Bueno, ha llegado el momento, ya está aquí el sol y nos vamos a la playa. Hay que prepararse. Da igual si vas un fin de semana, una tarde, si vives al lado o si tienes que coger diez aviones para pasar una horita en la playa, para ir a la playa hay que ir preparada y con el mismo grado de sofisticación que mantenemos en nuestra vida cotidiana (aunque sea del Primark). Reconozco que para mi la playa es importantísima, siempre he vivido cerca del mar y necesito tener una playa cerca. En cuanto sale un rayo de sol voy corriendo con mi silla y mi crema bronceadora. Ser de Cádiz y no pasar más tiempo en la playa que en casa es incompatible.
Existe una idea muy extendida de que para ir a la playa te pones cualquier cosa encima y da igual, total… DE ESO NADA. Una It Woman va ideal hasta para estar en casa. Y en la playa hay que estar más pendiente: Vas sin maquillar, se te va a ver la lorza y la celulitis, si es al principio estás descolorida… Como para encima ir de cualquier manera.
Ahora que he mencionado lo de ir sin maquillar: lo más patético que existe es una mujer en la playa pintada como una puerta, no te gastes un dineral en cosmética waterproof porque lo único que vas a conseguir es parecer un travesti. Si no lo soportas lleva siempre puestas las gafas de sol y encima consigues un toque enigmático.
Lo siguiente que hay que tener en cuenta: la ropa. No voy a aconsejar si bikini o bañador o qué tipo de bikini. A estas alturas de la vida ya conocemos nuestros cuerpos y nuestras limitaciones y sabemos adaptar nuestro presupuesto y nuestra lorza. Y si no, pues allá cada cual con su sentido del ridículo. Yo hablo de la ropa que llevas para ir de casa a la playa y viceversa (con parada cervecera en el chiringuito). No vale ponerse la ropa de la temporada anterior porque ya no te la pongas en el día a día, al final vas a la playa arreglada como para una comunión y encima antigua.
Hay un montón de posibilidades: Bermudas y camiseta, vestidos de algodón flojitos. Cualquier cosa que sea cómoda de poner y quitar, que no se llene de arena y que no te haga parecer una bolsa de basura. Hay dos prendas a las que les tengo mucha manía: el caftán y el pareo. Pero eso es una manía mía personal así que si quieres también puedes usarla. Algo que sea cómodo, bonito y que no te haga parecer contorsionista cuando te lo vayas a poner al volver a casa.
Los primeros días de playa estamos muy blancos y en ese caso conviene llevar algo más tapado aunque te cuezas. Que una pierna blanca que brilla al sol es un poco traumático. Pero siempre algo cómodo y blandito.
Los pies: chanclas, siempre chanclas. Si pudiera viviría en chancla de goma, pero no puedo. Al principio no. Un pie blanco y crudo después del invierno es muy feo. Para esos días hay muchas posibilidades. NUNCA en tacón, aunque seas bajita. Jamás. Es lo más ortopédico que existe.
Lo más importante: ponerse la crema antes que el bañador, en casa. Por todo el cuerpo. Así evitas rayas blancas intercaladas y es más cómodo. La protección solar es importantísima. Cuanto más alta mejor. Tardas más en ponerte morena pero te pones morena, no achicharrada. Y evitas cualquier riesgo maligno.
Luego está la bolsa de playa. Me gusta tener varias (baratitas) porque así las combino con la ropa (y porque voy mucho a la playa) pero siempre está el canasto de toda la vida que nunca pasa de moda, es barato y cabe de todo (aunque si salta el viento cuando estás en la playa llegas a casa con una duna en la bolsa).
Bueno, pues este es el primer capítulo playero de esta temporada. Seguiré.
Si no vivís cerca de la playa y tenéis pensado pasar unos días de vacaciones os recomiendo cualquier playa de la provincia de Cádiz. Cualquiera (perdonar por este ataque de chauvinismo, a ver si consigo que la oficina de turismo me regale una toalla playera por la promoción).
Pues me voy a hacer un bocadillo, voy a coger la bolsa y me voy a la playa. Soy feliz. Ah! y que no se me olvide ponerme boca abajo, que luego en verano parezco una muñeca recortable, sólo tengo color por delante.