El 2015, fue sin lugar a duda el año del género de espías en cuanto a Blockbusters: “Spy”, “Kingsman: El Servicio Secreto”, “Misión Imposible: Nación Secreta”, “El Agente de CIPOL” y “Spectre”, se encargaron de poner a los agentes secretos nuevamente de moda (así es, incluso el medianito “Agente de CIPOL” y la polémica “Spectre”). Ninguna habrá sido la más taquillera del año, pero lograron revitalizar un género que no hace mucho estaba muerto.
Viendo el éxito que el género parecía tener entonces, sorprende ver como esta propuesta terminó estrellando con la taquilla; mientras que la crítica respondió de manera mixta, la gente de plano le dio la espalda. Al final, la película sucumbió ante “Siniestro 2” y “Hitman: Agente 47”, quedándose sin recuperar hasta ahora los 28 millones de dólares que costó producirla.
Y es una pena, ya que nos topamos con una propuesta algo ingeniosa y hasta interesante, aunque muy desaprovechada. Se tenían una buena idea, un buen elenco, pero la historia no se desarrolla como debe y eso termina lastimando el resultado final del producto.
La película nos cuenta la historia de Mike Howell (Jesse Eisenberg), un chavo drogo que vive cómodamente en una casa con su novia Phoebe Larson (Kristen Stewart), subsistiendo con él trabajando en una tienda de paso. Pero todo se vuelve una locura en su vida cuando Mike mata a dos personas que trataron de atacarlo de manera profesional, lo que lo termina por convertir en el objetivo de gobierno que busca acabar con el paranoico chico, quien resulta ser en realidad un proyecto de gobierno para crear espías con gente sin futuro.
Uno podría leer la historia y pensar que se trata de una trama bastante original, pero la realidad es que la historia de un tipo que pertenece a un programa encubierto no es tan nuevo, al menos uno espera que el director Nima Nourizadeh haría algo divertido con ella, y por momentos lo hace, aunque por otros no.
Quizá uno de los principales problemas de la película es el drama que presenta. La película recibe promoción como comedia (se mezcla el género de espías con el género de drogos), pero irónicamente hay muy poca comedia en esta película. Abundan más los momentos dramáticos, los momentos de acción e incluso los momentos de romance entre nuestros protagonistas. No es necesariamente malo, pero cuando tu película es promocionada como comedia y ves que la comedia es de lo que menos hay, la cosa se pone muy extraña.
Otro detalle, son las actuaciones dispares que presenta. Quizá la que mejor sale parada es quizá Kristen Stewart, aunque también tiene momentos algo torpes. Jesse Eisenberg es otro que por momentos saca buen brillo, pero en otros simplemente es molesto. Los demás actores me parecen que actúan en simple modo automático, siendo Topher Grace quien queda peor librado, pues su personaje es, por mucho, el más molesto de la entrega.
Hablando de personajes, sin lugar a dudas a todos les faltó una pulida para que quedaran mejor perfilados. Ya mencionamos un poco los de Stewart, Eisenberg y Grace, pero no he mencionado lo cliché que luce John Legizamo y lo aburrida que es el de Connie Britton. Simplemente me parecieron personajes poco inspirados que no aportan nada relevante al final de la entrega.
Es una pena como terminó la película porque, mas allá de sus problemas, llegó a tener momentos un tanto divertidos y no niego que los momentos de Stewart y Eisenberg me terminan agradando porque presentan buena química (hay que recordar que ya habían trabajado antes en “Adventureland”). Es solo, que considerando la idea que se tenía en medio, me termina sorprendiendo la seriedad que la película pareciera querer imponer, cuando las audiencias es obvio que no esperaban eso.
Al final, “Operación Ultra” termina siendo una película con mucho potencial, pero no termina por explotar; el director pareció tomar decisiones de última hora con el tono de la película y eso termina afectando un producto que pedía a gritos más.