Revista Opinión

Obra y gracia

Publicado el 11 diciembre 2014 por Lázaro Caldera Gómez @lassie_caldera
OBRA Y GRACIAMientras escribo esto, un operario y su amigo el martillo mecánico aporrean con saña el asfalto de la calle. Detrás de él, un grupo de cuatro o cinco, escandalizados, porque no encuentran la pala, o porque cada vez sale más agua o porque Pepe está dándole más de la cuenta al bujero. Hay una tubería picada. Y además, es diciembre, último mes del año anterior a unas elecciones. Queda poco tiempo para apurar el catálogo de las promesas incumplidas. O mejor, es la hora de tapar necesidades con acerados nuevos o tuberías más resistentes. O de abrir agujeros para lo que sea, agujeros grandes, de los que se ven y escandalizan de verdad.
Yo, que soy de pueblo, he visto ya al menos tres calles levantadas, dos socavones, tres calles más cortadas por obras y al menos el noventa por ciento del alumbrado público cambiado. La moda del led ha llegado, más económico y moderno, pero alumbrar, alumbra, para muchos, lo justo. "A más de uno le van a tener que pagar los dientes" leí en tiempos en que aparecían las primeras bombillas del moderno led.
Los que sois de ciudad seguramente ahora asistáis tan atónitos como yo a la proliferación de vallas, carteles de obra y nuevos alumbrados, calles cortadas que te hacen dar rodeos exasperantes y arena, mucha arena. Montones de arena en cada esquina. Son como las setas, suelen venir en tiempos de humedad, pero la diferencia es que estos solo lo hacen cada cuatro años, es raro que aparezcan si la necesidad es acuciante y da igual si la humedad y el nivel de lluvias han sido propicios, lo importante es cumplir en el menor tiempo posible y que los que pasen cerca sean partícipes de que una necesidad que ni siquiera creían necesaria ha sido cubierta. Además, como con los hongos comestibles, el asunto atrae a especialistas, titulados o no, para la admiración del espectáculo. La media de edad de tan distinguido público suele situarse en los setenta años y las experiencias varían según la vejez de cada uno, es decir, las opiniones más sabias sobre el arte de taponar alcantarillas y revestir asfalto viejo y aceras agrietadas siempre irán ligadas a los años. Por no hablar de los lúmenes que despide cada nueva y moderna farola de led.
Es diciembre, el último mes del año antes de unas elecciones. Y para alguien como yo, que ni es titulado ni tiene experiencia vital tal como para desgranar el arte de las obras urbanas, sigue siendo un misterio enorme por qué aparece un operario y su martillo rasgando el asfalto, otros cuatro o cinco detrás penando por la herramienta desaparecida, por qué Pepe le da más de la cuenta al bujero y por qué aparece tanto académico sexagenario ahora que más frío hace y menos ganas hay de debatir de puerta para afuera.
Preparen su papeleta. Este año tenemos led y tuberías nuevas. Busca por tu municipio que algo habrá. Que no se diga que no hay espíritu de renovación. Así son las obras. Por obra y gracia, de nuestra señora democracia.

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