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Pero estas lluvias no han sido mal recibidas por todos. Muchos animales las esperaban ansiosos, ya que las largas semanas sin precipitaciones habían secado las charcas y fuentes donde acuden a reproducirse en esta época del año. Multitud de anfibios, como los Sapos comunes (Bufo spinosus) o las Ranas bermejas (Rana temporaria) se dirigen por millares estos días a las masas de agua recientemente formadas para aparearse.
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Los machos llegarán primero y tratarán de ocupar los mejores lugares para atraer a las hembras con sus cantos, enfrentándose a otros machos rivales para conseguirlo. Los sapos prefieren pequeños arroyos y no desprecian las cunetas, donde la corriente oxigena el agua necesaria para el desarrollo de los huevos. Durante el apareamiento, y después de que el macho se haya agarrado fuertemente a la hembra en una postura que recibe el nombre de amplexus, la hembra liberará un largo cordón de huevos que inmediatamente será fertilizado por el macho.
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Las Ranas bermejas también agradecen estas lluvias, pero al contrario que los sapos, ellas prefieren las charcas temporales que se forman en prados, bordes de caminos e incluso las rodadas de las pistas forestales. El desarrollo más rápido de sus larvas permitirá que abandonen las charcas antes de que se sequen y por otra parte, que las charcas donde crían sean tan efímeras no permitirá que se asienten muchos depredadores que recibirían con agrado ese maná en forma de renacuajos.
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Las ranas, al igual que ocurre con los sapos, tienen fecundación externa y para aparearse los machos agarran a las hembras en amplexus, estimulando de esta forma la puesta de los huevos, que rápidamente son fecundados.
Curiosamente, en nuestras poblaciones de sapos y ranas se da un fenómeno que no ocurre en latitudes más septentrionales. Las poblaciones de estas dos especies, dependiendo de la altitud a la que se habiten, tienen dos estrategias reproductivas diferenciadas (Álvarez et al., 2012). En zonas bajas, la reproducción tiene lugar durante el otoño y el invierno y puede prolongarse durante varios meses, mientras que en zonas altas, por encima de los 1000-1500 metros de altitud, el periodo reproductor es muy breve y tiene lugar durante la primavera, cuando se derrite la capa de nieve que cubre las charcas. Y más aún, como hemos confirmado en un artículo publicado hace unos años (Álvarez et al, 2014) dependiendo de la estrategia reproductiva que empleen, los fenómenos de selección sexual y competencia espermática también son diferentes.
La naturaleza nunca se detiene, y lo que para unos es una maldición para otros es un regalo caído del cielo.
Referencias- Álvarez D, Choda M, Viesca L, Cano JM, Bañuelos MJ, Matsuba C, García S & Nicieza AG (2012) Variación genética adaptativa en gradientes altitudinales: efectos sobre la viabilidad de poblaciones subdivididas en escenarios de cambio climático. pp 125-150. En: Ramírez L & Asensio B (Eds.) Proyectos de Investigación en parques nacionales: 2008-2011. Naturaleza y Parques Nacionales. Serie investigación en la red.- Álvarez D, Viesca L & Nicieza AG (2014) Sperm competitiveness differs between two frog populations with different breeding systems. Journal of Zoology 292: 202-205.