Revista Ciencia

Ocho extremos: Lo más redondo en el Universo

Por Cosmonoticias @Cosmo_Noticias

Ilustración de un tipo de estrella de neutrones que emitie rayos X y gamma, conocida como magnetar

Un inusual tipo de estrella de neutrones que emite
rayos X y gamma (magnetar). Crédito: ESO/L. Calçada


En la cosmología medieval, el Universo era una serie anidada de esferas de cristal perfectas que llevaban al Sol, la Luna, los planetas y las estrellas. Ahora sabemos que el espacio es bastante desordenado, pero ¿tiene algo que reflejar esa visión de perfección esférica?
Los planetas están constituidos en formas esferoidales bien definidas por la fuerza de su propia gravedad. Las protuberancias más destacadas de la Tierra y las mayores profundidades, desde el monte Everest a la fosa de las Marianas, no sobrepasan el 0,2% del radio del planeta. Si no fuera por la forma ligeramente aplastada causada por la rotación diaria de la Tierra -achatada en los polos, abultada en el ecuador- nuestra casa sería una buena bola de billar cósmica.
La Tierra es muy escarpada comparada con las estrellas de neutrones. Su enorme densidad da como resultado una gravedad cerca de 200.000 millones de veces más fuerte que la de la Tierra. Eso es suficiente para aplanarlo todo hasta la más ligera irregularidad: el Everest de una estrella de neutrones probablemente no tendría más de 5 milímetros de alto. Como estas estrellas tienen normalmente un diámetro de 10 a 15 kilómetros, la altura del Himalaya es menos de una parte en un millón del radio estelar.
Durante un periodo de 16 meses durante 2004 y 2005, lanzamos nuestras propias bolas al espacio que rivalizaron con las estrellas de neutrones en cuanto a redondez. Gravity Probe B fue un satélite diseñado para buscar distorsiones en el espacio-tiempo creadas por la gran masa de nuestro propio planeta, las que son predichas por la teoría general de la relatividad de Einstein. Una de esas distorsiones es un efecto llamado "torsión por arrastre", en que el espacio es torcido alrededor por la rotación de la Tierra. El Gravity Probe B usó cuatro giroscopios basados en pequeñas esferas de cuarzo pulidas tan minuciosamente que no tienen irregularidades mayores a 0,4 partes por millón.
La relatividad pasa a ofrecernos algo más redondo incluso que las esferas de la sonda. El horizonte de sucesos de un agujero negro marca la región desde la que la luz no puede escapar para alcanzar el ojo de un observador lejano. No es exactamente una superficie: no puedes pasar una mano sobre él y maravillarte con su suavidad. Sin embargo, los astrónomos podrían pronto ser capaces de distinguir imágenes de algunos horizontes de sucesos de agujeros negros y, finalmente, darnos una imagen nítida de estas pseudo-superfices que son tal vez lo más parecido en la naturaleza a la redondez perfecta.
Observar materia cayendo en un horizonte de sucesos podría ser una prueba seria de Einstein. Si vemos porciones de gas en órbitas ligeramente diferentes de las predicciones de la relatividad, puede que necesitemos una nueva teoría de la gravedad. Y, por supuesto, si resulta que los agujeros negros no tienen el esperado horizonte de sucesos, sería una sorpresa.
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