Revista Insólito

Odio los nuevos SmartPhones con tantas tecnología

Publicado el 13 febrero 2015 por Juan Carlos Guerrero @diarioclic
Telefono

Teléfono

He hecho todo lo que he podido durante los últimos años: me he mantenido firme ante mi mujer y ante mi hijo, no he sucumbido a la presiones de mi entorno laboral, he sobrevivido estoicamente a los jocosos y malintencionados comentarios de quienes dicen ser mis amigos, ha mantenido la compostura en eventos sociales y, en fin, he navegado en contra de la corriente por fuerte que esta fuera.

Sin embargo, todo ciclo llega a su fin y a todo cerdo le llega su San Martín. Y a mí me ha llegado a finales de la semana pasada: me he comprado un Smartphone. O más bien debiera decir me he comprado un puto Smartphone. El infierno de Dante y tener que lidiar con un Smartphone no pueden distanciarse mucho.

Yo, que tan despreocupado vivía dejando alegremente mi móvil en cualquier lugar sabiendo que nadie me lo robaría (en una ocasión me lo olvidé en un lavadero de coches y cuando, una hora después, regresé a buscarlo estaba en el mismo sitio que lo deje con un billete de 20US$ debajo y una nota “cómprate otro nuevo, cabrón”) ahora cargo con la incómoda responsabilidad de llevar siempre encima un aparato que cuesta más que mi primer coche.

Yo, que siempre he destacado por llevar los pantalones ajustados marca-huevos tipo John Travolta en fiebre del sábado noche, he tenido que renovar todo mi vestuario comprando pantalones 3 tallas más anchas para poder cargar con la mierda del teléfono de marras.

Eso sí, ahora tengo un teléfono que no solo me sirve para llamar por teléfono , recibir correo y navegar por internet (lo cual, de por sí, ya es mucho más de lo que hacía el teléfono de la cocina de la casa de mi madre) sino que trae incorporado, como equipamiento básico, brújula (sin duda muy útil donde vivo), cámara de fotos de 7 millones de megapíxeles (que se joda la Kodak instantánea de toda la vida), linterna de 3 posiciones, 4 navegadores diferentes, videocámara, 7 asistentes, una agenda, una calculadora, 3 millones de juegos, mapas de todo el mundo, un GPS, una radio, pantalla touch, YouTube, Skype, tiendas online, un montón de cosas que todavía nadie me ha sabido decir lo que son y una nube (¿??).

Lo que no tengo claro es si puedo usarlo como teléfono. Tengo que revisar el manual sin falta esta misma noche. Pero OJO porque todo lo anterior es solo el equipamiento base. A partir de ahí se abre un abanico de posibilidades infinitas o más. Resulta que puedes descargar absolutamente cualquier cosa que se te ocurra. Y cuando digo cualquier cosa me quedo corto. Porque te puedes descargar cosas que ni imaginas que puedan existir. Alguno pensara que estoy exagerando. Pero que me decís si os aseguro que un amigo se ha descargado una aplicación para ahuyentar los mosquitos?
Parece ser que los fabricantes de estos tipos de dispositivos son como los adictos a cualquier otro vicio y no tienen fin. No
saben parar. Así que no contentos con saturar el mercado con mil millones de modelos de Smartphone y otros tantos sistemas
operativos (tengo un amigo en la oficina, por cierto, que si me vuelve a realizar una comparativa entre el Android 7.4.5.8, el IOS
27.8.9.3 y el BlackBerry OS 173.89.6.5 lo voy a correr a ostias hasta su casa) sino que ahora te encuentras que los acompañan
con dispositivos “extras”.
Así el otro día quedé con un amigo para salir a hacer un poco de footing y el colega me aparece vestido que parecía Robocop.
En una muñeca el reloj de pulsera normal, en la otra muñeca un dispositivo que se comunica con el Smartphone (que lleva
enganchado al brazo) y que le suministra información de los pasos que da y su frecuencia cardiaca. Y el Smartphone se
conecta, vía bluetooh, con la tableta que lleva cargada a la espalda y que lo tiene continuamente localizado geoposicionalmente
gracias a la triangulación entre el relojito de marras, el Smartphone, la tabla y la posición del satélite de
google.
Eso sí, al pobre le llamaron en mitad de la carrera para decirle que su mujer estaba dando a luz a su primer hijo y para cuando
consiguió encontrar la función de “Responder llamada” ya el hijo se estaba graduando de la carrera de medicina.
Y, como en todo, una vez que el primer Smartphone entra en tu vida aparecen los Nostradamus a tu alrededor soltando
lindezas del tipo “ya sabía yo que finalmente acabarías comprándote uno” “ya verás que pronto te acostumbras” “tendrías que
haber esperado dos semanas que creo que van a sacar el iPhone 18.5.6 que tiene un procesador mucho más rápido y 14 mil
trillones de megapíxeles en las fotografías”.
Sin embargo hay algo bueno en todo esto. Y es que desde que tengo mi nuevo Smartphone me he vuelto mucho más social. Y
es que con la mierda de teclado touch que trae no hay Dios que consiga escribir nada y no puedo chatear así que siempre lo
tengo guardado en el bolsillo y presto más atención a las personas con quienes estoy.


Volver a la Portada de Logo Paperblog