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Oldboy [올드보이] (Chan-wook Park, 2003)

Por Especialistamike
Oldboy [올드보이] (Chan-wook Park, 2003) Título original: 올드보이   Género: Drama, Thriller Duración: 120 minutos   País: Corea del Sur Dirección: Chan-wook Park   Guión: Garon Tsuchiya, Nobuaki Minegishi, Jo-yun Hwang, Chun-hyeong Lim, Joon-hyung Lim, Chan-wook Park Intérpretes: Min-sik Choi, Hye-jeong Kang, Ji-tae Yu, Dae-han Ji, Dal-su Oh Música: Hyun-jung Shim  
Un día de 1988, Oh Dae-su es secuestrado. Cuando se despierta, está encerrado, sin saber dónde ni por qué. Mientras está confinado escucha en las noticias que su esposa ha sido brutalmente asesinada y la policía le busca como principal sospechoso ya que se ha encontrado sangre suya en el lugar del crimen. El tiempo pasa, y decide escribir todo lo que ha hecho en su vida que haya podido causar dolor a otros, además de jurar que se vengará del hombre que ha destruido su felicidad. Hasta que llega el día en que es liberado 15 años después, dejándole un teléfono móvil y una cartera llena de dinero. Recibe la llamada de un extraño, que le dice que ahora le toca descubrir el porqué de su encarcelamiento. 
Oldboy [올드보이] (Chan-wook Park, 2003)
Oldboy es una de esas películas que dejan un imborrable sabor de boca una vez disfrutada y otro de esos films que pasan directamente a mi olimpo particular de historias imprescindibles. Y es curioso, porque una vez más se trata de una producción oriental que en este caso llega desde Corea del Sur y que se basa, en gran parte, en el manga japonés homónimo (Old Boy aka オールド・ボーイ aka Ōrudo Bōi) escrito por Garon Tsuchiya e ilustrado por Nobuaki Minegishi. Reconozco que últimamente las mejores películas que he visto provienen en su mayoría de Asia, y no creo que sea mera casualidad, por lo que buscar en el cine de dicho continente con más frecuencia...
En esta ocasión, el director Chan-wook Park nos ofrece una historia que gira en torno a los sentimientos humanos, centrada más concretamente en el deseo y la obsesión por la venganza. Dae-Su -un enorme Min-sik Choi- es el atormentado personaje principal que será secuestrado durante quince largos años por un completo desconocido que, cuando le libera, le invita a averiguar el por qué de su dilatado encierro. Además, mientras está recluido, su mujer es asesinada y éste es señalado como principal sospechoso. Con todo esto, no es de extrañar que cuando queda en libertad el odio haya devorado su alma y sólo tenga deseos de llevar a cabo su terrible venganza sobre el hombre que le ha privado de casi todo lo que tenía. Poco a poco Dae-Su irá desentramando los oscuros secretos de su captor y los motivos de su secuestro, a la vez que la venganza, convertida en motor de su nueva vida, le acerca cada vez más al abismo de la autodestrucción atravesando una montaña rusa de dolor, violencia, odio y venganza de la que somos totalmente partícipes.

Oldboy [올드보이] (Chan-wook Park, 2003)

Ríe, y el mundo entero reirá contigo. Llora y llorarás sólo.

Al enorme atractivo narrativo de la historia -un delicioso thriller dramático que mezcla acción, misterio, tragedia y romance a partes iguales con toques de auténtico humor negro- hay que sumarle el enorme nivel técnico del film, excelente a todos los niveles: una fotografía preciosa, planos tremendamente originales,  una genial banda sonora que guía al espectador durante todo el metraje, un potente y atractivo velo audiovisual que te atrapa y no te suelta hasta el desenlace -que, todo hay que decirlo, es uno de esos finales que permanecen en la memoria para siempre- y un ritmo ágil e hipnótico que nunca decae a pesar de que la densidad de la historia. Y además, somos testigos de un buen puñado de escenas de esas que permanecen grabadas a fuego en nuestro subconsciente para siempre, pudiendo mencionar algunos ejemplos que van desde el famoso plano-secuencia del pasillo y el martillo, hasta el momento en el que Dae-Su se come un pulpo vivo, pasando por la delicadeza de una ortodoncia a base de martillazos. Son escenas potentes, algunas violentas pero en ningún momento desagradables, y repletas de fuerza y de belleza casi poética. Las palabras se quedan cortas para describir el aura de la película.
Oldboy [올드보이] (Chan-wook Park, 2003)

Ya hemos comentado que Choi Min-sik se come la pantalla interpretando a Dae-Su con una actuación bestial que denota entrega y pasión por su trabajo. Lo de este actor nacido en Seúl en 1962 empieza a ser de escándalo y sus continuas actuaciones de nivel piden a gritos un gran premio internacional. En esta ocasión nos regala la dramática evolución, a todos los niveles, de un personaje totalmente atormentado que transita entre la venganza y la redención, la soledad y el odio, para llegar a niveles que rozan la locura. Junto a él, dos pilares sustentan la historia a nivel interpretativo: uno es Yu Ji-tae dando vida a Lee Woo-jin, el "villano" de la función -y uso aquí las comillas porque ésta es una de esas historias en las que llega un punto donde el bien y el mal se confunden, haciendo imposible distinguir a los buenos de los malos-, personaje brillante y turbador, responsable del secuestro de Dae-Su y poseedor de un secreto con bastante peso en el film. La tercera en discordia es Kang Hye-jung, la protagonista femenina que da vida con candidez e inocencia a Mido, otro personaje que esconde secretos y cuya relación con Dae-Su será clave en el devenir de la historia. La intensa y misteriosa relación del trío protagonista es, junto a sus motivaciones, sus miedos, y sus deseos, el auténtico motor de la historia, y el mérito recae, a partes iguales, en la habilidad del guión engarzando sus historias y en la excelente labor interpretativa de los tres.
Oldboy [올드보이] (Chan-wook Park, 2003)

Película fascinante y embriagadora, sencillamente imprescindible y con un poderío narrativo y visual impresionante que a mí, personalmente, me ha cautivado. Es un torrente de emociones que van desde la soledad hasta el drama, pasando por la culpabilidad, la venganza, la redención, el amor, el odio, y la locura hasta desembocar en el tremendo desenlace, fijado en mi cabeza desde el primer día en que la disfruté. Por si fuera poco todo esto, juega a su favor la baza de la ambigüedad moral cuando el bien y el mal empiezan a confundirse por momentos y no se puede distinguir entre buenos y malos, entre héroes y monstruos. A eso le sumamos sus buenos personajes, actuaciones memorables -¡enorme Choi Min-sik!- y grandes escenas para el recuerdo. Todo ello la convierte, vuelvo a insistir, en una auténtica obra maestra que debería proyectarse sí o sí en cualquier clase, curso o asignatura sobre el Séptimo Arte.



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