Números

Manguerazos contra palabras esta mañana en plaza Catalunya (Foto: La Vanguardia)

Hoy sube la factura de la luz, del gas y del butano. También se sustituyen las señales de límite de velocidad de 110 por las de 120 km/h. en autopistas y vías rápidas, que ya han empezado a relamerse ante el botín que les espera y el olor a gasolina quemada: hoy empieza la operación salida, el gran atasco, la operación huida.

Los números son cada vez más altos y hoy lo inundan todo, sin matices. Sólo nueve, los de los decimales. No hay término medio: se crece o se pierde, estás conmigo o contra mí. Sucumbe la palabra en esta lucha desigual con sus infinitos matices, olvidada, relegada, cuando no denostada desde edades tempranas, como revela una y otra vez el informe PISA o hemos podido ver en el reciente debate del estado de la nación. Y se piede el intercambio, el trueque de opiniones, el contacto directo con las palabras de otros en ese juego sutil de la conversación. Habría que buscar una fórmula, aunque fuera a base de números, que ligaran palabras y crecimiento, sólo así entenderíamos que la palabra nos hace más ricos, que es de lo que se trata en este mundo de números. Todo para que el campo infinito que hay en medio del conmigo o contra mí no se estreche cada vez más y se ahogue entre ecuaciones. Ahora las posiciones son irreconciliables, porque ¿alguien sabe explicar con palabras ese papel lleno de sombras que, paradójicamente, es la factura de la luz?

La temperatura también sube. Conmigo o contra mí. Harían falta millones de palabras, pero tampoco hay nadie escuchando.