En su desarrollo biológico normal en personas físicamente inactivas, los picos más altos de masa muscular en la mujer se encuentra entre los 16 a los 20 años y en el hombre entre los 18 y 25 años, estos se podría ver modificado por comportamientos individuales del sujeto como: entrenamiento, dieta, entre otros. Estos porcentajes comienzan a modificarse a partir de la tercera década de vida, donde se observa una pérdida paulatina de este tejido en personas no entrenadas, alrededor del 3 al 8% por década hasta los 50 años, edad a partir de la cual varios autores resaltan una perdida pronunciada alcanzando porcentaje del 12 al 15% por década, este proceso biológico conocido como sarcopenia, se lo asocia directamente con la disminución en la fuerza y potencia muscular (dinapenia) y con ello mayor probabilidad de caídas y fracturas en personas adultas generando una mayor dependencia y en muchos casos hasta cierta discapacidad.
Las rutas de señalización que hemos comentado que son claves en la síntesis y degradación de proteínas, son complejas, pero al parecer la testosterona es un modulador clave de la comunicación entre ellas. En general, se acepta que los andrógenos, el eje hormona del crecimiento/factor de crecimiento similar a insulina 1 (GH/IGF1) y la folistatina (una proteína extracelular) activan rutas anabólicas. Por el contrario, la miostatina (un potente regulador negativo del desarrollo de la masa muscular y miembro de la familia del factor de crecimiento transformante β) y las ligasas de ubiquitina regulan rutas que resultan en la degradación de músculo esquelético.
Una vez dominemos estas vías señalizadoras, podremos comprender mejor la distinta adaptación al entrenamiento en los deportistas, así como la disminución, con la edad, del desarrollo muscular.Misu H et al. Deficiency of the hepatokine selenoprotein P increases responsiveness to exercise in mice through upregulation of reactive oxygen species and AMP-activated protein kinase in muscle. Nat Med. 2017 Apr;23(4):508-516. doi: 10.1038/nm.4295. Epub 2017 Feb 27.
Abstract
Exercise has numerous health-promoting effects in humans; however, individual responsiveness to exercise with regard to endurance or metabolic health differs markedly. This 'exercise resistance' is considered to be congenital, with no evident acquired causative factors. Here we show that the anti-oxidative hepatokine selenoprotein P (SeP) causes exercise resistance through its muscle receptor low-density lipoprotein receptor-related protein 1 (LRP1). SeP-deficient mice showed a 'super-endurance' phenotype after exercise training, as well as enhanced reactive oxygen species (ROS) production, AMP-activated protein kinase (AMPK) phosphorylation and peroxisome proliferative activated receptor γ coactivator (Ppargc)-1α (also known as PGC-1α; encoded by Ppargc1a) expression in skeletal muscle. Supplementation with the anti-oxidant N-acetylcysteine (NAC) reduced ROS production and the endurance capacity in SeP-deficient mice. SeP treatment impaired hydrogen-peroxide-induced adaptations through LRP1 in cultured myotubes and suppressed exercise-induced AMPK phosphorylation and Ppargc1a gene expression in mouse skeletal muscle-effects which were blunted in mice with a muscle-specific LRP1 deficiency. Furthermore, we found that increased amounts of circulating SeP predicted the ineffectiveness of training on endurance capacity in humans. Our study suggests that inhibitors of the SeP-LRP1 axis may function as exercise-enhancing drugs to treat diseases associated with a sedentary lifestyle.