Alexandra, científica de guardia de un radiotelescopio, recibe una señal que podría responder a una de las preguntas más trascendentales de la humanidad. Solo tiene un par de horas para verificarla, pero un inesperado problema familiar le obligará a librar una dramática lucha interna en una carrera contra reloj por desvelar uno de los mayores misterios del universo.
-ESTRENO MAÑANA-
La paradoja de Antares de Luis Tinoco ha sido un road trip emocional, visceral y emocionante. Una película que constantemente mantiene un pulso entre corazón vs razón, que te hace saltar constantemente del asiento por las decisiones de Alexandra ( Andrea Trepat).
Andrea Trepat está soberbia, magnética y fantástica. La actriz mantiene un pulso constante con su personaje, con sus decisiones, con su pasión, pero lo que hace que su personaje sea único es la forma en la que vive todo su trabajo.
Es una película que no solamente plantea el hecho de ¿estamos solos/as en el universo? También, plantea la soledad de una forma metafórica y casi imperceptible (con otros visionados iréis viendo estos mágicos detalles).
Luis Tinoco con esta producción ha hecho que me reconcilie con este tipo de producciones y con este tipo de historias.
He visto la película sin pestañear, mirando a la pantalla y esperando cada nuevo movimiento de Alexandra, cada nueva decisión y me he vuelto a emocionar con la historia y con el personaje de Andrea Trepat.
Ha sido una historia tan catártica que estaría feliz de saber ¿Qué fue de Alexandra? ¿Todo fue en vano?
La paradoja de Antares no me ha creado claustrofobia, no me he sentido encerrada en ese observatorio, y sí, he sentido electricidad por todo mi cuerpo por cada paso de la protagonista.
He sentido a este observatorio como algo infinito, aunque sea pequeño. Me he sentido observada, aunque sólo sea en lo que dura la película.
La banda sonora que corre a cargo de Arnau Bataller hace que este viaje sea más especial y cuando hay silencios esta música llena la producción de una forma única.
Hablando de silencios, de gestos, de miradas... Andrea Trepat llena la pantalla con solo su presencia.
Me ha encantado la forma en la que la cámara, cada vez, que Alexandra tiene que tomar una decisión se para en la mano sobre su mochila, se para en un cable...en movimientos u objetos que en apariencia son banales, pero que tienen mucho significado.
Hay personajes secundarios, pero que tienen mucho peso en la trama, pues creo que son los desencadenantes de esa rebeldía, de esa cabezonería, de ese homenaje, de esas mil cosas que hace Alexandra.
El personaje de Alexandra me parece un personaje solitario, como ya os he comentado, pero que llena mucho la pantalla, no sé, esta contradicción me parece extraña, pero la forma en la que llena ese vacío o esas jornadas sin ver a su padre, a su hermana...Este personaje es una constante contradicción, una paradoja de sí misma y de lo que el ser humano hace (aunque no nos demos cuenta).
Me he emocionado mucho con algunas escenas y es que creo que Luis Tinoco sabe en qué momento u instante meterlas para que en el espectador creen más efecto u se nos queden en la retina.
Esta película es única y me alegro de haberla visto. Hace siglos que no sentía ese cosquilleo por ninguna producción, pero la paradoja de Antares es esa excepción.