Revista Maternidad

Nueve semanas y media

Por Lamadretigre

nuevesemanasymediaEn estos foros maternales somos mucho más desinhibidas que Kim Basinger. Dónde va a parar. Nosotras no nos conformamos con nueve semanas y media de aventuras tórridas con Mickey Rourke cuando todavía era humano y no el monigote hinchado de botox que es ahora. Nosotras vamos mucho más allá. Nosotras nos lanzamos sin mirar atrás a la apasionante vida sexual de la mujer embarazada. Durante nueve meses y medio.

Al principio la cosa promete. No hay nada mejor que meterse en la cama con el portador de los genes elegido sin anticonceptivos ni otros estorbos. Y encima con premio. Ríanse ustedes de la relación del burro con la zanahoria. Póngale un embarazo a tiro a una mujer en pleno proceso ovulatorio y verá usted lo que es un sprint. Ni Carl Lewis en las olimpiadas de Seoul.

La búsqueda de retoño es la etapa dorada de cualquier macho con ambiciones copulatorias. Se acabó el tener que currárselo. Ahora su fémina se le despatarra encima a la primera de cambio dispuesta a lo que sea con tal de obtener una muestra decente de esperma. Cierto es que si la búsqueda se prolonga pueden llegar a observase comportamientos algo perturbadores en la portadora del útero como la insistencia por consumar ciertos días del mes y no otros, la adopción de posturas imposibles antes, durante y después del coito, y algunas otras monerías cortesía de internet y su infinita sabiduría.

Tras la implantación del cigoto la cosa cambia. Una escucha de todo. Por lo visto hay líbidos a las que el embarazo les sienta divinamente y se pasan los nueve meses en un estado de frenesí perpetuo. Otras líbidos en cambio ponen pies en polvorosa y si te he visto no me acuerdo hasta después del puerperio. En mi caso, mi líbido se vuelve bipolar y no atiende a razones ni patrones discernibles. El primer trimestre, por lo general, suele caer presa del agotamiento extremo que me invade y no hay uso del lecho conyugal que me inspire más que una siesta. Hago ciertas excepciones porque en el fondo estoy muy contenta y quiero al padre tigre con bastante fruición. Pero son actos altruistas. Agradables, pero prescindibles.

Luego la cosa mejora. Algo. En el segundo trimestres una recupera la energía y las ganas de vivir y la líbido vuelve a sentirse con ganas de hacer acto de presencia. Cuando menos te lo esperas. En las situaciones más inverosímiles. Haya o no posibilidad física de consumar en ese preciso momento. Una puede estar en el supermercado valorando la lozanía de una cebolleta cuando, sin previo aviso, la cebolleta en cuestión empieza a parecerse un poco a un miembro masculino mientras te invade un cosquilleo casi olvidado. En estos casos una podría soltar las bolsas y asaltar al reponedor de turno. Pero suele prevalecer el decoro y no nos queda otra más que acabar la compra a la velocidad del rayo y correr a llamar al padre de la criatura para deje lo que sea que esté haciendo y se persona en el hogar a la voz de ya.

Otro clásico son los sueños no aptos para menores. Durante el embarazo el mundo onírico se vuelve intensísimo y a veces nuestra líbido aprovecha para campar a sus anchas. De forma que el pobre padre, que ha sido rechazado con un es que hoy estoy muy cansanda apenas hace dos horas, se encuentra durmiendo al lado de la versión exagerada de la niña de la flauta de American Pie. Si tiene suerte, su señora se despertará todavía en celo y le regalará un revolcón épico. Con menos fortuna, el episodio se resolverá en brazos de Morfeo y el pobre varón se quedará una vez más compuesto y sin madre de la criatura.

Por si esto fuera poco, algunas mujeres, a partir de cierto mes, padecmos un raro síndrome que hace que después de cada sesión de carantoñas matrimoniales nos paseemos cual John Wayne durante por lo menos un día. Así que antes de copular una tiene que consultar con su agenda, la del consorte y la de la esquiva líbido. Casi nada.

A mí lo que me extraña es que todavía no se haya extinguido la especie.


Archivado en: Tú, yo y nuestras circunstancias Tagged: Embarazo, Madres, Matrimonio, Padres, Pareja, Sexo, Sexo en el embarazo
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