Como siempre, sigo pintando árboles. La mayor parte de ellos son ejemplares singulares que nunca dejo de visitar cuando se ponen a tiro en algún viaje. No es la primera vez que quedar a doscientos kilómetros se considera suficientemente a tiro. Cieza, Ricote, El Maestrazgo, la sierra del Segura o Cazorla, Villajoyosa, Daimiel... Algunos otros, los menos, recurro a alguna foto o reportaje en internet o en alguno de los libros que tengo sobre árboles catalogados, guías y otras fuentes. La rugosidad de sus cortezas, las formas retorcidas y caprichosas, los almendros o cerezos en flor, los olivos, pinos y encinas, siempre son excusa para trabajar las texturas, las sombras, los colores, las luces. Unas veces con acuarela o tintas, pluma estilográfica o rotuladores, últimamente con lápices, pasteles sobre papeles tintados, lo que permite fuertes contrastes al utilizar el blanco. En esta entrada va una mezcla de todo ello, dibujos y acuarelas, casi todos de este mes de julio que ahora termina, unos in situ, los menos, los más recurriendo al arsenal de fotos que tenemos almacenado para tiempos de sequía viajera.
Árbol, montaña y nubes. Nogalina y lápiz blanco
Algarrobo de Guadalest (Alicanrte)
Cielo y ramas a partir de una foto del amigo Vilaboa, desde Galicia.
Un olivo de Cieza
Olivera gorda de Ricote, en Murcia.
Olivo centenario de Cieza.
Olivo centenario de Cieza
Olivo de Daimiel
Olivera de Villajoyosa, en Alicante
Taray de Las Tablas de Daimiel