La NASA está buscando claramente una forma futura de manejar tanto los desechos humanos como la necesidad de combustible en vuelos espaciales de larga duración o cuando se intente colonizar otro planeta. Para ello, ha asignado al ingeniero Jonathan Trent la tarea de dar con una manera de utilizar las algas para resolver ambos problemas al mismo tiempo. Su solución es utilizar bolsas de plástico flotando en el mar como pequeños biorreactores, que contengan aguas residuales, luz solar y dióxido de carbono para hacer crecer las algas que se puedan utilizar como un medio para crear biocombustible.
El proyecto llamado Offshore Membrane Enclosures for Growing Algae (OMEGA), se mostró a periodistas en una de las plantas de tratamiento y control de aguas en San Francisco y es la culminación de una investigación de 10 millones de dólares.
La idea es más práctica que una revolución, dice Trent, que habló a los periodistas sobre el proyecto. La idea era encontrar una manera de crear una granja de algas que pudiera ser colocada cerca de una planta de tratamiento de residuos, sin necesidad de tierra. Fue entonces cuando se le ocurrió la idea de usar bolsas de plástico flotando en el océano. Los sistemas convencionales utilizan grandes charcos de agua establecidos en tierra firme. En el laboratorio, cada bolsa es de cuatro metros de largo y ha sido fertilizada con aguas residuales y dióxido de carbono. La luz del sol se abre paso a través del plástico transparente mientras flota en la superficie del mar, que no sólo sirve como lugar donde ubicarlas, sino que también ayuda a mantener las algas frescas, algo que debe hacerse mecánicamente en otras instalaciones. Las algas se alimentan de las aguas residuales y crecen hasta que la bolsa está llena, momento en el que se retira para ser utilizadas para elaborar biocombustible.
Los informes hasta el momento muestran que las granjas de algas creadas de esta manera, serían capaces de producir más de dos millones y medio de galones de combustible al año en un área de poco menos de dos kilómetros cuadrados.
Trent dice que con una granja real, el dióxido de carbono podrían venir de las centrales eléctricas cercanas, ayudando a reducir la huella que deja el carbono en todo el proceso. No ayudaría, al contrario, que todo el esquema esté basado en derivados del petróleo como son las bolsas de plástico, que además de su huella de carbono inherente también tendrían que ser eliminadas una vez al año ya que se degradan con el agua salada. Trent sugiere que agricultores en California podrían usarlas en lugar de las grandes lonas que utilizan actualmente. También dice que si una o más de las bolsas se rompen, por ejemplo durante una tormenta, no hay que preocuparse de que el alga muera y tampoco hay que preocuparse por el agua residual liberada ya que sería las instalaciones de aguas residuales como las de San Francisco ya bombean este tipo de residuos a la bahía.
En este punto parece claro ha de desarrollarse un nuevo tipo de plástico para que el proyecto sea viable, sobre todo si para ser transferido a aplicaciones de exploración espacial en algún momento, tal vez algo hecho de un material biodegradable, que podría ser cultivado a lo largo del camino, para poder utilizarse como fertilizante posteriormente.
Má información del proyecto OMEGA
Autor: Bob Yirka
Enlace original: NASA shows off new algae farming technique for making biofuel