Okunosima, la isla que es el paraíso de los conejos, es una pequeña isla en el Mar Interior de Japón, entre Hiroshima y Shikoku.
Durante la Segunda Guerra Mundial en la isla existía un laboratorio militar secreto que producía el venenoso gas mostaza, utilizado como arma química por el Ejército Imperial de Japón.
La elección de la isla de Okunosima fue para estos fines militares no fue casual ya que está lo suficientemente aislada para mantener el nivel deseado de privacidad, y lo suficientemente lejos de Tokio y otras poblaciones importantes por si se produjera un accidente.
El programa militar de fabricación de gas mostaza fue tan secreto que durante los 16 años en los que existió el laboratorio militar, la isla incluso fue borrada de los mapas.
Hoy la isla es un área de 700 metros cuadrados completamente ocupada por esponjosos y simpáticos conejitos, sus principales habitantes.
Okunosima, también es conocido como Usagi Shima (o "Isla de los Conejos"), es el hogar de una población de más de 300 conejos que deambulan libremente por toda la isla.
A pesar de que los conejos son salvajes, están acostumbrados a la gente y no dudan en acercarse para conseguir algo de comida o incluso saltar sobre los visitantes.
Los visitantes pueden alimentar y acariciar a los conejos, pero por razones obvias, está prohibido introducir en la isla perros o gatos.
La comida para los conejos se puede adquirir en el hotel de la isla. El hotel ha tenido un impresionante aumento de visitantes desde que se dio a conocer por Internet que la isla es el paraíso de los conejos.
No está muy claro el origen de la abundancia de tanto conejo en la isla. Según algunas fuentes, se experimentaba con los conejos de Okunosima con los productos químicos que allí fabricaban pero se liberaron al final de la guerra. Otros argumentan que los primeros 8 conejos llegaron en 1971 de la mano de un grupo de escolares que realizaban una excursión y se les escaparon.
El caso es que los conejos se criaron en un ambiente libre de depredadores y se reprodujeron, nunca mejor dicho, como conejos.
A pesar de que la isla es conocida mundialmente por sus conejos, su trágico pasado como un sitio dónde se fabricaron armas químicas no se ha olvidado. En 1988 fue inaugurado el Museo de Armas Químicas de Okonusima, para recordar al mundo lo terribles que son las dichas armas.
Antiguo laboratorio para la fabricación de armas químicas. Cuando terminaba la guerra fueron destruidas todas las pruebas y se ordenó a los habitantes de Okonusima que guardaran silencio.
Se dice que la isla no es un lugar completamente seguro, ya que nunca se realizó una limpieza a fondo para acabar con el nocivo rastro de las armas químicas. Incluso se dice que puede haber enterrados cientos de kilos de productos químicos peligrosos en la isla.
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