Después de un principio de otoño cálido y seco en la cornisa cantábrica, las lluvias han llegado para poner orden y recordarnos que octubre y noviembre son históricamente los meses más lluviosos en Asturias y en otras provincias del norte. Estas lluvias han sido torrenciales en muchos lugares, causando importantes pérdidas materiales e incluso personales en muchos de ellos, una situación que en gran parte de ha debido a una nefasta planificación urbanística que ha permitido edificar en zonas inundables, en las que como dice su nombre, tarde o temprano acaban inundándose si las precipitaciones son severas, como ha sido el caso. Y aún puede ser más grave, ya que todas las predicciones auguran un aumento de la frecuencia de eventos meteorológicos extremos como consecuencia del cambio climático, como lluvias torrenciales, nevadas extemporáneas o sequías inusualmente prolongadas.
Pareja de Sapo común en amplexus
Pero estas lluvias no han sido mal recibidas por todos. Muchos animales las esperaban ansiosos, ya que las largas semanas sin precipitaciones habían secado las charcas y fuentes donde acuden a reproducirse en esta época del año. Multitud de anfibios, como los Sapos comunes (Bufo spinosus) o las Ranas bermejas (Rana temporaria) se dirigen por millares estos días a las masas de agua recientemente formadas para aparearse.
Puesta de huevos de Sapo común en una cuneta
Los machos llegarán primero y tratarán de ocupar los mejores lugares para atraer a las hembras con sus cantos, enfrentándose a otros machos rivales para conseguirlo. Los sapos prefieren pequeños arroyos y no desprecian las cunetas, donde la corriente oxigena el agua necesaria para el desarrollo de los huevos. Durante el apareamiento, y después de que el macho se haya agarrado fuertemente a la hembra en una postura que recibe el nombre de amplexus, la hembra liberará un largo cordón de huevos que inmediatamente será fertilizado por el macho.
Las Ranas bermejas también agradecen estas lluvias, pero al contrario que los sapos, ellas prefieren las charcas temporales que se forman en prados, bordes de caminos e incluso las rodadas de las pistas forestales. El desarrollo más rápido de sus larvas permitirá que abandonen las charcas antes de que se sequen y por otra parte, que las charcas donde crían sean tan efímeras no permitirá que se asienten muchos depredadores que recibirían con agrado ese maná en forma de renacuajos.
Las ranas, al igual que ocurre con los sapos, tienen fecundación externa y para aparearse los machos agarran a las hembras en amplexus, estimulando de esta forma la puesta de los huevos, que rápidamente son fecundados.
Curiosamente, en nuestras poblaciones de sapos y ranas se da un fenómeno que no ocurre en latitudes más septentrionales. Las poblaciones de estas dos especies, dependiendo de la altitud a la que se habiten, tienen dos estrategias reproductivas diferenciadas (Álvarez et al., 2012). En zonas bajas, la reproducción tiene lugar durante el otoño y el invierno y puede prolongarse durante varios meses, mientras que en zonas altas, por encima de los 1000-1500 metros de altitud, el periodo reproductor es muy breve y tiene lugar durante la primavera, cuando se derrite la capa de nieve que cubre las charcas. Y más aún, como hemos confirmado en un artículo publicado hace unos años (Álvarez et al, 2014) dependiendo de la estrategia reproductiva que empleen, los fenómenos de selección sexual y competencia espermática también son diferentes.
La naturaleza nunca se detiene, y lo que para unos es una maldición para otros es un regalo caído del cielo.
Referencias- Álvarez D, Choda M, Viesca L, Cano JM, Bañuelos MJ, Matsuba C, García S & Nicieza AG (2012) Variación genética adaptativa en gradientes altitudinales: efectos sobre la viabilidad de poblaciones subdivididas en escenarios de cambio climático. pp 125-150. En: Ramírez L & Asensio B (Eds.) Proyectos de Investigación en parques nacionales: 2008-2011. Naturaleza y Parques Nacionales. Serie investigación en la red.- Álvarez D, Viesca L & Nicieza AG (2014) Sperm competitiveness differs between two frog populations with different breeding systems. Journal of Zoology 292: 202-205.