Sí, lo confieso. Confieso que un servidor fue uno de esos niños que soñaron con ser futbolista. Llenar estadios, acaparar portadas, probar otras ligas… En definitiva, como muchos millones de futboleros, yo también anhelaba una vida dedicada al deporte rey. Y así das las primeras patadas a un balón, como diría Rosalía, malamente, imaginándote observado en la grada de aquel torneo local por la atenta mirada de un ojeador. Y vas pasando categorías del fútbol base (alevín, infantil, cadete) hasta llegar a la mayoría de edad, donde en juveniles te das cuenta de que esa oportunidad nunca llegará.
Leer Nunca es tarde si la puntería es buena