- Erradicación de la pobreza extrema y el hambre
- Acceso universal a la educación primaria
- Promover la igualdad de géneros
- Reducción de la mortalidad infantil
- Mejorar la salud materna
- Combatir el VIH/SIDA y otras enfermedades
- Asegurar la sostenibilidad medioambiental
- Desarrollar asociaciones globales.
El mundo experimenta una explosión de las redes que roban, compran y esclavizan a niñas y mujeres; las mismas fuerzas que en teoría habrían de erradicar la esclavitud la han potenciado a una escala sin precedentes. Estamos presenciando el desarrollo de una cultura de normalización del robo, compraventa y corrupción de niñas y adolescentes en todo el planeta, que tiene como finalidad convertirlas en objetos sexuales de renta y venta.
Ciertamente que las cifras son alarmantes; culpamos a esos miserables hombres de negocios que tienen redes de prostíbulos en Turquía, o a los jakuzas japoneses; culpamos a quienes comercian con personas como si se tratara de objetos, pero no culpamos a la permisiva sociedad que da alas a tan lucrativo negocio, no señalamos al que paga por un "servicio" sexual, convirtiendo a una persona en esclava. La hipocresía encarnada. El oficio más antiguo dirían algunos, pero al mismo tiempo la vergüenza más grande para la humanidad que a un negocio tan terrible y tan conocido, no se le pueda poner coto. Si existe la mendicidad es porque mucha gente da limosnas esperando con ello aliviar su propia conciencia; si existen la prostitución y la esclavitud sexual es porque toleramos y lo que es peor, negociamos, con la dignidad humana.
De todos es sabido que los países nórdicos son punteros a nivel mundial en educación, y justamente son ellos el ejemplo a seguir, ya que han penalizado el consumo de sexo comercial y protegido legalmente a las mujeres que son víctimas de la esclavitud sexual comercial. Educación y cultura parecen las palabras claves, pero desafortunadamente nos falta mucho al respecto, estamos en pañales.