En el verano de 2014, una canción fabulosa titulada “North Circular” ponía en boca de (casi) todo el mundo el nombre de la banda londinense Real Lies. No era para menos: la pista en cuestión proyectaba una mirada llena de nostalgia a la explosión house de los primeros 90 en unos términos en los que no era dificil adivinar la influencia de la lírica de Jarvis Cocker (el Cocker firmante de “Sheffield: Sex City“), los recitados melancólicos de Neil Tennant, o el orgullo proletario de Mike Skinner (The Streets). No, no exagero: aquella canción es probablemente la mejor que hayan firmado nunca los ingleses, y su sola existencia ya justificaría una entrada en esta bitácora, pero vamos a aprovechar la ocasión para ir un poquito más allá de ese tema.
La ocasión la pintan calva: el trío conformado por Kev Kharas, Tom Watson y Pat King hizo público, no hace demasiado, el streaming de su album de debut, y lo cierto es que aunque una vez escuchado queda claro que no han inventado nada que no estuviéramos escuchando hace veinte años, me confieso completamente enganchado a su elegante sonido, a caballo entre la música para hacer voguing y la banda sonora de un regreso a casa, de madrugada, con los sentidos algo anestesiados por el alcohol (u otras sustancias), y el sonido de los bombos todavía en los tímpanos.
Ah, parecía imposible que eso llegara, pero la nostalgia por los 90 (en sus múltiples variables estilísticas) es tan palpable que no queda otra que rendirse a la evidencia, y correr a refugiarnos antes de que un aluvión de retornos que un día creímos imposibles se precipite sobre nuestras cabezas. Los Real Lies se apuntan con resultados más que dignos al revival, y aunque entre las pistas que componen el disco existe alguna reiteración en las ideas (a lo mejor la existencia de la mencionada “North Circular” hacía innecesaria la inclusión de “Blackmarket Blues“, algo así como su atractiva y muy parecida hermana menor), el tramo central me parece una absoluta gozada. Justo en él se encuentra esta canción a la que soy adicto, una pieza que aunque no puede esconder la indisimulable influencia de los Happy Mondays está demostrando una extraordinaria eficacia para ponerme cara de idiota feliz.
Esto es lo que decían los propios Real Lies a propósito de la pista en la presentación que hacían, canción por canción, al periódico británico The Guardian:
“Revoluciones. Brasilia. Barras flexibles. Mantra. Crepúsculo. Héroes. Utopia. Líquido. Si vienes de una ciudad en la que sólo existe un sólo club, entonces puede que sepas de qué va “One Club Town“. Y si te mudaste de una ciudad en la que sólo había un club, a otra donde las calles están plagadas cada noche de gorilas en hilera como si te estuvieran haciendo el pasillo de honor, entonces lo entenderás perfectamente“.
Pues no sé si lo acabo de pillar, y mira que vivo en una ciudad en la que, por no haber, no hay casi ni tiendas de discos. Pero oye, la canción mola ¿eh?
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