Cuando nació Jesús de Nazaret la Tierra estaba habitada por 200 millones de humanos, aproximadamente el mismo número que vive hoy en Brasil.
En 1954, con un censo global cercano a los 2.700 millones de personas, un jovencísimo Elvis grababa su primer disco.

En dos mil años nos hemos multiplicado por treinta y cuatro y perdido el setenta y ocho por ciento de los bosques primarios. En poco tiempo, en el 2050, 9.000 millones de personas poblarán la Tierra, el doble de gente que cuando Elvis aprendía a cantar, nueve veces el número de personas que festejaron la nochevieja de 1.800.
Por eso las matemáticas son tan odiosas, porque no disimulan lo viejo que eres y el poco dinero que puedes gastar, pero sobre todo impiden que el mundo -el que queremos ver, no el que realmente vemos- siga siendo maravilloso.
