[Opinión] Carta de @Perradesatan a los vampiros

Estimados vampiros:

Me dirijo con esta carta al representante de los vampiros en La Tierra. Me presento: soy una joven mujer que desde muy niña se ha sentido atraída por los monstruos terroríficos, destacando entre todos ellos la figura del vampiro, por considerarlo un ser excepcional, al combinar en perfecta armonía lo más bello con lo más terrible, lo más exquisito con lo más repugnate, lo más atrayente con lo más deleznable.

Mi deseo, al escribir estas palabras, es hacerle llegar mi descontento con la evolución a la que se ha visto sometida su especie en los últimos años, con el fin de que, poniendo, a lo mejor, todos de nuestra parte, volvamos a alzar al vampiro al puesto de gloria que solía ostentar y que, es mi humilde opinión, merece.

Cuando yo era una niña, inocente y cándida, por cierto, imaginaba a los vampiros como seres entrados en años, muy elegantes, muy sabios, y muy poderosos. El vampiro podía conseguir lo que él quisiera de quién él quisiera, pues además de labia, presencia y determinación, poseían una enorme fuerza mental capaz de doblegar a cualquier persona que osara llevarle la contraria. La vampira me la imaginaba igual solo que más jovencita y con muchas tetas.

Y esta idea me viene ni más ni menos que de mi primer acercamiento al vampiro en el cine. La primera película que yo tuve en mi poder cuyo protagonista tenía colmillos y mordía cuellos fue Drácula, un muerto muy contento y feliz. Podríamos hablar horas sobre las cosas malas que ha aportado dicho título a la historia del cine universal, pero yo soy una persona optimista y me gusta siempre mirar lo bueno de todo, y lo mejor de esta película es que me hizo conocer a Drácula, y así empecé a interesarme por él.

Con ocho años pensaba que Drácula era un tío cachondísimo pero con diez ya me di cuenta de que el cine clásico ofrecía otra visión muy distinta del vampiro que yo conocía hasta ahora. Drácula era un ser infernal y diabólico que se alimentaba del alma y la sangre de otras personas para poder continuar su largo viaje por la vida eterna. Drácula malo. Con unos trece, Francis Ford Coppola me hizo cambiar mi punto de vista, y conocí el lado más romántico de la criatura: Drácula solo era un pobre enamorado. Y qué bien le sentaban los trajes que vestía en tan preciosa película que, en mi opinión, tan bien supo interpretar la novela que lanzó a la fama al folclórico vampiro, convirtiéndolo por fin en un ser eterno.

Ahora que ya estábamos todas enamoradas de la idea empírica del vampiro llegaba el turno de enamorarnos también de

su físico, y no es que Gary Oldman no esté bien, es que Gary Oldman no era Brad Pitt o Tom Cruise, los ídolos adolescentes por excelencia de la última década del pasado milenio. Si la humanidad ya empezaba a entender que una indefensa mujer podía caer rendida a los encantos de una criatura del diablo, Entrevista con el vampiro dejó claro que todas y cada una de las mujeres que poblábamos el planeta Tierra íbamos a enamorarnos seguro de un vampiro.

Pero como suele pasar con todo lo que se pone de moda, a veces se cruzan ciertas barreras en principio impensables solo excusadas por el “vamos a renovar el mito”. Menos mal que conocí al vampiro mazado y negro después de tener una primera buena concepción de este mitológico ser, porque después de haber visto a los tíos más sexys de Hollywood  luciendo colimillo, la historia del cine y del vampiro moderno se debieron mezclar muy mal para que a finales de los años noventa llegara a nuestras pantallas Wesley Snapes y sus gafas de sol y sus chutes de cosa chunga para no tener el deseo de beber sangre. Blade, el cazador de vampiros. El vampiro que reniega de su estirpe y decide acabar con todo chupador de sangre viviente. Ahora resulta que tenemos vampiros buenos y vampiros malos, y, lo que es mejor, vampiros que intentan salvar a los humanos de la gente como ellos, y todo ello a ritmo de un musicón increíble.

Años después parecía que el vampiro se había pasado de moda y había quedado reducido al reducto friki de la sociedad. ¿Que habría gente que seguía interesada por el mundillo vampiril? Seguro. Pero las grandes superproducciones se

olvidaron de ellos por una temporada. No obstante, y para desgracia de todos nosotros, el vampiro renació. Y no renació más guapo, ni más fuerte, ni más interesante. Renació con brilli brilli, volvió de su tumba cultural con el superpoder de volverse de purpurina cuando se exponía a la luz del sol.

¿Qué les ha pasado a aquellas adolescentes que conocían su sexualidad a la vez que se enamoraban de Tom Cruise con pelucón y puntillas? Que sin saberlo fueron malditas y ahora están pagando por su pecado: tienen que ver cómo sus hijas caen rendidas a los pies de un vampiro que: es vegetariano, cosa que quiere decir que solo beben sangre de animales (WTF?), puede tomar el sol, va al insti y juega al baseball.

¿Pero qué os ha pasado, vampiros? ¿A qué precio os habéis vendido? ¿Qué es eso del vampiro pagafantas, el vampiro que quiere ser tu amigo, el vampiro que te respeta, y que, ¡joder!, brilla cuando le da la luz del sol como si fuera el hada madrina de La Cenicienta? ¿Qué va a ser lo próximo? ¿Un vampiro intermediando en el conflicto entre judíos y palestinos? ¿Un vampiro repartiendo comida en un campo de refugiados en África? ¿Un vampiro cantando Pescador de Hombres? ¡Hombre por favor, si somos vampiros, somos vampiros, es tarde para ser buenas personas cuando estás en el bando de Satanás!

Este es el motivo de mi carta: por favor, señores vampiros, den marcha atrás y vuelvan al camino correcto, el camino del mal. Si no, me veré obligada a odiarles para siempre y a injuriarles públicamente, cosa que hará que acabéis llorando frente al espejo mientras os odiáis a vosotros mismos por ser como sois. Reciban un saludo cordial de:

@perradesatan