Siete temporadas, sí, y yo solo he visto la primera, pero me parece que esta puede ser la mejor manera de no destripar tramas posteriores y solamente suponer hacia dónde se dirige (se dirigió) el futuro de esta serie de moteros.
En la mayoría de los 13 capítulos que conforman la primera temporada de esta serie, el protagonismo se suele mantener dividido entre todos los miembros del grupo de moteros y sus allegados, con bastante éxito. Llama la atención, sobre todo en un principio, que los protagonistas y la inmensa mayoría de personajes que pululan en la historia sean, como poco, gente de moral dispersa. Vamos, que ninguno tendría problemas en meterle un tiro entre ceja y ceja a cualquiera que se interpusiera en su camino.
Jax, desde el primer momento, destaca como alguien ligeramente distinto, con ganas de cambiar el estilo del club por uno menos agresivo y más legal. Que esto no os engañe, que si tiene que cargarse a alguien, se lo carga, si bien su sentido del bien y del mal es mucho más afín a lo que podríamos considerar un antihéroe que a un villano (tanto Clay como Gemma son dos bichos de cuidado que cuando parece que no pueden ser más malos, hacen algo que uno no se espera).Ya digo que no puedo destripar lo que no conozco, pero basándome en otras series americanas como Dexter o 24, es fácil suponer que por mucho que Jax sea el más bueno de todos, no acabará muy bien... Aunque aún tendrán que pasar muchas cosas para ver si mi suposición es certera o no. Por el momento he de decir que el constante y cada vez mayor enfrentamiento entre Clay y Jax es de las cosas que más tensión añade a la serie, y espero que dure mucho mucho tiempo.
Una serie dura, pero que sabe lidiar correctamente con el humor cuando hace falta. Habrá que ver cómo se va manteniendo a lo largo de las siguientes temporadas, aunque por diversos comentarios que he escuchado, la emoción no decae.