Ese punto verde es una galaxia situada a unos tres mil setecientos millones de años luz y su tamaño, alrededor de un agujero negro, es difícil de imaginar para los legos en la materia. El Sr. Hawking afirma que solo podemos ver una parte del universo que nos rodea, el llamado cono de luz, mientras que el resto no sabemos siquiera si existe. Atribuyen a Einstein la famos frase sobre que existen dos cosas infinitas: El Universo y la estupidez humana, y no estaba muy seguro de la primera. El conocimiento de estas cifras nos empequeñece y confirma que vivimos y morimos en una esquina menos que microscópica del vasto espacio que nos rodea. Invita a la reflexión sobre la gloria y la miseria humana, de modo tal que ni una ni otra tienen demasiada relevancia simplemente, al mirar un cielo cuajado de estrellas. La inmensidad del mar es igualmente ridícula toda vez que nuestro planeta es pequeño y nuestro sol, una estrella de tamaño mediano en la flor de la vida. Me gustaría poder llegar a ver el astro rey en su lenta agonía, creciendo y comiéndose los planetas vecinos, entre los que se encuentra el nuestro, que alcanzaría temperaturas incompatibles con la vida, tal como la conocemos ahora. Pensar que este fenómeno es exclusivo de la Tierra resulta tan pretencioso como creer que éramos el centro del universo, aunque la Iglesia hiciese pagar un alto precio a algunos científicos, pretendiendo siempre conseguir la gloria desde la ignorancia. Mañana, cuando salga y contemple el cielo, tendré la sensación de que sabemos un poco más dentro de nuestra vasta ignorancia, y cualquier paso hacia adelante en el conocimiento, no nos hará, desde luego más libres, pero siempre un poco más sabios, o cuando menos, más cultos.