Revista Arte

One Way Boogie Woogie. 27 años después

Por Androsmalv
One Way  Boogie Woogie. 27 años después

                    "El tiempo es necesariamente una representación indirecta,
                     porque emana del montaje que liga una imagen-movimiento a otra."

                                                                                                                Gilles Deleuze
Definir One Way Boogie Woogie, 27 años después de James Benning, es bastante fácil, 60 planos fijos de un minuto, en los que quedan registrados los paisajes industriales y citadinos de su Milwaukee natal; sin embargo, definir el trabajo de este experimentado artista estadounidense, es mucho más complejo, no sólo pensado desde el cine estructuralista, al que ha sido adherido; y definido por Adam Sitney como uno que: "resalta su configuración formal y cualquier contenido narrativo que tenga es mínimo y subsidiario a su estructura." (1), frente a ésto, podemos entender que la obra del nacido en Milwaukee, tiene más forma que narrativa, pero que también cumple con unos parámetros o reglas, que no siempre se cumplen a cabalidad, como lo son:
a. la posición de cámara fija o sobre su propio eje
b. el flicker o parpadeo 
c. el bucle o loopd. el registro directamente sobre la pantalla (2)
De lo anteriores, evidentemente el punto a, es el que más resalta en la obra de Benning, tanto en lo formal como en lo implícito, ya que sus cuidadosos encuadres, además de acercarnos a eso que entendemos como paisajismo cinematográfico (3) también es una apropiación de ese concepto, a nivel político y social; de todas maneras, a este director, también lo podemos asociar con el documental, observacional, no desde el punto de vista de Bill Nichols o "la mosca en la pared" (4), sino más bien,  desde la obviedad de los recursos y de lo que significan sus imágenes, es decir la cámara y su objeto, que para este caso son las calles de un sólo sentido de dicha ciudad. Pero todo este discurso, también remarca, que el cine no siempre está delimitado por la narración, el espectaculo o lo apoteósico, sino por lo kinético, es decir, el movimiento, que es lo que mejor se visualiza en la obra de este director, que logra emular esos paisajes nostálgicos y remotos de Edward Hopper, pero que también recuerdan a las formas  de Piet Mondrian, y sus bloques de color y composiciones (5). 
 
One Way  Boogie Woogie. 27 años después

Aunque los primeros minutos de la película de Benning son difíciles, después de cierto instante uno se acostumbra a lo que pasa en pantalla, esos pequeños movimientos, que se pueden entender desde el montaje interno, no sólo lo acercan a uno al paisaje, sino a ese Estados Unidos profundo, del que Benning se ha vuelto experto, los movimientos de la gente, de los autos, el metro o el viento, más que un halo poético, se enfunda de ese material que es tan propio del cine, pero a la vez tan poco estudiado que es el movimiento y por ende el tiempo, uno, que como las matemáticas, otra de las obsesiones de Benning, se ponen en escena.     

El trabajo compositivo, los ruidos implícitos, el manejo del color,no son creados por Benning sino atrapados por su cámara, en un intento, de volver a esos inicios del cine, en los que además de inmortalizar el tiempo, aquí el director, también quiere hacer de su biografía una huella en video. Tal vez, todo suene demasiado filosófico o hasta errático, en lo que se escribe, pero es innegable que hay algo hipnótico en la obra de este director, y que esos pequeños movimientos, como el que se veía en una rama de los trabajos de los Lumiere, también son otra forma de cine.One Way  Boogie Woogie. 27 años después     One way....27 años después, se puede percibir como un remake, la mismas calles que filmó en el 77, son ahora recogidas por una cámara de video, y obviamente, el tiempo y la sociedad, le ha dado otra cara a esas calles, más pobres, más dinámicas, más olvidadas, pero en las que Benning, aún  encuentra esos rastros de una sociedad, la estadounidense, que como sus calles, carteles y espacios, no sólo ha cambiado sino se han desarraigando, como podemos ver, en esa última vista - haciendo alusión a los Lumiere -, de una pequeña casa, consumida por la modernidad. Un trabajo que hay que ver con cuidado, con la mente abierta, pero que sí se entiende o se soporta, se encuentra no sólo con esa otra "américa" sino con otros lenguajes, en el que la imagen prima sobre la narrativa, y eso sigue siendo importante.Referencias 


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