Para promover la semana del erotismo en el Fnac de Francia, la agencia Marcel de París instaló en una pared del local un dispositivo capaz de leer lo que estaba escrito en ella. Para ello, se necesitaba la interacción del público, que conforme iba recorriendo la frase, una voz muy seductora iba leyendo las palabras, bajo la sorpresa de todos los asistentes.
Nunca tocar una pared había resultado tan erótico. Bueno, o sí. Que yo no conozco vuestra vida privada ni lo que hacéis con las paredes
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