Pepito, el niño de los cuatro nombres (Pepe, Pepito, José, Joselito) comparte con nosotros y con la Narradora su historia. Su vida comienza y termina en Madrid, entre los locos años veinte y la primera década del siglo XXI. Pepito es un niño al que viene a visitar la Pena en más de una decena de ocasiones. Lo hace con enfermedad, ignorancia, miedo, ausencia, hambre, aburrimiento, soledad... La Pena intentará que Pepito se apene con todo el ahínco. Volverá a la casa en la que le vio nacer y le acompañará toda su vida, buscando oportunidades... En vano. Porque Pepito quiere darle una oportunidad a la alegría.
Es una obra de teatro con un texto maravilloso, pura poesía para los oídos. Se siente como un abrazo
cálido en una tarde fría o como una caricia que te traspasa el alma.
Una historia que narra lo malo y lo bueno del mundo, la luz y la oscuridad del alma de las personas, y nos enseña con gran delicadeza lo que es la tristeza.
Llama a las cosas por su nombre y nos regala una gran lección de vida. La maravillosa Leyre Abadí que con su voz e interpretación, hipnotiza a los espectadores y nos guía en este viaje.
Pepito (una historia de vida para niños y abuelos) es una obra para experimentar con los cinco sentidos.
Sus descripciones tan detalladas y su narración tan exquisita nos guían a lugares que reconfortan el alma y se sienten hogar, mientras sueñas con comer repollos o estas en los Pirineos.
Es una caricia lenta y suave, un abrazo que te cura de lo malo del mundo.
Leyre Abadí es como un viejo trovador que nos relata la historia de este país y lo hace ayudándose de una pantalla que enriquece la narración con varias imágenes.
La vida no da tregua y la pena menos. La Pena es un personaje muy particular que tienta constantemente a Pepito.
La Pena nos hace reflexionar sobre cuestiones transcendentales como es el sentido de la vida, la muerte, el sufrimiento, etc.
Siento curiosidad por el motivo por el que este personaje es un pájaro tan original y particular. Creo que es una metáfora de lo que la pena nos quita de algún modo: la libertad, la esperanza, la vida.
Un homenaje a las personas que nos enseñan a lo largo de la vida, en particular a aquellos maestros de la república cuya voz fue silenciada.
La época de la Guerra Civil y la postguerra ha sido mi favorita de la obra, ya que expresa a la perfección ese sentimiento de pena, silencio, olvido y exilio.
La obra nos regala frases impactantes y que caen como una losa ejerciendo un gran poder en el espectador, ya que no caen en fondo roto y remueve conciencias.
Pepito nos regala momentos inolvidables en este paseo por la historia más reciente de este país que tiende a olvidarse con facilidad y como decía Machado "Dichoso el que olvida el porqué del viaje y, en la estrella, en la flor, en el celaje, deja su alma prendida".
Es una obra de teatro evocadora que nos regala profundas ideas maduras.
Esta producción es un soplo de aire fresco, una vuelta de tuerca para el teatro infantil, pues entrelaza multiples historias que invitan a los más pequeños de la casa a prestar atención, reflexionar y a hacer preguntas.
Pepito (una historia de vida para niños y abuelos) ha resonado en mi interior muchísimo. La huella que ha dejado en mi mente y la sensibilidad con la que aborda muchos temas delicados me llenan de admiración por la valentía del texto y por ser capaz de transmitir tanta delicadeza y tanta profundidad en menos de una hora.