquella que está pensando entablarla y carecen de este tipo deayuda, se encuentran en un serio peligro.Finalmente, el último de loscontrapesos sería tener una fuerte relación personal con el Señor. Siempre, entodo momento de nuestras vidas es preciso mantener este tipo de relación con elPadre. La relación con el Dios nos permite discernir su voluntad, analizarnuestra vida a la luz de su Palabra y sus mandamientos, entender la manera enque debemos orientar nuestra vida cotidiana.
De la misma manera, cuandoestamos expuestos a la presencia del Señor, el Espíritu Santo nos muestra el pecado en nuestra vida y nos lleva alarrepentimiento y el cambio.Cuando pretendemos una relación con alguien nocristiano o ya estamos inmersos en la misma, la relación con el Señor se hacemucho más vital y necesaria si cabe. Si mantenemos una fuerte y constantecomunión con Él tendremos acceso a comprender la dirección de nuestra relacióny los pasos que debemos de dar. El Señor nos dará claridad acerca de qué pasosy decisiones debemos tomar.Desgraciadamente, la realidad pastoral me enseña queen muchas ocasiones, los jóvenes que están saliendo con personas no cristianastienden a romper su relación personal con Dios y alejarse de Él. Confrecuencia, esto sucede cuando el creyente recibe de parte del Señorimpresiones con respecto a la necesidad de romper dicha relación. Entonces, taly como anteriormente mencionamos, se produce una lucha emocional entre el amorhacia la persona y el sentido de culpa y de desobediencia hacia el Señor.Muchos creyentes, desgraciadamente, resuelven el problema apartándose de Dios,de esta manera reducen su sentido de culpa y su malestar ante la desobediencia.Esto ocurre especialmente cuando el creyente consciente o inconscientemente hadecidido que no romperá dicha relación y la continuará adelante.

Cuando es necesario romper

Romper una relación sentimental siempre es duro, difícil y, en muchasocasiones, muy doloroso. Ahora bien, todo el dolor que una ruptura pueda llegara producir es preferible a las consecuencias que puede tener en el futuro unarelación matrimonial con una persona no cristiana, consecuencias, que en elmejor de los casos tan sólo nos afectarán a nosotros, y en el peor, también anuestros posibles hijos. Sin duda, la ruptura será más difícil y costosa cuantomás grande sea la involucración emocional entre ambas personas. Ya hemosmencionado que la relación personal con Dios no está al mismo nivel que unpasatiempo, un gusto determinado o una opción musical. No se trata de que a unapersona le gusta elfútbol y a la otra no.
No es una cuestión de que amí me gusta el rock y a ti la ópera alemana, especialmente,Wagner. No estamos hablando de diferencias y disparidades con las que se puedeconvivir perfectamente, al fin y al cabo, los cónyuges no han de ser clones,han de tener su propia personalidad.Estamos hablando de la relaciónpersonal con el Señor. Algo que es vital y esencial en la vida de un creyente.Estamos hablando de nuestra columna vertebral ideológica y vital. La columnaalrededor de la cual se articulan nuestras creencias, valores, prioridades,expectativas y se conforma todo nuestro estilo de vida. No nos engañemos, nonos dejemos engañar, no es una cuestión de simples preferencias personales odiferentes puntos de vista.A menudo el cristiano se ilusiona y mantiene viva laesperanza de que tarde o temprano la otra persona cambiará. Incluso, puedellegar a espiritualizar su ilusión y afirmar que se ha de tener fe en Dios, supoder y su intervención sobrenatural en la vida de las personas. Naturalmente,todo lo anterior es cierto, muy cierto, ahora bien, no debe confundirse laconfianza en Dios con la ilusión y la sublimación de nuestras expectativas.
¿Puede Dios cambiar la vidade la persona no cristiana? Naturalmente, Dios puede cambiar la vida de cualquierpersona que… desee ser cambiada y no tenga un corazón endurecido y rebelde.Nadie puede ser salvado contra su voluntad. Dios invita, no fuerza. Dios llama,no empuja. Entonces ¿Cuándo debemos tener esperanzas fundadas?Cuando llevo acabo mi trabajo pastoral con creyentes que hanestablecido relaciones sentimentales con no creyentes, siempre les doy el mismoconsejo. Cuanto antes, deben invitar a la persona con la que están saliendo aestudiar la Palabra de Dios. Esto puede hacerse ellos mismos juntos, con otragente, en un pequeño grupo, o como sea. La forma no es elpunto clave. El punto clave es la disponibilidad de la persona no creyente aexponerse a la Palabra de Dios. La respuesta a esta invitación es un indicadormuy claro de lo que el creyente puede esperar de la otra persona. No podemosforzar al no cristiano a la conversión. Si Dios no lo hace, no somos nosotrosnadie para hacerlo.
Ahora bien, creo quetenemos el derecho a esperar del no creyente un interés genuino y un deseo deentender y conocer algo que es de tremenda importancia para nosotros.Por amor,la persona no cristiana debería de estar dispuesta a hacer el esfuerzo detratar de entender y tratar de valorar una dimensión de nuestras vidas vital,clave y sobre la que se articula todo nuestro proyecto vital. Negarse a hacerloes una clara evidencia de varias cosas. Un desinterés cierto por aquello vitale importante para nosotros. Una actitud cerrada hacia Dios, que nonecesariamente cambiará en el futuro ¿Por qué habría de cambiar?. Una evidenciadel lugar que las cosas espirituales ocupan en su vida. Una insensibilidad porquerer conocernos tal y como somos. Una cerrazón a una comunión integral en eseposible proyecto común
Sería como si nuestronovio/a nos dijera: Mira, no me hables de tu familia, me tiene totalmente sin cuidado. No quierosaber nada ni de tus padres, ni tus hermanos. Para mí, es como si noexistieran. Tú puedes relacionarte con ellos. Visítalos tantas veces comodesees. Ahora bien, a mí no me inmiscuyas. ¿Cómo te suena? Violento ¿Verdad?Naturalmente, porque semejante rechazo implica un rechazo de quién tú eres. Escierto que la familia debe ocupar su lugar y noinmiscuirse en la relación de la pareja, pero aquí estamos hablando de unrechazo hacia nosotros mismos. Nosotros no podemos ser entendidos sin unavaloración de nuestros orígenes, especialmente si nuestras familias sonpositivas, edificantes y de apoyo para nosotros.
Resumiendo, si la personano cristiana rechaza el estudio de la Palabra, está enviando una señal muyclara que debería llevar al creyente a una seria reflexión sobre laconveniencia de continuar adelante una relación con dicha persona. El hacerlo,traerá como consecuencia una mayor vinculación emocional. Esto, implicará o másdolor si la ruptura se ve necesaria en el futuro, o bien, una incapacidad detomar las decisiones necesarias debido a la fuerte dependencia emocionalestablecida con la otra persona. Muchos cristianos se cierran a la interpretación de esta señal clave. La ilusión leshace apartar la vista e imaginar un futuro sobre el cual no tienen ningún tipode evidencia, eso sí, negando todas las evidencias que señalan en la direccióncontraria. Es posible argumentar que algunas personas han cambado, de unaactitud negativa al principio han pasado, incluso, al conocimiento personal del Señor. Naturalmente,eso es posible y cierto. Pero eso no debe empañar la realidad de que hablamosde casos minoritarios y que continuar adelante implica unos serios riesgos que el creyente debe de considerary sobre los cuales no debe engañarse. Me parece bien mirar los ejemplospositivos, ahora bien, no debe hacerse a costa de taparse los ojos ante losnegativos y dañinos. A pesar de todo puede llegar un momento en que la rupturasea vista por el creyente como algo necesario. Si esto sucede, hay dos puntosque deberían ser considerados.
A.La disponibilidad apagar el precio

La vida cristiana tiene un precio. No debemos confundir una salvacióngratuita con una vida cristiana fácil. La historia bíblica y la de la iglesia está llena deejemplos de personas que tuvieron que pagar un amplio precio por su fe en elSeñor. Incluso hoy en día, en muchos países, la conversión implica undesarraigo social que incluye el rechazo del nuevo creyente por parte de sufamilia y amigos.El discipulado tiene un costo, y éste, es diferente para cada persona. Paraalgunos creyentes puede ser la ruptura de una relación que no es correcta a losojos del Señor. El hacerlo implicará dolor, pero también crecimiento ymaduración. Dios irá formando el carácter de su Hijo en nuestras vidas (Romanos8:28-29). Lo contrario, indefectiblemente minará nuestra relación con Dios ypuede traer consecuencias negativas en el futuro.
B.Una cuestión de fe yconfianza

Una de las razones queimpide a muchas personas cristianas romper una determinada relación, inclusocuando lo ven necesario y se dan cuenta de los peligros y consecuencias, es elmiedo a la soledad, un miedo que se acrecienta con la edad. Se trata del temora que no seamos capaces de encontrar otra persona. Este miedo hace quecolocadas en la balanza las ventajas y las desventajas, ésta se incline hacialas desventajas, que quedarían compensadas por la compañía del alguien ennuestras vidas. Hemos de reconocer, desde el punto de vista pastoral, que setrata de un argumento de peso y comprensible humanamente.
Es aquí precisamente dondeentraría el aspecto de la fe, es decir, de la confianza en el Señor. Creemosque Dios tiene un plan para la vida de cada persona y que su plansiempre es el mejor. Evidentemente, nunca tenemos una total comprensión delmismo, y pocas veces de rasgos significativos del mismo. Lo cierto es que Diosnos da cada día lo suficiente para dar un paso más y seguir confiando en Él. Espor eso que la vida cotidiana es una ejercicio de fe y, tal y como afirmabaPablo, "por fe andamos, no por vista" Si la ruptura se ve comonecesaria es preciso confiar en que es la mejor opción del Señor para nuestrasvidas. Que por medio de la misma nos está protegiendo de posibles males mayoresy una probable infelicidad futura y que Él, conforme a su voluntad puede, siasí lo desea, proveernos de la persona más adecuada para nuestras vidas. Perocomo todo en esta vida es una cuestión de decisiones y la vida cristiana nopuede ser comprendida sin la confianza en Dios y ésta, necesariamente, implicatomar riesgos que nos colocan en posiciones de vulnerabilidad.
Quiera el Señor que estaspalabras puedan servir para echar un poco de luz sobre la situación de muchosmuchachos y muchachas de nuestras iglesias que están inmersos en relaciones conpersonas no cristianas. Quiera así mismo el Señor que de esta manera puedantomar las decisiones más sabias, correctas y acordes con la Palabra y lavoluntad de Dios, las cuales, serán sin duda las que les proporcionarán mayorfelicidad.

Una nota final

Escribo este último punto cuando mi artículo ya estaba terminado. Lohago animado y motivado por los consejos de buenos amigos y compañeros deministerio, los cuales, con sus comentarios me han hecho ver la necesidad detratar un tema muy importante.Si recomendamos que es mejor no entablarrelaciones con vistas a un futuro proyecto vital con personas no cristianas¿Qué alternativa queda? Especialmente, para aquellas o aquellos que tienen unnúmero limitado de opciones dentro de sucomunidad o iglesia local. Buena pregunta yserio problema.Desde una perspectiva pastoral debemos de dar respuesta a esanecesidad. Creo que no es honrado el cerrar puertas a las personas y nopreocuparnos por dar alternativas creativas. Sin embargo, estas alternativasson muy limitadas, tan limitadas, que tal vez sólo existe una opción, fomentarde manera premeditada el compañerismo cristiano más allá de los límites denuestra iglesia local. 
Los pastores hemos de tener la suficiente visión ysabiduría para darnos cuenta que fomentar el compañerismo intereclesial einterdenominacional se vuelve, en estos casos, una tremenda necesidad y, talvez, la única opción que impida que muchos chicos y chicas busquen una salida asus necesidades emocionales fuera del contexto de la comunidad de la fe.
Desde tiempo inmemorial, los campamentoshan sido una oportunidad para que muchachas y muchachos cristianos dediferentes trasfondos y contextos pudieran ponerse en contacto y cultivaramistades genuinas. Los campamentos y otras actividades de este tipo cumplenuna importante función social que no hemos de menospreciar y,contrariamente, si haríamos bien en fomentar. Por medio de ellos, jóvenes deambos sexos que tienen la necesidad legítima de encontrar una pareja, puedencontactar, llegar a conocerse y, eventualmente, si Dios prospera, salirjuntos.Yo conocí a la que hoy es mi esposa en un campamentointerdenominacional. Nacido y educado en una pequeña iglesia local, misposibilidades de encontrar pareja eran más que limitadas. De no habermeinvolucrado, desde bien joven, en actividades que superaban los límites de miiglesia y denominación habría tenido que buscar una salida para mis necesidadesemocionales fuera de la iglesia. Dios proveyó por medio de este tipo deactividades.
En ocasiones, los líderescerramos la posibilidad de que los jóvenes de nuestras iglesias se relacionencon jóvenes de otras iglesias, incluso, aunque sean de nuestra propiadenominación. El miedo a que puedan abandonar nuestra congregación e irse aotra nos lleva a este tipo de actitudes. Sin embargo, tal vez no somosconscientes del peligro que esto puede implicar en algunos casos, ya que alcerrar las puertas al compañerismo sano y genuino con otros creyentes, podemosempujar a muchachos y muchachas a buscar en la sociedad no cristiana la respuesta a susnecesidades.Mi propuesta es que los pastores seamos conscientes de estanecesidad y fomentemos que nuestros jóvenes tengan la oportunidad de estarexpuestos a otros jóvenes, aunque no sean de nuestro contexto o denominación.Animarlos a hacerlo, sabiendo y siendo conscientes de que de esta maneraestaremos favoreciendo y previniendo la posibilidad de que se vean forzados arelaciones fuera de la iglesia.Del mismo modo, hemos de ver como total yabsolutamente genuino el que muchachos y muchachas asistan a campamentos yactividades motivados, no únicamente por un mayor conocimiento de la Biblia,sino también por un mayor conocimiento de personas del sexo contrario. Al fin yal cabo, ¿no fue Dios quien afirmó que no era bueno que el hombre estuviera solo?
 Autor: KenluisKenton
Fuentes: Monografia.com

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