Revista Cultura y Ocio

Oda al bombo legüero

Publicado el 18 septiembre 2020 por María Bertoni

«Poco a poco nos íbamos aclimatando a la ciudad. Hablábamos; no les entendíamos nada. Yo andaba en el tranvía con el bombito en la funda…
– Che, pibe, ¿qué es eso?
– ¡Un bombo!
– ¿Y cómo es eso? ¿Vos sos africano de cara blanca?
– ¡No, señor! Yo soy santiagueño».

Oda al bombo legüeroOda al bombo legüeroEl de Stefanazzi es uno de los diez films que participan de la Competencia de Cortos NOA en el sexto Festival Internacional de Cine de las Alturas que se desarrolla en San Salvador de Jujuy desde el 11 y hasta el 20 de septiembre.

Con suerte El florecer de un bombisto ayuda a combatir la mezcla de ignorancia y arrogancia porteña que Don Vitillo Ávalos deschavó con su sentido del humor habitual en el documental Ábalos, una historia de 5 hermanos. Es que la segunda ficción de Nicolás Stefanazzi recrea el derrotero de un bombo legüero desde los últimos retoques del armado hasta su entrega en un pueblito de Santiago del Estero. Filmado en noviembre de 2018, el corto se exhibe online en el marco del sexto Festival Internacional de Cine de las Alturas.

Un joven aprendiz de luthier protagoniza esta pequeña road movie con escasos parlamentos y sin embargo elocuente a la hora de expresar el amor por el instrumento que Don Vitillo, Domingo Cura, Guillermo Fatiga Reynoso supieron tocar con una destreza inolvidable. En este punto corresponde contar que el anuncio de la muerte de Reynoso a fines de agosto de 2016 inspiró en el también autor de Tiempo de sequía la ocurrencia de rendirles homenaje a los llamados Bombistos.

El tributo se vuelve explícito para el público que reconoce al mencionado Fatiga en el apellido del destinatario del bombo, y a Segundo Fermín Shigu Maldonado, cantautor y sobrino de Sixto Palavecino, en el rostro de un personaje secundario (y solidario). Los legos en la materia nos sensibilizamos ante las imágenes que condensan la devoción del joven José por el legüero recién terminado, ante la tonadita santiagueña del chango en cuestión, ante la fotografía que Nahuel Varela tomó en la Reserva Ecológica Forestal Hermanos del Ceibo del luthier Mario Paz, ante la música original de Hernán Leiva (tan pertinente como aquélla compuesta para Tiempo de sequía).

Aunque aborda una problemática distinta, El florecer de un bombisto coincide con su predecesora en recordar la existencia de una Argentina profunda, ésa que muchos porteños desconocen o ridiculizan, y en reivindicar «la dignidad de los nadies» en palabras de Fernando Pino Solanas. La veta social relaciona ambas ficciones con las dos series documentales –Historias de hoy y De Glew a Paso del Rey– que Stefanazzi filmó siete años atrás para Uramielo Producciones.

En el sexto Festival Internacional de Cine en las Alturas, El florecer… compite con Vestigios, el misterio del dique La Ciénaga de Valentín Álvarez Sabouret y Gustavo Correia; Viento Norte de Daniel Biondi; Mañanas al paso de Virginia Chialvo, Maitén Reynoso y Laura Vaquer; Guanuqueando de María Zinn y Francisco Vila; Drag industria argentina de Juan Bertini y Andrés Iglesias; La proyección de Samira Karki; Salomé de Paula Gudiño; La leyenda de la Pachamama de Ariadna Alcázar; Malvones de Marcos Pérez. Estos films fueron rodados en Jujuy, La Rioja, Salta o Tucumán.


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