Revista Comunicación

Oda al atún para que no desaparezca (II)

Publicado el 14 septiembre 2015 por Hugo Rep @HugoRep
En el artículo anterior narré algunos aspectos sobre los atunes, en especial sobre el atún rojo (Thunnus thynnus), y detalles sobre su actual situación de amenaza en el planeta. Así también, comenté parcialmente acerca de las posibilidades que existirían para salvar de la extinción a esta especie. Continuemos. Una de las medidas propuestas para frenar la pesca indiscriminada de este pez es el establecimiento de cuotas de pesca. No obstante, al parecer, esto no serviría de mucho, pues la pesca ilegal y el mercado negro son difíciles de controlar. Más del 75% del atún rojo (cerca de 70 000 toneladas) capturado anualmente termina en los mercados japoneses sin importar de dónde procede.

Los propios japoneses no respetan sus leyes y capturan a este pez donde lo encuentren. Con el tiempo, cada vez es más difícil encontrar a estos bólidos marinos. No obstante, la demanda aumenta y con esto los precios también. Su pesca es por eso un negocio atractivo. Una posibilidad de reducir la pesca sería que los japoneses dejen de consumir sushi y sashimi, lo cual suena casi imposible. Es como si nos dijeran que dejemos de saborear el cebiche. En este escenario solo nos quedaría, al parecer, una posibilidad: domesticar y criar atunes en cautiverio.

Un artículo del biólogo marino John Marra, de la Universidad de Columbia de Nueva York, publicado en julio del 2005 en la revista especializada Nature, titulado: When will we tame the oceans? (¿Cuándo vamos a domesticar al mar?) afirma que la pesca en los mares acabará por aniquilar la fauna marina. Marra sostiene que el hombre ha fracasado en su intento de regular dicha actividad y que en un par de décadas, ya no habrá posiblemente más que regular porque los mares no tendrán casi nada (o nada) para ofrecernos.

Acuicultura

Marra propone domesticar a las especies marinas. De esta manera se podrían criar especies claves para la industria pesquera y luego comercializarlas. No obstante, la acuicultura que se viene realizando es dañina (en muchos casos), porque contamina las costas y debilita las poblaciones actuales de peces silvestres mediante la transmisión de enfermedades y el contacto con sustancias tóxicas. Para evitar esto, Marra sugiere el uso de criaderos en alta mar, es decir, lejos de la costa y con superficies extensas utilizando redes y estructuras que permitan que estas "grandes jaulas" puedan ser movilizadas.

En lo que respecta al atún, Marra propone la captura y crianza de alevinos para luego ser capturados según la demanda y cuando tengan el peso adecuado. Todo esto bajo un adecuado plan de manejo que asegure una continuidad de la especie y hecho de tal manera que no afecte su ciclo natural. Según esta propuesta, si no se domestica al atún rojo y a los demás atunes, estos desaparecerán en los siguientes años. Alarmados ante tal situación, la Unión Europea viene apoyando proyectos de investigación y crianza de atunes e incluso ya ha anunciado algunos avances al respecto.

Así por ejemplo, científicos alemanes han experimentado con atunes en el Mar Mediterráneo, específicamente en las costas sureñas de Italia. Los resultados son positivos pues se logró colectar diversas crías a través de un tratamiento hormonal. Una de las primeras experiencias en la crianza comercial del atún se inició hace unas décadas mediante el trabajo de la empresa Clean Seas Aquaculture Growout en las costas de Australia. Actualmente, esta compañía trabaja de la mano con expertos europeos en búsqueda de soluciones para este problema. Incluso, el Gobierno Australiano también está apoyando estas iniciativas. Ya se han reportado esperanzadores avances.

Torpedos acuáticos

La crianza de estas criaturas perfectamente adaptadas al medio acuático se contradice tal vez con su condición de animales excepcionales que dan una gran batalla al ser capturados y que son depredadores por excelencia. Su principal enemigo, el hombre, tendrá que acostumbrarse posiblemente a criar estos seres únicos si no quiere verlos desaparecer. Una verdad lamentable que no puede ser rebatida si se siguen saqueando los mares en todo el planeta. Estas joyas de la hidrodinámica merecen mayor preocupación. Es penosos reconocer que los hemos casi aniquilado.

El atún tiene como únicos enemigos naturales a las ballenas. Su gran capacidad de caza y de movimiento los hace casi invencibles. Lamentablemente para la especie, las técnicas modernas de caza a través de sistemas georeferenciales han hecho más fácil su captura. El hombre le juega una mala pasada, pero es algo a lo que ya tenemos acostumbrada a la naturaleza para bien o para mal. Personalmente, me rindo ante este pez que por todo lo que he leído sobre él me lleva a tomarlo como ejemplo para mostrar las barbaridades que seguimos cometiendo.

Espero que logremos recuperar sus poblaciones, y si tendremos que contentarnos con contemplar al atún como animales de crianza debido a su casi exterminio, no nos queda otra alternativa. Me da mucha ira y consternación enterarme de esto, pero a esta situación hemos llegado.

En casa

La pesca brutal del atún (y de otras especies marinas) nos lleva a plantearnos el tema en base a nuestra realidad. Es sabido que en nuestro mar se realiza una sobrepesca debido principalmente al poco control y vigilancia que existe en el litoral que ocasiona que no se cumplan las vedas, que se usen redes prohibidas (o chinchorros) y que se pesque con dinamita. Nuestras aguas marinas no escapan al agotamiento de los océanos. En ese contexto, la ministra de la Producción ha anunciado hace unos días que se aplicarán penas carcelarias para los que pesquen con dinamita. Ojalá que esto se cumpla y no quede únicamente en el papel.

Para bien (esperemos), el Ministerio de la Producción ha publicado el 6 y 18 de marzo de 2009 las Resoluciones Ministeriales 103 y 112 respectivamente en donde se prohíbe el uso de "zumbador", "volador" y "samuyo", así como del "chinchorro" para la extracción de recursos hidrobiológicos y pesca en todo el litoral. Esperemos que se ponga mano dura y que se respeten estas disposiciones si queremos dejarle algo a las futuras generaciones.

Pero no solo es responsabilidad del Estado velar por los recursos naturales, el ciudadano de a pie debe ser también partícipe de la vigilancia de nuestra flora y fauna. Todos estamos involucrados en esta tarea pues debemos ser conscientes de nuestra responsabilidad histórica sabiendo del escenario nada bueno que se cierne sobre nosotros. Contribuir a la preservación de nuestra diversidad biológica es construir mejores bases para el futuro.

Finalmente, es recomendable darle una revisada a la propuesta de política nacional del ambiente publicada en el portal electrónico del Ministerio del Ambiente a fin de comentar dicho documento y enterarnos de qué es lo que se piensa hacer en lo referente a la pesca y a otros aspectos de interés.


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