Revista Psicología

Nuestros derechos asertivos (I)

Por Centro Psiconet

Son muchas las ocasiones en las que hemos dicho cuando en nuestra cabeza resonaba un no, que hemos hecho un favor que no nos apetecía, que hemos ido con desgana a un plan o que hemos defendido lo indefendible cuando ya pensábamos de manera distinta.

Unas veces lo habremos hecho por miedo a “el que dirán”. Otras por evitar una discusión o que la otra persona se sienta mal. Y otras simplemente porque no sabemos ni por dónde empezar.

Hacer favores o justificar por qué pensamos de una manera u otra no tiene nada de malo. El problema viene cuando, por regla general, ponemos automáticamente a los demás por delante de nosotros y de nuestros intereses porque creemos que de lo contrario seremos unos egoístas si no actuamos como “socialmente” se espera.

En Psicología hablamos de los derechos asertivos para referirnos a este tema, que son nada más y nada menos que aquellas premisas que todos tenemos a la hora de comunicarnos y que por sencillas que parezcan no suelen estar muy presentes en nuestro día a día.

Para ponerle remedio a esto, dedicaremos varias entradas del blog a detallar este decálogo de la comunicación:

Tengo derecho a…

  1. Ser mi propio juez

Significa reconocer y  aceptar nuestras formas de pensar, sentir y actuar en cada momento, asumiendo las consecuencias.

Como es natural, habrá quien nos de su opinión (incluyendo los famosos “te lo dije”) y no tiene nada de malo reflexionar sobre otros puntos de vista mientras tengamos claro que a la hora de dictar sentencia solo nos corresponde a nosotros ese papel, recordando el motivo que nos impulsó a actuar de esa forma, independientemente del resultado final.

Tengo derecho a…

  1. Elegir si me involucro o no en los problemas de los demás

Si somos asertivos podremos ponerle freno a lo que otros nos demanden si sentimos que no somos capaces de ayudarle, no nos apetece o si en ese momento no estamos disponibles.

Por ejemplo, si un compañero nos está contando un problema y no somos capaces de concentrarnos en nuestra tarea una respuesta asertiva sería que nos lo contase al salir.

Es imposible pasar por la vida de puntillas evitando no molestar a los demás. Mientras nuestra intención no sea la de dañar, tenemos que intentar tomarnos ese enfado con filosofía y sabiendo que tenemos derecho a defender nuestros intereses. Esto también incluye saber parar a tiempo si notamos que nos estamos implicando en exceso en un problema ajeno, ya que si nos desbordamos no podremos servir de ayuda a quien nos ha pedido apoyo.

Tengo derecho a…

  1. Decidir si quiero o no dar explicaciones

A priori tiene mucha lógica, pero (cómo no) inmediatamente pensamos en el efecto negativo que con frecuencia tiene defender estos derechos, y es que cuando pedimos una explicación no suele gustarnos recibir un no como respuesta o percibir cómo el otro echa balones fuera, pero es que no estamos obligados a contar la versión extendida de la película de nuestra vida.

(Para recordar en qué situaciones, ante qué personas y sobre todo, cómo manejar este tipo de conversaciones, podemos usar técnicas como el disco rayado y el banco de niebla, explicadas hace unos meses en este blog)

 

 

Continuará…


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