Revista Cine
Director: Nicholas Ray
Ay, madre mía, recuérdenme que no debo releer mis viejas (o recientes, o del tiempo que sean) entradas. No sé por qué, pero de repente me encuentro con alguna película y me pregunto qué dije sobre ella, me leo y pienso "demonios, qué mierda está diciendo este sujeto, qué pesado, qué creído", pero por otro lado lo hecho hecho está y no hay nada que hacer, después de todo una de las reglas es que una vez subida una entrada, pasó la vieja, ya no se pueden hacer cambios (sólo para arreglar un error ortográfico o de tipeo, nada más). Como sea, si ustedes me pueden soportar, muchas gracias. Ahora bien, dejando de lado la chimuchina habitual, atemos el último cabo suelto que nos quedaba de Nicholas Ray y hablemos de "On Dangerous Ground", con Ida Lupino y, de nuevo, el buen Robert Ryan.
"On Dangerous Ground" es una película interesante sobre todo por su estructura narrativa y su mutación de registros, partiendo como si de un rudo y violento cine negro se tratara, para continuar a modo de drama criminal de tintes trágicos y finalmente terminar como una inesperada pero grata historia de amor (no un romance cualquiera, acá el amor tiene un tinte más poético). En cualquier caso, el tono que Ray impone al relato, como nos hemos ido percatando viendo su filmografía inicial, aprovecha las posibilidades del cine negro pero proviene, primordialmente, de una preocupación por lo humano y un interés en explorar las cicatrices del alma, los rincones oscuros, las ambigüedades personales, etc. La película como tal trata sobre un violento policía al que la noche lo ha alcanzado en lo más hondo de sí, empujándolo a una amarga y pesimista visión de la vida y del mundo, que verá que no todo es tan malo cuando le asignen un caso en donde las cosas no son tan blancas o tan negras como en la pestilente y putrefacta ciudad. El relato goza de una fluidez y un ritmo que no ofrecen descanso alguno, lo que por un lado funciona al introducirnos de lleno en la historia, pero no por ello Ray no se da el tiempo de construir esta atmósfera de desazón inicial, que a fin de cuentas es lo que más interés va generando, en especial cuando entra en escena Ida Lupino y la acción adquiere un cariz de "espacio único", como un improbable y curioso drama intimista en el que un policía y una mujer sospechosa comparten sus dolores y maldiciones mientras afuera la muerte y la violencia los rodea e incluso persigue (de distintas formas y con distintos significados para cada uno). Lo paradójico del caso es que al inicio, el motor del relato era la trama, mientras que ya en la segunda parte de la película, la persecución al sospechoso de asesinato pasa a un segundo plano y el pilar fundamental del relato es Ida Lupino (cuya interpretación gana enteros a medida que avanza el metraje) y el poder enternecedor que ejerce en el frío Robert Ryan. Sin duda estamos ante una película sumamente interesante (casi exclusivamente por su aspecto narrativo y formal), bien hecha e incluso bonita (esto ya depende de tu propio sensibilidad... a mí no me ha conmovido mucho). Entiendo de qué va el final, pero no sé si me convence del todo porque pienso que de todas formas se ablanda un poco y pierde contundencia al atender los deseos de redención y salvación del protagonista (en vez de ser un relato en el que el mismo caiga en una espiral descendente), por lo demás, resulta un tanto difícil de creer la confianza ciega (ejem...) que Ida Lupino deposita en Robert Ryan. Será que la filosofía de autoayuda tarda en entrar al relato, además la resolución del tema del asesinato resulta fugaz y un tanto apresurada... se nota su carácter meramente instrumental, su poca profundidad dramática en el tercer acto... si al final el tema central es la soledad que comparten Lupino y Ryan.
Con todo, repito que la película se puede ver y que de ella se pueden extraer varios e interesantes apuntes. Oh, y aparece el bueno de Ward Bond.
Y... ¿a qué les recuerda los primeros planos de Ida Lupino llorando escuetamente?