Un dinosaurio depredador con protuberancias óseas en sus brazos y una joroba en su espalda proporciona una nueva evidencia de que las plumas comenzaron a aparecer antes de lo que los investigadores pensaron, según un informe publicado en Nature.
La nueva especie, llamada Corcovatus Concavenator, medía cerca de 4 metros de largo desde la nariz hasta la cola y vivió durante el período cretácico temprano, alrededor de hace 130 millones de años. Sus descubridores, encabezados por el paleontólogo Francisco Ortega, de la Universidad Nacional de Educación a Distancia de Madrid, encontró el fósil en una meseta semi-árida llamada Las Hoyas en el centro de España (Cuenca), que probable fuera un humedal subtropical durante el Cretacico.
Pero son unos extraños abultamientos en los brazos del dinosaurio lo que ha causado un gran revuelo: los investigadores piensan que puede haber sido parte de estructuras que anclaba púas a los huesos de la criatura.
Una rama del árbol genealógico de los dinosaurios se sabe que desarrollaron plumas y las estructuras necesarias para el anclaje de estas. Ese linaje, que incluye los famosos Tyrannosaurus Rex y el Velociraptor, también contiene antepasados de aves modernas. Sin embargo, cuando Ortega y su equipo trataron de colocar sus hallazgo en el árbol evolutivo, encontraron que ciertas características sutiles, como la forma y la textura de otros huesos, colocaban a la criatura en la vecina rama de los depredadores, la llamda Allosauroidea, en la que hasta ahora nunca había sido hallados restos de plumas.
“Sin embargo, las protuberancias en los brazos del Concavenator son exactamente inserciones de plumas necesarias para el vuelo en las alas de las aves”, dice Michael Benton, un palaeobiologist en la Universidad de Bristol, Reino Unido.
Si la interpretación de Ortega y sus colegas es correcta, implica que los dinosaurios desarrollaron estructuras de plumas mucho antes de lo que se pensaba. Debido a que es improbable que hubieran evolucionado por separado en ambos grupos, Ortega dice que el ancestro común de las dos ramas de dinosaurios depredadores (conocido como Neotetanurae), “podría haber sido una criatura emplumada” Como el Neotetanurae vivió durante el Jurásico Medio (entre 175 y 161 millones años atrás), antes de que el hallazgo “Esto empuja atrás la época en que las estructuras de aves aparecieron”, añade Ortega.
El esqueleto fósil del Corcovenator está bien conservado. Y además de las pequeñas protuberancias que pudieron haber alojado púas, tiene un llamativa característica más: su duodécima y undécima vértebra sobresalen dos veces más de lo habitual de su cuerpo. A diferencia de los dinosaurios como el Spinosaurus, que tenía aletas continuas. Corcovenator parece haber tenido más de una cresta corta.
“Una posibilidad es que esta especie de joroba tuviera una utilidad visual,” dice Roger Benson, paleontólogo de la Universidad de Cambridge, Reino Unido. Ortega y su equipo no sólo se muestran de acuerdo con esa posibilidad, sino que también tienen en cuenta que estas estructuras podrían ser utilizados para la refrigeración del animal, de modo similar a las orejas de un elefante, o que sirvieran para el almacenamiento de energía, como la joroba de un camello.
Hasta que los paleontólogos encontren más fósiles con características similares, la joroba seguirá siendo un misterio. Benton dice que por ahora, “No podemos decir nada al respecto que no sea qué es una característica extraña.”
Pero hay otra cuestión abierta en relación con la biología de las aves, dice Benton: “¿Cuál es el rango de estructuras similares a plumas de los dinosaurios que no existen en las aves de hoy?” Las protuberancias en los brazos del Concavenator evocan las de las aves con plumas, pero pueden haber sido anclajes para otras estructuras como cerdas construidas a partir de la queratina, la misma proteína que forma plumas, piel y uñas. Puede haber otros callejones evolutivos sin salida como el Concavenator “Nos gustaría saber la relación entre aves y dinosaurios en aquel periodo”. Añade Benton.
“Vamos a tener que concebir más dinosaurios más parecidos a los pájaros”, dice Ortega. Benson está de acuerdo: “La mayoría de alosaurios son representados como animales muy distantes de las aves. Lo que este hallazgo nos dice es que esta rama pudo haber incluido especies más parecidos a las aves, también”
Autor: Lucas Larsen.
Enlace original: Crested dinosaur pushes back dawn of feathers.