Nuestro espejo de cartóN: educacióN y posdictadura
chileNa
Milena Susana Gallardo Villegas, Pamela Tamara Salazar Vicencio
Elaboración de memorias traumáticas de
nuestro pasado reciente. Una propuesta de taller.
Nos interesa definir cómo se constituye la
propuesta educacional en torno a la problemática de la memoria y los derechos humanos en Chile, a partir del análisis del discurso
articulado desde el Museo de la Memoria y los
Derechos Humanos, obra cúlmine del último
gobierno de la Concertación y versión oficial
en torno a la memoria del pasado reciente en
el país. Para estos efectos, revisaremos ciertos aspectos del espacio físico en donde se
edifica el museo, leyendo los lugares a la luz de
nociones teóricas en torno a la museificación
y estetización de la memoria; sin embargo, el
eje de la investigación consiste en la lectura
crítica del material que se ofrece como alternativa a los docentes que preparan a sus alumnos
para la visita guiada.La hipótesis tentativa es
que existe una visión estatal que victimiza a
los sujetos afectados directamente, limitando
el espectro de impacto a un grupo minoritario de la población chilena; que igualmente
apunta a despolitizar el conflicto mediante la
instalación de una memoria parcial, estática y
lineal en torno al pasado y que cristaliza parte
de sus objetivos en una propuesta educacional
ideologizante, que aborda consecuencias sin
analizar procesos ni actores sociales.
Palabras Claves
educación, Chile, memoria, derechos
humanos, historia reciente
Milena Gallardo Villegas ([email protected]) Licenciada en lengua y literatura hispánica de la Universidad de Chile. Candidata a Magister en Estudios
Culturales de la red CLACSO. Ayudante en investigación, proyecto FONDECYT, Chile
Pamela Salazar Vicencio ([email protected]) Licenciada
en historia de la Universidad de Chile. Asistente en investigación, proyecto
FONDART, Chile.93
El presente trabajo busca aproximarse a una definición acerca de cómo se constituye la
propuesta educacional en torno a la problemática de la memoria y los derechos humanos
en Chile, a partir del análisis del discurso articulado desde el Museo de la Memoria y los
Derechos Humanos, obra cúlmine del último gobierno de la Concertación y versión oficial en torno a la memoria del pasado reciente en el país. Para estos efectos, revisaremos
ciertos aspectos del espacio físico en donde se edifica el museo, leyendo los lugares a la luz
de nociones teóricas en torno a la museificación y estetización de la memoria; además de
considerar también para fines de la investigación, las orientaciones, la dinámica y funcionamiento de la visita guiada a partir de la lectura crítica del material que se ofrece como
alternativa a los docentes que preparan a sus alumnos para dicha actividad.
La hipótesis tentativa es que existe una visión estatal que busca victimizar a los sujetos
afectados directamente, limitando el espectro de impacto a un grupo minoritario de la
población chilena; que igualmente apunta a despolitizar el conflicto mediante la instalación de una memoria parcial, estática y lineal en torno al pasado y que cristaliza parte de
sus objetivos en una propuesta educacional ideologizante y arbitraria, en la medida en que
aborda consecuencias y no analiza procesos ni actores sociales. En este sentido, se estaría
utilizando la pedagogía como una mera herramienta de transmisión de ciertas memorias
del pasado reciente en búsqueda de un discurso que adquiera legitimidad social y no como
un ejercicio crítico de análisis de discursos y prácticas sociales circundantes y disponibles,
objetos de pugnas políticas, culturales, sociales y edificadoras de sentidos plurales y en
permanente elaboración.
Dicha presentación pretende concluir con una propuesta que incorpore la noción de “proceso o proyecto histórico” al trabajo educacional emanado desde el museo, con el afán de
vincular la narrativa testimonial y denunciante de los violentos hechos acaecidos con el
presente y el futuro del proyecto y el imaginario país, por medio de la reflexión crítica de
los sucesos interpretados.
Cabe señalar que este trabajo forma parte de un proyecto mayor que se denomina: “Se
precisan niños para amanecer” Lectura infantil y elaboración de memorias traumáticas de
nuestro pasado reciente. Una propuesta de taller. Intentando esclarecer muy brevemente el
contexto en el cual surge esta iniciativa y algunas de sus características, podemos decir que
apunta a presentar el formato de un taller de pedagogía de la memoria que funcione en
base al trabajo creativo y de análisis crítico de textos para niños que abordan temáticas tales
como la migración, la desaparición, la muerte, la pérdida, el temor, el poder, entre otras.
La pregunta que cruza este proyecto, como se puede prever, es el cómo transmitir las experiencias del horror a los chicos y cimentar a un tiempo una cultura cívica, de participación
política y de respeto a los derechos humanos. Observamos que, frente al vacío metafórico
de los textos testimoniales como recurso de transmisión de las experiencias del horror a los
niños, la literatura infantil ofrece una atmósfera de fantasía que acoge a sus lectores mediante la palabra del “cuentacuentos”. La propuesta entonces se funda en la utilización de la
ficción poética para pensar otro orden de cosas; en este sentido, postulamos que la fantasía
y su descontrol en tanto nunca se sabe qué será lo que potencie ni a dónde nos conducirá,
introduce una diferencia crucial en la inscripción de memorias y sus narrativas que puede
ser captada con gran habilidad por los niños.
Ahora bien, en lo que respecta a este texto en particular, revisaremos el marco contextual
que define las políticas culturales y educacionales de la posdictadura chilena, poniendo especial énfasis en el tratamiento que se ha dado desde la oficialidad a los temas de reparación
y recuperación de la memoria histórica. Por otra parte, buscamos aproximarnos a posibles
alternativas para abordar la problemática y finalmente esbozaremos un breve análisis del
material que se entrega desde el Museo de la Memoria y los Derechos Humanos a los docentes que realizan la visita con sus estudiantes, culminando esta lectura crítica con una
propuesta que incorpora la noción de “proceso histórico” a la interpretación de los hechos
acaecidos.
postdictadura chileNa: imagiNario país y políticas culturales
Para abordar de la forma más breve pero abarcadora posible lo que es la posdictadura
chilena, decidimos revisar la tesis de Tomás Moulian, presentada en su libro Chile actual:
anatomía de un mito1
, respecto de los orígenes y el estado del sistema político y económico
del Chile postdictatorial y, más específicamente, de la década del ’90, momento en que
comienzan a oficializarse las propuestas educacionales que criticamos.
Acogiendo los principales elementos de esta lectura sociopolítica, debemos considerar al
texto de Moulian como una genealogía del Chile de la transición, postulando sus orígenes
en el quiebre que produce la revolución capitalista sostenida desde y por la dictadura de
Augusto Pinochet U. (1973-1990).
La llamada “revolución capitalista” estaría determinada
por dos fenómenos fácilmente identificables en estos contextos: fusión y fisión. El primero
consiste en la forma en que se despliega el poder en las revoluciones; vale
decir, en palabras del mismo Moulian, una “uniformación de la pluralidad
de poderes bajo la forma cosificada de un poder burocrático que subordina,
coarta” (p.20). Mediante este ordenamiento se produce la transmisión de
un Proyecto, de las ideas-fuerza, las normativas y valores que nacen en el
Estado y se movilizan hacia abajo mediante un proceso de reproducción o
multiplicación del conocimiento y, en ningún caso, evidenciando las tensiones y facilitando el diálogo diversificador, elemental, demás está recordarlo, en cualquier intento de legitimación de un gobierno democrático. Por otra parte, el fenómeno de la fisión es definido
como la “liberación de energía producida por la escisión del núcleo de un átomo a través de
su bombardeo con neutrones. En este sentido, la Revolución como acto se puede asimilar
a la liberación de calor y radiación de una explosión nuclear; ella destruye para crear una
situación de tabla rasa sobre la cual reconstruir: reconstruye sobre el Apocalipsis”2
La idea es definir esta especie de Estado-Leviatán que funciona en base a clones que se
transmiten de manera vertical siguiendo, claro, una instrucción jerárquica, marcados, cada
uno, por la energía exorbitante de la fisión que se reproduce idéntica en todas sus esferas de
acción. Moulian, agrega respecto a esta fuerza: “dominación creativa que barre convencio-
1. Moulian, Tomás. Chile
actual: anatomía de un mito.
(Santiago de Chile: LomArcis, 1997)
2. Moulian, 19-20.95
nes centenarias que hubiesen demorado años en sucumbir e introduce ilusiones o sueños
de racionalidad (modernización)”3
Cabe agregar que, mientras se reproduce la ley de fusión, o sea la capacidad del Estado de
decidir casi sin contrapesos, los otros-poderes están en la situación del ajedrecista perfecto
de Benjamin que por detrás es manejado por un enano escondido. En los momentos de la
Revolución en que funciona la ley de fusión (es decir, hasta que la dictadura constitucional
no supera a la terrorista), ocurre lo contrario. En estos casos, es la máquina-Leviatán la
marioneta que maneja los otros-poderes por ostentosos y fundamentales que estos hayan
sido en la tradición del país.
Sin embargo, y aquí nos adentramos al punto que me interesa especialmente, se produce una paradoja en estas revoluciones. Lo curioso es que la ley
tendencial de la fusión que tienen las revoluciones en los momentos de la
toma de poder y de la “dictadura-terrorista-revolucionaria”, no es inercial
ni autoreproducida en lo absoluto, sino todo lo contrario. A este respecto
señala el autor que la fusión en estos momentos “requiere de una constante
energía y capacidad coactiva del Poder estatal […] En sociedades secularizadas y heterogéneas, la tendencia estructurante de la trama de poderes es a la
diversificación y no a la simple multiplicación clónica”4
. Sucede esto, claro,
especialmente en sociedades como las nuestras, ejemplos por antonomasia
de la experiencia de la diversidad cultural.
Ahora bien, si el Estado-Leviatán debe trabajar arduamente en la creación de una amplísima gama de dispositivos de producción normativa, de aterrorizamiento y de legitimación
por el saber, entendemos que el aparataje intelectual que lo sostiene no será un bloque
inestable y, lo que es fundamental, se caracterizará por ser una de las piedras de tope más
entorpecedora a la hora de establecer la verdad histórica que legitimará (y será el único
elemento capaz de hacerlo) cualquier intento de un gobierno posterior que busque denominarse democrático. Al hablar de entorpecimiento estoy pensando exclusivamente en el
complejo y concienzudo discurso que sostiene la implementación del nuevo sistema social,
cultural, político y económico; sistema que busca afanosamente la instalación del olvido en
torno a las aberraciones cometidas en la historia reciente de nuestro país.
En este contexto, queremos situar rápidamente la discusión en torno al rol fundamental
que cumple el marco cultural del país, para ir definiendo las posteriores políticas oficiales
de estetización de la memoria. En el caso específico del Museo de la Memoria y los Derechos Humanos, este punto nos interesa especialmente pues entrega importantes luces
acerca de la política educacional que allí opera y la visión de los hechos que desde el mismo
Museo se promueve hacia los estudiantes.
Hernán Vidal, presenta en su libro Política cultural de la memoria histórica5
, una interesante propuesta para abordar el tema de la reparación, desde el punto de vista del campo cultural, intelectual y, entonces, también entenderemos que, en cierta medida, puede operar en
3. Moulian, 20.
4. Moulian, 21.
5. Vidal, Hernán. Política
cultural de la memoria
histórica. Derechos humanos y discursos culturales
en Chile. (Santiago de
Chile: Editorial Mosquito
Comunicaciones, 1997)96
el ámbito educacional. El autor sostiene que la justicia chilena reclama una tarea intelectual
que consiste en el reforzamiento (y, en muchos casos, en la creación) de políticas que sirvan
como sostenedoras de la memoria histórica en todo el campo cultural e intelectual, lugares
que resultan centrales en la constitución del imaginario colectivo y la visión de mundo de
los chilenos. Así, esta propuesta que busca una suerte de posible alternativa al problema de
una justicia no ejercida desde los tribunales (ni asumida digna y decididamente por la institucionalidad vigente como una política de Estado), es trabajada desde el área de los “discursos culturales” y el arte, que despliega su potencial, muchas veces, en lo que conocemos
como el fenómeno de la estetización de la memoria. Estos discursos se caracterizan, muy a
grandes rasgos y en el mejor de los casos, por ser una proposición formal para la implementación política de tres conceptos utópicos o ideales: “buena sociedad”, “calidad de vida” y
“ser humano ideal”. En el marco específico de los Derechos Humanos, entenderemos que
detrás de toda lógica que busque definir la “sociedad ideal”, que se desprendería a su vez de
la conjugación de los conceptos señalados, se encuentran dos derechos esenciales: el derecho a la vida y el derecho a ser reconocido y respetado como persona. De ambos, emanan
luego todos los derechos civiles y políticos, sociales, económicos y culturales proclamados
por las Naciones Unidas en la Declaración Universal de los Derechos Humanos y sus pactos complementarios. Esto bastará para entender, afirma
Vidal, que la desarticulación (resultante al momento en que se retrasan y,
lo que es peor, se justifica la demora de los juicios y los procesos punitivos
por violaciones a los DDHH) de los términos “verdad” y “justicia”, implica
un profundo vicio en la discursividad cultural que ha conducido el proceso
de redemocratización en Chile. Esta desarticulación en el reconocimiento
de los seres humanos como personas, trajo consigo, en el caso chileno, una
serie de efectos simbólicos que deberán ser determinados a la hora de crear
estas “políticas culturales de la memoria histórica”6
; piso y marco referencial
de una iniciativa como es la del Museo de la Memoria y los DDHH.
Del mismo modo, ingresan por la vía de los discursos culturales, una serie de conceptos
que han ido tomando cuerpo en estos años de transición y que contribuyen de manera
esencial en el proceso de desarticulación de nuestra estructura cívica y valórica de base.
En su artículo “Recordar el olvido”7
, Nelly Richard hace alusión a dos de los mecanismos
de olvido que han sido especialmente efectivos en su propósito de desactivar la memoria
histórica de la violencia en el Chile de la postdictadura: el consenso y el mercado. Richard
define el mecanismo del consenso como “el formalismo y el formulismo institucionales del
acuerdo que han neutralizado los conflictos de significaciones de un pasado que todavía
sigue en disputa política, simbólica e interpretativa.”8
. Por otra parte, al hablar de mercado
refiere a “los flujos desatados por el impulso neoliberal que logró disolver los acentos de
lo político-ideológico en la masa de lo publicitario, de lo tecnomediático”9
. Por su parte,
el mundo constituido por la imagen y el texto mediáticos, se fundamenta en el “triunfo
retiniano de la superficie […] que se burla del volumen y de la profundidad temporales de
la historia al comprimir su duración en la instantaneidad del flash noticioso”10
.
Atendiendo a la supuesta necesidad de operar desde las pautas del “realismo político”,
6. Ref. Vidal 17
7. Richard, Nelly. “Recordar
el olvido”. Raquel Olea y
Olga Grau (Comps.) Volver
a la memoria. (Santiago
de Chile: LOM ediciones,
2001) 15-20.
8. Richard, 15
9. Richard, 15
10. Richard, 1797
Richard señala que la combinación de ambos mecanismos ha sido conjugada bajo el nombre de democratización política y de neoliberalización económica, lo que ha conseguido
controlar lo social bajo reglas de uniformidad y conformidad del sentido. Regresamos de
este modo a la búsqueda de “reconciliación” por parte de los mecanismos institucionales y
podemos afirmar que el consenso es la garantía que nos salvará de caer nuevamente en los
“desarreglos de lo social”, mediante la forzosa unificación de las conductas y de los discursos oficiales de resignación y moderación. Agrega Nelly Richard que:
“la mecanización del consenso sometió a lo político (sus indeterminaciones, sus conflictos, sus antagonismos) a una especie de rutina de lo programable basada en simples
criterios técnicos de administración del poder, que volvieron lisas y transparentes las
definiciones prácticas de lo social, eliminando toda aspereza simbólica de la superficie
operativa de sus discursos”11
Se genera, de este modo, la oficialización de un idioma común que fija los
términos de lo que la autora llama una suerte de racionalidad del conflicto
que debe ser compartida por quienes constituyen las partes en cuestión.
Para finalizar esta aproximación al contexto histórico-político, haremos
mención a otro ámbito fundamental en el cual podemos apreciar muy claramente los efectos simbólicos que han resultado de las políticas postdictatoriales, como son los medios de comunicación nacionales y, específicamente,
la televisión. A propósito del documental del cineasta chileno Patricio Guzmán, La memoria obstinada, Nelly Richard señala:
“La televisión chilena, metamorfoseada por el full-color de un registro de estatización publicitaria que sólo demanda presencias lisas – sin estigmas de deterioro – ha
suprimido de sus pantallas, mediante fluidos procedimientos de obliteración visual,
los cuerpos y las identidades que no aceptan maquillarse con las cosméticas del bienestar y sus modas de la entretención. El retrato en blanco y negro de los detenidos
desaparecidos ya no combina con nada en medio del cromatismo exacerbado de esta
festividad de logotipos y estereotipos que los sumerge diariamente en una total anacronicidad de signos. Es como si la tecnicidad pobre de la fotocopia estuviera delatando, frente a la contemporaneidad mediática, el pretérito visual de una vergonzante
incompetencia del lenguaje que termina así de inactualizar su drama.”
Ahora bien, observamos en este tipo de intentos y, para efectos de esta presentación, específicamente en la vocación cristalizada en el proyecto Museo de la Memoria y los DDHH,
un juego de despolitización que, paradojalmente, encuentra un excelente nicho en un
aparato educacional sumamente ideologizante. Manuel Guerrero Antequera, en su trabajo
“Control social de la acción colectiva y trabajos de la memoria en el Chile posdictatorial”
aborda este fenómeno a partir de la tensión postdictatorial que se genera en el intento por
instalar el olvido en el ejercicio mismo de la memoria. El sociólogo habla de un mecanismo institucional de control social que funciona en base a la idea de una memoria victimal.
En este sentido, las personas asesinadas, torturadas, detenidas, etc. son víctimas en tanto
11. Op. Cit. P. 15
12. Richard, Nelly. “Con
motivo del 11 de septiembre.
Notas sobre La memoria
obstinada (1996) de Patricio
Guzmán”. Escrituras,
imágenes y escenarios ante la
represión. (Comps.) Elizabeth Jelin y Ana Longoni.
(Madrid: Siglo XXI de Espa-
ña, Siglo XXI de Argentina
Editores, 2005) 121-129.98
luchadores sociales, creadores y gestores de un proyecto de renovación de las estructuras
profundas del país que no prosperó; estaríamos hablando entonces de los “perdedores”.
De este modo, parte de las políticas de reparación consiste en la adecuación de espacios
comunes en los cuales poder confluir para efectos de “reconciliarnos”. Así, tenemos, por
ejemplo, una amplia gama de memoriales, pero ningún monumento que homenajee a los
sujetos políticos en su condición de luchadores. En esta labor, el Museo cumple a cabalidad
su rol de medida “parche”, en la medida en que consigue articular un discurso que excluye
totalmente el concepto de “proceso” histórico político. Es decir, en su discurso no analizamos la pugna de poderes, la contienda social, política, económica y discursiva, el espectro
de valores e ideologías ni las subjetividades que se entrelazan en el contexto.
Esta carencia de la noción de proceso histórico queda graficada en las fotografías que nos
reciben en la recepción del museo: un collage de imágenes que hablan acerca del contexto
mundial de los años ’60 y ’70; una forma muy sencilla de despolitizar la discusión, de ampliarla al punto de diluirla en el concierto internacional, una justificación que no argumenta con detalles, sino con gestos vagos. Hablamos de una forma de generalizar el conflicto,
encontrarle sentido y razón en los eventos contingentes de otros lugares del mundo y no
es precisamente que este ejercicio sea perverso en sí mismo; se transforma en un elemento
peligroso en la medida en que, a pesar de esta sumatoria de imágenes, no se profundiza en
la época de la Unidad Popular ni se abordan los discursos y poderes políticos (nacionales e
internacionales, como bien sabemos) que circundan, dan forma y energía a lo que terminó
siendo la dictadura militar en Chile.
Otro punto que nos gustaría destacar en esta brevísima aproximación a la forma en que
se museifica la memoria en el sitio que revisamos, es el embellecimiento del espacio (por
cierto, neutro, en tanto no se escogió un ex centro de detención para montar el Museo,
en circunstancias en las que existe un gran número de lugares abandonados o autogestionados por colectivos que poseen muy escasos recursos, entre ellos el emblemático Estadio
Nacional de Chile, que aún mantiene en el mayor ocultamiento los hechos de horror que
tuvieron lugar en sus inmediaciones. En este sentido, nos referimos a una serie de detalles
que no poseen mayor valor simbólico que la ornamentación y decorado del Museo y de los
testimonios físicos que allí se conservan; así, funcionan como un nuevo elemento disuasivo, despolitizante y distractor.
Por último, resulta curioso observar cómo el nombre del lugar se encuentra en la puerta
principal, pero ubicado cara adentro; es decir, no puede accederse a él desde la avenida
principal. Quien asiste debe tener específico conocimiento de hacia dónde se dirige, pues
de otra forma, el cuadrado de cemento gigante y torpe que, a modo de ataúd, se impone
a pasos de una importante estación de metro, puede pasar perfectamente desapercibido.
Hablamos entonces de un lugar que propicia la instalación del olvido en el
ejercicio mismo de la memoria; de la misma forma que lo hacen los informes Valech y Rettig, igualmente emblemas de la reparación en nuestro país.
El primero13, en tanto prohíbe hacer públicos los nombres de torturadores,
13. Informe de la Comisión
Nacional sobre Prisión Polí-
tica y Tortura. http://www.
comisionvalech.gov.cl/InformeValech.html (WEB)99
recogidos en el proceso de elaboración del informe, hasta dentro de cincuenta años, momento en el cual tendrá lugar un recambio generacional. Por eso mismo, podemos verlo
como una forma de desaparición simbólica de personas en democracia, en tanto se hace
aparecer los cuerpos, pero no las vidas ni las historias de los sujetos. Y el segundo, conocido
como Informe Rettig (1991) y publicado por la Comisión Nacional de Verdad y Reconciliación, opera bajo una lógica muy similar. Señala Hernán Vidal que en él se mostró la
voluntad de separar los términos verdad y justicia. El Artículo Primero del Decreto Supremo Nº 355, del 25 de abril de 1990, establece que el informe se hará cargo de esclarecer la
situación de los detenidos desaparecidos, ejecutados y torturados con resultado de muerte,
siempre que aparezca comprometida la responsabilidad moral del Estado; sin embargo, en
el Artículo Segundo se señala que:
“En caso alguno la Comisión podrá asumir funciones jurisdiccionales propias de los Tribunales de Justicia ni interferir en procesos pendientes ante
ellos. No podrá, en consecuencia, pronunciarse sobre la responsabilidad que
con arreglo a las leyes pudiera caber a personas individuales por los hechos
de que haya tomado conocimiento”14
Lo que supone describir la lógica y los procedimientos represivos de la Dictadura, pero sin
nombrar a los responsables y, a partir de la lógica transicional del “realismo político” para
separar los conceptos de Verdad y Justicia, terminar reemplazando este último criterio por
el parche político que ha sido la mentada Reparación a las víctimas.
política educacioNal emaNada desde elmuseo de lamemoria a partir de
la lectura del material ofrecido a los doceNtes
El tema de la educación en el contexto de la posdictadura es extenso y sumamente complejo; sin embargo, por razones de tiempo, en esta ocasión sólo queremos detenernos en una
lectura del material15 ofrecido por el Museo de la Memoria a los docentes como sugerencia
de trabajo con los estudiantes en instancias previas a la visita.
La guía de trabajo consiste en una actividad de 90 minutos, divididos en
una introducción al tema de 5 minutos, realizada mediante la dinámica de
“lluvia de ideas”; 70 minutos de trabajo en grupos desarrollando una serie de
preguntas basadas en la lectura de un fragmento del Informe de la Comisión
Nacional sobre la desaparición de personas en Argentina16 y un cierre de 15
minutos en el cual debería desarrollarse una suerte plenario en donde los estudiantes expongan sus conclusiones y luego el profesor debería concluir la
clase destacando los siguientes puntos: desarrollar las respuestas o conclusiones de los grupos en el trabajo de la guía grupal, enfatizar en que el conjunto
e integralidad de los derechos humanos son necesarios para la convivencia
democrática y pacífica señalar que para conocer más de los DDHH y una
parte de la historia de Chile, se visitará el Museo de la Memoria y los Derechos Humanos.
14. Informe de la Comisión
Nacional de Verdad y Reconciliación (RETTIG) (WEB)
http://www.ddhh.gov.cl/
ddhh_rettig.html (1990)
15. Ficha de preparación para
la visita guidada al Museo
de la Memoria y los DDHH
para 3eros y 4tos medios.
(WEB) http://www.museodelamemoriaylosderechoshumanos.
cl
16. Ernesto Sábato, (comp.).
Nunca más. Informe de la
Comisión Nacional sobre la
desaparición de personas. (Argentina: Eudeba, 1984).100
Ahora bien, iremos punto por punto, buscando igualmente revisar algunas de las preguntas que se sugieren para la realización de la comprensión lectora. En primera instancia, la
dinámica de “lluvia de ideas” es un ejercicio que puede resultar interesante para aproximarse a un tema, pero que requiere de una fuerte orientación en el problema específico que
aquí intenta rodearse. En este sentido, nos parece preocupante que se articule en escasos
5 minutos una mezcla de nociones tendenciosas, sin vinculación necesaria, ni orientación
concreta. Esto sin olvidar que dejar en manos de los estudiantes la suerte de una actividad
relativa a un tema que por lo general rechazan y consideran aburrido, en el breve tiempo
sugerido, puede redundar en el fracaso de esta primera etapa de la clase. Por otra parte,
creemos que debería incluirse una evaluación posterior a este ejercicio, que permita esclarecer y definir ciertos conceptos fundamentales para el trabajo que continúa, además de
introducir una reflexión en torno a las nociones de ciudadanía y civilidad.
Luego, fuera del hecho de que se cite un fragmento del Informe realizado en Argentina y
de este modo se sitúe el conflicto en otro país, nuevamente observamos que no se abordan
causas ni actores políticos y se limita la lectura a la tragedia de los detenidos desaparecidos
exclusivamente. En este sentido, creemos que la visión propuesta se liga a la visión estatal
que permanentemente ha intentado autolegitimarse desde los gobiernos de la transición
a partir de una serie de hechos que pueden resumirse en la justificación del mencionado
“realismo político”
Dado que la Constitución fue modificada durante el primer gobierno de la Transición para
que pudiese coincidir plenamente con el Derecho Internacional de Derechos Humanos, la
aplicación del llamado “realismo político” significó una profunda contradicción jurídicopolítica en la institucionalidad chilena. Pues, según el Derecho Internacional, los crímenes
cometidos en contra de la humanidad son inamnistiables e imprescriptibles y, en este sentido, el Estado de Chile estaría obligado a enjuiciar a quienes resulten responsables.
Considerando este escenario, y acogiéndonos a la perspectiva de Hernán Vidal en torno al
asunto, sólo queda la posibilidad de transferencia al plano simbólico del debate acerca de
las implicaciones del postergamiento de la justicia. Aunque, claro está, este desplazamiento
y reducción de la responsabilidad legal al plano simbólico sigue siendo inaceptable desde el
punto de vista del Derecho Internacional.
Volviendo a la guía de trabajo, hemos decidido, en honor a la extensión de este artículo,
poner énfasis en algunas de las preguntas que se sugieren; por ejemplo, la número 4 señala:
“¿cuál es el valor que el autor le atribuye a la democracia y, por lo tanto, cuál sería el rol del
Estado frente a la protección de los Derechos Humanos? En este punto, nos parece complejo proponer que los estudiantes aborden de manera intuitiva lo que viene a ser el rol del
Estado frente a la protección de los Derechos Humanos; pensamos que debería partirse
de una revisión acerca de cómo cada Estado, y en particular el chileno, trabaja y aterriza
los derechos esenciales en su constitución y su marco jurídico. Esto pues, hablamos de un
asunto de suma relevancia política, social y económica, que requiere conocimientos previos
y reflexión antes de ser abordado. 101
Posteriormente, y en relación a la pregunta acerca de qué se entiende por la expresión
“Nunca Más”, extrañamos una profundización que apunte a diferenciar los diversos usos
políticos que se le ha otorgado al tema de las violaciones a los derechos humanos e igualmente a la memoria histórica. En este punto, se valora el juicio implicado en la expresión
citada, sin embargo, pierde valor cuando lo contextualizamos en el discurso que lo ha
mantenido durante años y que habla de tortura y “excesos”, pero nuevamente no aborda el
trasfondo político ni el valor humano de los grupos en cuestión.
En definitiva, hablamos de una propuesta que reduce el espectro de impacto a un grupo específico y minoritario de la población, victimizando a los sujetos y sin abordar el contexto
jurídico chileno en torno a los Derechos Humanos. Por último, creemos que una actividad
de evaluación y reflexión posterior es una necesidad imperiosa en este tipo de iniciativas.
En este sentido, se opone a las didácticas de la pedagogía de la memoria en tanto entrega
una cápsula de conocimiento parcial previamente elaborada y no se motiva a la confrontación creativa y crítica de las memorias individuales de los jóvenes que portan, por cierto,
otra porción del horror, un despliegue diferente de su poderío.
Ahora bien, la complejidad del devenir histórico chileno, demanda la necesidad de entrelazar procesos para efectos de su comprensión y análisis. Por “proceso histórico”, se entiende
la construcción dialéctica y continua que protagonizan los sujetos, vinculando sus pasados, presentes y futuros. De esta forma, para la historia, los hombres son, por excelencia,
los constructores de los procesos históricos y la acción que desarrollan, su
material de obra; estamos entonces frente a una noción que “se sitúa como
un nudo en el que se mezclan una multitud de rasgos convergentes, sean de
estructura social, sean de mentalidad colectiva.”17
Precisamente, la comprensión e incorporación de la noción de ‘proceso histórico’, abre nuevas perspectivas en este sentido. El ‘Manifiesto de Historiadores’ del año 1999, escrito luego del arresto de Augusto Pinochet en
Londres, responde en sintonía con este concepto, a una de las tres “verdades
históricas” planteadas por el mismo dictador en su “Carta a los Chilenos”.
Con respecto a la exclusiva responsabilidad, identificada por Augusto Pinochet en dicho
documento, de la Unidad Popular en la crisis política y económica desatada bajo su gobierno, los historiadores Sergio Grez y Gabriel Salazar, señalan:
“…la crisis de 1973 no se debió solo a la conducta gubernamental de la Unidad Popular (…) sino también –y no poco- a procesos históricos de larga duración, cuyo origen puede rastrearse en el siglo XIX, o antes. (…) Es preciso considerar que las crisis
‘pre-populistas’ de 1851, 1859, 1890-1891, 1907-1908, 1924, 1930-1932 y las crisis
‘desarrollistas’ de 1943, 1947, 1955, 1962 y 1967-1969 revelan, en conjunto, que el
daño estructural causado por un siglo de gobiernos oligárquicos y neo-oligárquicos
era de difícil remonte por vías democráticas…”18
En este sentido es que postulamos que una incorporación de la noción de “proceso histó-
rico” al proyecto educativo en torno a memoria y derechos humanos que se elabora desdelas políticas oficiales, aportaría en profundidad y comprensión crítico-reflexiva en torno a los hechos, relevaría la magnitud del impacto social que poseen y contribuiría a definir los límites del concepto de democracia que intentamos articular a nivel país.
17. Bloch, Marc. Introducción
a la historia. (Buenos Aires:
Fondo de la Cultura Econó-
mica, 1952). 29-30
18. Grez, Sergio; Salazar,
Gabriel. Manifiesto de Historiadores. (Santiago de Chile:
LOM Ediciones, 1999).
10-11102
Buscando cerrar la presentación, vale la pena insistir en que la historia y la memoria no
tienen que ver con el hecho de recordar como un fin en sí mismo. Si entendemos que al
hacerse cargo el Estado del ejercicio de la memoria, debe también ocuparse de lo que este
movimiento reflexivo implica y plantear las violaciones a los derechos humanos como un
problema actual, entendemos igualmente entonces que debe existir reflexión, justicia y
reparación en torno al presente.
obras citadas
Bloch, Marc. Introducción a la historia. (Buenos Aires: Fondo de la Cultura Económica,
1952 (1° ed. en español).
Ernesto Sábato, (comp.). Nunca más. Informe de la Comisión Nacional sobre la desaparición
de personas. (Argentina: Eudeba, 1984).
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