Título: Oksa
Pollock y el bosque de los perdidos
Autoras: Anne
Plichota y Cendrine Wolf
Editorial: Planeta
Año de publicación: 2012
Páginas: 461
ISBN: 9788408004035
Después
de sorprenderme y disfrutar con
Oksa Pollock y el descubrimiento de Edefia,
hace ya unas semanas recibí en casa, sin previo aviso, un
paquete de la editorial Planeta. Cuando lo abrí me encontré con
este libro: Oksa Pollock
y el bosque de los perdidos,
la segunda parte de la saga. Para mí fue toda una sorpresa. En
primer lugar, porque no lo había pedido y en segundo, porque ni
siquiera sabía que se había publicado.
Ahora
por fin he encontrado el momento de leerlo. Sabía lo que me iba a
encontrar en su interior: magia, fantasía, aventuras, peligros,
traiciones, intriga, tensión. En definitiva, una novela juvenil de
fantasía, ligera, fácil de leer que, sin embargo, entretiene y
divierte mucho. O al menos conmigo lo consigue. Creo que ahí está
la clave. En saber qué nos puede ofrecer un libro como este, en
tener claro qué nos va a dar y qué no.
Tras
un primer libro introductorio, en el que se nos presentó a Oksa
Pollock, su familia, sus amigos, sus compañeros de colegio y, sobre
todo, el mágico mundo de Edefia, este segundo libro es mucho más
dinámico, con más acción, más tramas, con mucha menos descripción
y más narración. En definitiva, mucho más activo.
Y
eso ayuda mucho a que lo leamos casi sin darnos cuenta, ya que la
historia engancha desde el principio y las páginas se devoran para
saber qué les depara el futuro a Oksa y a todos los demás
desbandados que solo piensan en que no los descubran, en escapar del
entorno de Orton McGraw y, por encima de todo, en encontrar el camino
de vuelta a Edefia.
Gus,
el inseparable amigo de Oksa, desaparece en el colegio de St.
Proximus. Con la ayuda de su familia, la joven descubrirá que Gus ha
sido encuadrado, ha sido víctima de una especie de hechizo mágico.
Está atrapado en el interior de un cuadro, en medio del bosque de
los perdidos. Para lograr rescatarlo, los desbandados primero tienen
que conseguir el cuadro y luego, introducirse en él para encontrar a
Gus y traerlo de vuelta.
Sin
embargo, las cosas no van a ser tan rápidas, fáciles o sencillas
como parece a simple vista. El interior del cuadro es como un
videojuego. Está formado por distintas etapas, a cada cual más
peligrosa, más sorprendente, más amenazante y más hostil que la
anterior. Los desbandados deberán intentar atravesar todas esas
etapas, sin perder a nadie por el camino, para llegar a las murallas
de piedra que protegen la fortaleza de las malhechoras. Ellas son las
culpables de que dentro de ese cuadro toda la magia y el poder de
Edefia se haya vuelto en contra de los desbandados.
Y
también son las responsables de que el escarbacorazones, el centro
del encuadramiento, el alma del interior del cuadro y del bosque de
los perdidos, se haya vuelto loco. Ya no distingue el bien del mal.
Ya no sabe qué es justo y qué es injusto. Ya no sabe qué es
correcto o incorrecto. Ya no es un buen juez.
Antes,
en el pasado, en Edefia, los encuadramientos se utilizaban como
cárcel, como condena de los asesinos. Los condenados debían vagar
por el bosque de los perdidos hasta encontrarse con ellos mismos,
reflexionar, recapacitar, arrepentirse y, finalmente, ser juzgados
por el escarbacorazones, el juez supremo.
Sin
embargo, ahora el escarbacorazones no es más que una amenaza para
los desbandados, la más fuerte, la más peligrosa que, al mismo
tiempo, también es la única que posee la llave, la clave para salir
del bosque con vida y regresar a Londres, a la casa de la abuela
Dragomira, el refugio de todos los desbandados.
Unos
desbandados, Dragomira, Oksa, Marie, Pavel, Leomido, Abakum, Gus,
Pierre, Jeanne, Brume, Naftali, Tugdual, Reminiscens y Zoe que
tendrán que mantenerse más unidos que nunca si quieren superar
todos los peligros y las amenazas que les acechan en el bosque y,
sobre todo, fuera de él, en Londres, en la propia casa de los
Pollock, pero también en el resto del país y en todo el mundo.
Saben que están en peligro, se sienten más amenazados y más
vulnerables que nunca, más frágiles, no se sienten a salvo en
ninguna parte. Solo en Edefia. Pero, ¿dónde está Edefia, cuándo
lograrán volver?