La ontología o la metafísica es el tratado del ser, la investigación acerca de qué significa el verbo ser y a qué hace referencia respecto a la realidad.
Se trata de averiguar si trata sobre "esencias", sobre la existencia, sobre las formas de ser o sobre otro temario.
Los primeros filósofos, en la antigüedad, consideraban que el ser estaba basado en un principio ( arjé) que permitía dar cuenta de él. Algunos pensaban que el principio del ser es el agua, o bien decían que todo es fuego o viento, o incluso los átomos eran vistos como principios. No se reducían dichas explicaciones a una cuestión física porque Anaximandro indicó de la misma manera que todo podía ser resultado de un proceso de indeterminación. No trataban meramente de cuestiones físicas, sino de formas de ser (cambiante como el fuego, fluído como el agua, etc.).
La principal discrepancia que podría existir entre teorías podría estar entre Heráclito que decía que todo es cambiante (todo crepita como el fuego) y la teoría de Parménides que indicaba que, en conjunto, el ser no cambia (abarca toda la realidad y si se viese como totalidad se comprobaría que es una esfera fija en la que los cambios particulares son ínfimos y no afectan al todo). La cuestión no era baladí porque un mundo en el que todo cambia, no es posible hacer conceptos estables y nada sería cognoscible. Platón acaba llegando a un punto medio entre ambos autores señalando que hay un mundo material en el que todo cambia y otro ideal en el que nada cambia. El mundo material es una mala copia del ideal y por eso, a pesar de que es posible hacer descripciones y cualificaciones fijas de los seres, los seres cambian.
Aristóteles trata exhaustivamente la cuestión del ser y describe que hay varias formas de ser o de usos del verbo ser (las categorías). De un sujeto se puede decir que es padre de alguien (relación), que es más alto que otro (cantidad) o que es más bondadoso que otro (cualidad), etc. Sin embargo, todas las categorías hacen referencia a algo relacionado con el sujeto (que es padre, alto o bondadoso), por lo que concluye que la referencia al sujeto (la sustancia) es la categoría principal. Asimismo, designa que todos los seres están compuestos por una constitución interna en el mundo real (esencias de las especies, una estructura común entre miembros de una especie o un género, como el ADN de cada especie) y que las diferencias individuales son accidentales o particulares. Dichas esencias están dentro de este mundo, frente a las formas ideales de la que hablaba en sus obras escritas Platón y que situaban el origen de las formas en un Mundo de las Ideas.
Tras Aristóteles se han sucedido varias teorías acerca de principios que pueda haber esencias fijas y estables, o bien principios similares. Se suceden teorías sobre ideas innatas e incuestionables del ser, mónadas o átomos espirituales que hacen que todo funcione siempre de la misma forma en una armonía preestablecida y demás teorías.
Nietzsche critica toda esta tradición metafísica, recuperando el devenir o el constante cambio. Considera que todas las determinaciones físicas son procesos de "momificación" de la realidad e indica que la realidad es cambiante, dinámica, voluble, combativa, fría y hostil. No tienen lugar las esencias fijas e inmutables, que niegan la realidad, no hay nada eterno.
Heidegger estudió la obra de Nietzsche (entre otros autores) y también critica la tradición metafísica occidental, tildándola de onto-teológica. Considera que en la tradición se ha sustituido el ser por un ente (cosa, planta, animal, persona o entidad) al que se le ha dado un rango especial por encima de los demás entes y se le trata como ente primero del que los demás son solamente derivaciones. Puede ser la sustancia, la esencia, la mónada u otro ente, pero no se habla del ser. Denuncia que la tradición metafísica ha olvidado el ser y lo ha confundido con el ente. Entiendo que, entonces, el ser es un proceso que se da en los entes. Heidegger describe que el ser es lo que desvela el ente, siguiendo la etimología de la palabra verdad en griego ( aletheia: desvelamiento). Las formas de conocer el ser es a través de nuestro conocimiento o contacto con la existencia (a través de las experiencias de la angustia por la contingencia, el miedo a la muerte, el uso que hacemos del lenguaje y nuestro reflejo en el talante, entre otros modos de establecer contacto con el ser).
Derrida sigue en esta línea y critica la tradición metafísica, a la que llama metafísica de la presencia (presentar fijaciones inmutables como siempre presentes). Considera que la tradición ha llegado a esta tendencia por su carácter logocéntrico (considerar el discurso como el centro de la realidad) y fonocéntrico (considerar la escritura como una derivación de la voz oral, que es más etérea y queda en el aire). En función de ese fonocentrismo, se ha llegado al prejuicio de que hay presencias, modos de ser no cambiantes. Se considera a los conceptos fijos, se cree que las cosas siempre han sido como son por el culto al discurso oral, cuyas"palabras dichas se las lleva el aire", impidiendo su contrastación en la materia y la muestra de que cambian en el tiempo. Frente a estas presencias, Derrida muestra que la realidad se compone de diferencias.
Derrida trata de demostrar que no hay fijaciones ni seres presentes, y que los conceptos cambian en el tiempo (siguiendo la línea genealógica de Nietzche y Foucault). Lo realiza destacando el papel de la escritura, en la que queda marcada la huella de los conceptos (que en un momento o en un texto puede significar algo y en posteriores significar otra cosa). La diferenzia ( différance), la huella material que descubre que puede haber varias lecturas de varios textos o de un solo texto durante toda la historia, permite vislumbrar que no hay conceptos fijos y que puede haber diferentes lecturas de textos sobre el ser.
El proceso de deconstrucción ( deconstruction) aclara cómo se van dando varias lecturas de los textos y que no es necesario una sola lectura o versión. La desconstrucción no es un método consciente de interpretación de textos, sino que es un proceso que se da de hecho cuando se realiza la lectura de un texto y permite el descubrimiento de nuevas lecturas o interpretaciones. El desmantelamiento de la estructura de un texto y la visualización del significado que puede haber tras esa ordenación de las ideas (jerárquica y autoritaria, o simétrica e igualitaria), permite darse cuenta de nuevas formas de interpretar los textos, ideas no previstas por el autor, pero que están en el texto o que da la posibilidad a ser hechas.
Derrida sigue la línea de que indicaba que un mito tiene varias versiones y que pueden ampliarse, negando la existencia de un mito original, verdadero y único. Derrida lo aplica a la lectura de textos y a la posibilidad de la diversidad de interpretaciones de los textos, permitiendo la aparición de diferencias y la negación de una sola interpretación fija del ser. A través de la desconstrucción se puede pasar de la metafísica de la presencia a una ontología de la diferencia, en el que el ser o los seres pueden ser descritos-escritos de diferentes maneras.
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-Pacho, J. 1997: Los nombres de la razón. Bilbao: Universidad del País Vasco.
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