Película basada en la novela de Jack Kerouac del mismo nombre. Me voy a abstener de criticar la peli en base a la novela, la cual es más -siempre lo son- rica en detalles, hechos y acontecimientos que la filmación cinematográfica.
Kerouac escribió la novela para describir las andanzas de un grupo de jóvenes transgresores al final de los cuarenta y comienzos de los cincuenta, en los Estados Unidos. Esa generación pasó a conocerse como la generación beatnik y la novela de Kerouac se convirtió en su abanderada. Hay gente que opina que la verdadera obra artística que lidera tal generación es “Aullido” de Ginsenberg, pero para gustos…
La peli resulta algo descafeinada, flojita de intensidad, y no hablemos ya comparándola con la novela, pero no debemos hacer eso, pues una peli es una peli y no una comparación con una novela; de todas formas, todas las películas se desarrollan a partir de un argumento y unos diálogos, los cuales, arrejuntaos, forman una novela.
Puedo sentir que le falta intensidad, garra, fuerza emotiva, dramática. Ese viaje introspectivo, esa road movie espiritual no llega a ser plasmada con la intensidad que merece y en ocasiones parece que las respuestas trascendentes que algunos de los personajes transgresores buscan están en el siguiente porro, la próxima botella de alcohol o un polvito a tres bandas.
Voy a poné algo de la sinopsis que si no el dueño del blog me canea: final de la década de los 40; unos chicos transgresores buscan su propio medio de encontrar sus caminos, sus sendas de desarrollo personal. Algunos de ellos piensan que lo hallarán en un viaje que se les antoja iniciático. Vivirán grandes emociones y se dejarán implicar en algunas de ellas.
Las interpretaciones me han parecido correctas. Aparecen Steve Buscemi en un casi cameo y Viggo Mortensen interpretando a Burroughs antes de que matara a su mujer de un tiro.
Yo leí la novela cuando me tocó hacerlo y me pareció entretenida: es el retrato de una parte de la generación de su época con inquietudes transgresoras, tal como ha sucedido -y sucederá- con cada generación que nazca. Si pensáis leerla, buscad el manuscrito donde aparecen los nombres reales de cada personaje, pues se buscaron seudónimos para las primeras ediciones. Toda la novela gira en torno al personaje real de Neal Cassady, un chico con una personalidad absolutamente hipnótica que embaucaba a todo el que lo conocía. Un auténtico canalla, en el sentido más golfante del término.
En los títulos finales de crédito, el director hace un guiño al espectador haciendo caminar al actor que interpreta a Cassady por una vía de tren. Si averiguan porque el director hace esto, les envío un caramelito, hala.
Conclusión: pasable tirando a flojita. Demasiado descafeinada. ¡Lean la novela, coño!
Por El niño sipote