Revista Opinión

Nuevo gobierno en Grecia y...

Publicado el 14 mayo 2012 por Vigilis @vigilis

Un sondeo indica que el 80% de los griegos quiere quedarse en el euro. Las recientes elecciones indicaron que el 70% no acepta las condiciones impuestas para quedarse en el euro. ¿Cómo se come eso? La interpretación inmediata es que una amplia mayoría de griegos quieren quedarse en el euro con otras condiciones.

Adiós, y gracias por el yogur

Los peores casos de hiperinflación (CNBC.com)

Grecia tiene hasta este jueves para formar gobierno. Se producen reuniones entre partidos y se cruzan declaraciones que no sirven para nada. Lo más seguro es que tengan que ir a unas nuevas elecciones en cinco semanas. Justo el plazo en que llega el nuevo paquete de rescate. Es decir, lo más probable es que cuando toque la nueva remesa de dinero fresquito, no haya un gobierno para recibirla.
-No pasa nada. Hablamos del estado griego, seguro que no necesita el dinero con urgencia. Además, si ese dinero se emplea para pagar los intereses de préstamos previos, se puede llegar a un acuerdo para alargar el plazo...
Nein. Eso en una situación similar le valdría a España, no a Grecia. Grecia tiene lo que se llama un 'déficit primario', es decir, quitando el pago de la deuda de sus presupuestos, sigue estando en déficit. Así que la cosa no es que esté regular tirando a mal, o que sea complicada, no: no habrá cosa. Fin de la historia, adiós. Un placer haberos conocido.
Adiós, y gracias por el yogur

Es extremo que un país de la Unión Europea, de la noche a la mañana, tenga que recurrir a la solidaridad de Cruz Roja Internacional, para mantener encendidos los generadores de los centros de diálisis, pero esa es solamente una estampa anecdótica de lo que les pasará. La fuga de capitales y el cierre inmediato de prácticamente todas las empresas extranjeras, seguirá, con lo que la Iglesia Ortodoxa Griega deberá pasar a ocupar el espacio de los servicios sociales y, presumiblemente, del sistema educativo griego. Es lo que ocurre cuando un país se queda sin dinero.
Algo arreglarán para que siga habiendo energía eléctrica (malvender patrimonio público), aunque no descartaría cortes de luz en las ciudades. La policía, sin sueldo, bajaría su efectividad, cuando no se pasaría en tromba al otro lado de la ley. El toque de queda supervisado por el ejército es una opción nada descartable.
Se empezarían a imprimir dracmas en el extranjero. Tal vez se cogerían los billetes griegos del euro (los que llevan la Y griega) y se les daría un nuevo tipo de cambio. Si el gobierno griego de turno no quiere abrir los telediarios con muertos en las calles y saqueos en los supermercados, se debería inventar una excusa para mantener todos los bancos cerrados y todos los cajeros apagados durante unos días, hasta saber qué diablos hacer. En Irak, sustituir toda la masa monetaria les llevó tres meses a los americanos. No olvidemos que se trataba de un país ocupado militarmente.
Todo producto importado pasaría a ser objeto de lujo. Se calcula una devaluación del dracma del 30%. Los cálculos no pueden tener en cuenta reacciones de pánico e inseguridad, así que no descartemos un escenario peor. Millones de jubilados griegos pasarían a la indigencia. Pero no a una indigencia llevadera por redes de seguridad, sino a una que deberá afrontar problemas de desnutrición, asaltos, falta de calefacción,... El primer invierno después de la quiebra será muy duro.
Los italianos se suelen quejar de la inmigración magrebí y albanesa. Que se preparen para la inmigración griega. Pero la situación más horrible imaginable no solo afectará a los griegos, sino a la credibilidad de toda la Unión.
Los impagos
Con la quiebra y salida de la eurozona, la deuda griega pasa a ser papel mojado. Los 240 mil millones de euros del rescate, dejarán de existir. Los 130 mil millones de deuda griega comprada por el eurosistema, también. La exposición privada a la deuda griega, calculada entorno a los 25 mil millones, volará por los aires. JPMorgan calcula unas pérdidas de 400 mil millones. Un dinero con el que se podría comprar un país.


Hay que señalar que la contabilidad es la descripción de una fotografía, no indica las consecuencias de la desaparición de 400 mil millones de euros. Se especula con la forma en que afectará el suicidio griego a España e Italia. La deuda italiana y española comprada por inversores privados, BCE, Eurosistema y FMI es tan grande, -¿tres billones de euros? desconozco el dato- que es un Kobayashi Maru de proporciones gigantescas.
La destrucción de Grecia afectará a la credibilidad del euro, eso se da por descontado. Los inversores internacionales tenderán a deshacerse de nuestra deuda, caerá la demanda, y solo nos seguirá comprando el BCE. Por otra parte, el BCE y otros fondos europeos deberán arreglar el agujero dejado por Grecia, con lo que no podrán seguir comprando alegremente.
No es difícil adelantar que en este horrible escenario, la cuerda se tensará en la eurozona. Con toda la razón del mundo, los países ricos no querrán tirar su dinero en los pobres. El caso es que al estar en el mismo sistema monetario, no les quedará otra. Los países pobres -odio el eufemismo 'países periféricos'-, tendremos que cumplir con las condiciones de los prestamistas sí o sí. Nuestra posición en los órganos comunitarios sería de 'calientasillas', sin voz ni voto. Ni siquiera podremos hacer como Oliver Twist: «por favor, señor, quiero un poco más de sopa».
Voluntad política
Afortunadamente, España va cumpliendo. Repasar los balances de los bancos y fomentar el alquiler, son medidas en la buena dirección. Se puede ahorrar mucho con una reforma audaz de la administración y eso deberá llegar. No descarto otro tipo de publicidad para convencer a la masa.
El caso es que por mucho que ahorremos y limpiemos balances, necesitamos producir y vender. Necesitamos competir. Con un cliente como es Portugal, cortándose las venas, nuestras empresas deberán ponerse las pilas. Esto nos preocupa a nosotros y espero que a otros países de la Unión también. Idealmente un nuevo Plan Marshall podría consistir no en dar dinero a los bancos, sino directamente a empresas siempre y cuando dejen ver sus balances y presenten proyectos atractivos. Personalmente, viendo la estructura empresarial española, abogaría por un Plan Marshall para pequeñas empresas en forma de microcréditos. Claro que el dinero no se puede quemar alegremente, habría que inventar toda una nueva concepción de la revisión contable de cientos de miles de pequeños negocios. Suena muy raro, pero ante nosotros tenemos un escenario que no hemos tenido antes, así que hacen falta nuevas ideas. Ideas como esa o como la de no freirnos a tasas e impuestos. Si afrontas la austeridad, afróntala por los dos lados de la moneda.
Claro que para aceptar nuevas ideas, hace falta voluntad política. Viendo el comportamiento de los ciudadanos griegos, en España harán falta imágenes muy dolorosas en la tele para convencer a la gente. Es preciso cambiar el discurso que reina en la calle. Ahora mismo, es constatable la situación de queja, pero la alternativa que tiene más eco nos lleva directamente al escenario griego. Es necesario que alguien nos diga que podemos evitar lo peor. Hay que dar alguna esperanza a los de aquí, al igual que se hace con los inversores internacionales. Nos tenemos que creer que somos capaces de salir del pozo. Alguien, de alguna forma, debe intentar usar las instituciones europeas para hacer piña con otros países europeos. Es preciso convencer a Alemania de que su riqueza no es posible si está en el mismo espacio monetario que otros que las pasan canutas.


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