Nada de lo que hagamos, dejemos de hacer, pensemos o juzguemos puede acabar con la belleza de nuestra esencia. Cuando comprendemos esto la luz de nuestra corazón ilumina nuestra mirada y la vida nos descubre su pureza. El juicio es desarmado, nuestras palabras florecen y nuestros pasos expresan nuestro aroma. Los encuentros con los demás fecundan nuestra alegría, el encuentro con nosotros mismos nos muestra que nuestra belleza es irrenunciable. Querido lector, ¿qué vas a hacer hoy con tu belleza ... ?