Revista Coaching
Hoy he tenido un sueño de esos extraños en los que al despertarse, no recuerda uno bien bien qué ha soñado, pero se levanta con una reflexión, una frase, una sensación.
He despertado perezosa y con malhumor, rondándome por la cabeza que, en esta vida, no se señala con nombre cara y apellidos a asesinos,
pero si sabemos el nombre, cara y apellidos de aquellas mujeres a las que han
tachado de putas, infieles, adúlteras, rameras, zorras, frescas y fáciles ( ¡ vete tú a saber qué habré soñado para despertarme con esto por la mente!).
Y me he dado cuenta que si se habla de sexo, automáticamente es pornografía, lo cual es deleznable. Que si admites que te tocas con placer, consumes cine erótico y has entrado, disfrutado y comprado en un sex shop, es que eres una mujer de vida alegre, de baja moral, que estás sola porque ningún hombre te quiere a su lado. Que si hablas de sexo, es que eres una fresca que está dispuesto a todo con todo el mundo. Dejas de tener estándares, dejas de ser tú, de tener palabra a ser una más, una de las que, según ellos, no se hace respetar.
Pero tú te respetas; tienes una vida, un trabajo, una familia, unos amigos, unos sueños, unos sentimientos.Tú eres fuerte porque has entendido que ser puta no es ningún insulto, que no es tu profesión, cierto, pero que ser llamada así, no difiere de ser llamada fontanera, panadera o abogada. Eres mujer y si lees esto, seguramente has nacido en algún lugar más “privilegiado” que otras muchas que comparten tu mismo género, pero eso no quiere decir que debas conformarte con lo que te ha tocado porque podría haber sido peor.
El camino lleva años siendo largo, cansado y solitario y, lo seguirá siendo.
Seguirás siendo considerada como el sexo débil ( ¡ qué sabrán ellos de debilidad!), seguirás siendo despreciada profesionalmente cuando seas madre, fantaseada cuando seas joven, repudiada cuando seas vieja; seguirás siendo la puta del barrio cuando no tengas pareja estable y tu cama la ocupe más de un hombre, seguirás siendo malinterpretada cuando te expreses libremente sobre tu sexualidad – quieres sexo, pides sexo, darías sexo, harías lo que fuese con quien fuese-.
Pero sé que tú eres fuerte, como lo soy yo, como lo han sido, lo son y serán miles más de nosotras, porque una palabra, una opinión o una tradición no deberían ser más que la tierra en ese camino, nada de rocas que te hagan tropezar, tan solo tierra que se hace fango cuando llueve.
Y recordad que el feminismo, que no hembrismo, debería ser una píldora que tomar en pequeñas dosis que nos hiciesen despertar de este letargo que socialmente se ha impuesto y empezar a moverse para cambiar estas cosas del día a día que no nos gustan.
Y me he dado cuenta que si se habla de sexo, automáticamente es pornografía, lo cual es deleznable. Que si admites que te tocas con placer, consumes cine erótico y has entrado, disfrutado y comprado en un sex shop, es que eres una mujer de vida alegre, de baja moral, que estás sola porque ningún hombre te quiere a su lado. Que si hablas de sexo, es que eres una fresca que está dispuesto a todo con todo el mundo. Dejas de tener estándares, dejas de ser tú, de tener palabra a ser una más, una de las que, según ellos, no se hace respetar.
Pero tú te respetas; tienes una vida, un trabajo, una familia, unos amigos, unos sueños, unos sentimientos.Tú eres fuerte porque has entendido que ser puta no es ningún insulto, que no es tu profesión, cierto, pero que ser llamada así, no difiere de ser llamada fontanera, panadera o abogada. Eres mujer y si lees esto, seguramente has nacido en algún lugar más “privilegiado” que otras muchas que comparten tu mismo género, pero eso no quiere decir que debas conformarte con lo que te ha tocado porque podría haber sido peor.
El camino lleva años siendo largo, cansado y solitario y, lo seguirá siendo.
Seguirás siendo considerada como el sexo débil ( ¡ qué sabrán ellos de debilidad!), seguirás siendo despreciada profesionalmente cuando seas madre, fantaseada cuando seas joven, repudiada cuando seas vieja; seguirás siendo la puta del barrio cuando no tengas pareja estable y tu cama la ocupe más de un hombre, seguirás siendo malinterpretada cuando te expreses libremente sobre tu sexualidad – quieres sexo, pides sexo, darías sexo, harías lo que fuese con quien fuese-.
Pero sé que tú eres fuerte, como lo soy yo, como lo han sido, lo son y serán miles más de nosotras, porque una palabra, una opinión o una tradición no deberían ser más que la tierra en ese camino, nada de rocas que te hagan tropezar, tan solo tierra que se hace fango cuando llueve.
Y recordad que el feminismo, que no hembrismo, debería ser una píldora que tomar en pequeñas dosis que nos hiciesen despertar de este letargo que socialmente se ha impuesto y empezar a moverse para cambiar estas cosas del día a día que no nos gustan.
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