Una pregunta que los fanáticos del ecologismo y muchas autoridades políticamente correctas quieren evitar: ¿Por qué rechazamos la energía nuclear sabiendo que no genera cambio climático ni explota a los consumidores como las renovables?
Estos días parece estar hundiéndose Abengoa, empresa española especializada en energías solar y eólica que fue presentada en 2009 por Barack Obama como ejemplo para el mundo contra el llamado cambio climático.
Aparte de la caída del precio del petróleo, una causa de esa crisis es la reducción de las enormes subvenciones que le concedió Zapatero a las renovables a costa de nuestros bolsillos en el recibo de la luz, lo que provoca que muchas renovables no sean ya rentables.
Pero, por otro lado, hay científicos que no creen en un calentamiento global antropogénico: un número creciente de excalentólogos afirma que los incrementos y reducciones de temperaturas en distintas regiones son fenómenos constantes desde que existe el planeta.
Un ejemplo es el de la supuesta reducción de hielo en el Polo Norte, compensado con su enorme aumento en el Polo Sur: el planeta está en permanente transformación.
Aunque muchos agronomistas advierten que los gases de efecto invernadero son deseables porque aumentan los terrenos cultivables y los alimentos en el mundo, aceptemos que deban reducirse dejando de consumir combustibles fósiles, petróleo y carbón: entonces, la solución a la creciente demanda energética podía ser la nuclear, barata y que no calienta el planeta.
El primer reactor atómico productor de electricidad se inauguró en 1951 en EE.UU., y en este momento hay 442 en marcha y 42 en construcción en todo el mundo.
En estos 64 años se produjeron dos catástrofes, Chernobil y Fukushima, que sumaron menos muertos que los de las minas de carbón solamente chinas entre los años 1990 y 1995.
Planteémonos sin prejuicios algunas dudas sobre el cambio climático, y qué nos interesa de las energías renovables, las fósiles y la energía nuclear.
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SALAS