Revista Cultura y Ocio

Opinión de té y medio con chicle de menta de pintina cuneo

Por Miss_cultura @miss_cultura
OPINIÓN DE TÉ Y MEDIO CON CHICLE DE MENTA DE PINTINA CUNEO
¿Y SI TE ACUSARAN INJUSTAMENTE? Sin más remedio cumplirías tu condena. ¿Y después? ¿Cómo recuperas tu vida? ¿Cómo haces para que confíen en ti? Mientes. Mientes para sobrevivir. Mientes para que vuelvan a creer en ti, para sentirte miembro de la sociedad de nuevo... Pero eso no hace que te sientas en paz. Mario ofrece trabajo. Sergio necesita ayuda. Claudia es el catalizador entre ambos, el motor que provocará el inicio de una relación entre hermanos que apenas existe. Es la mujer que hará que Mario salga de su diminuto mundo y que empiece a ver que hay personas que sufren por sus ausencias en el pasado y también en el presente.

Descubre a la "Chica del té", la mujer que lo enamorará perdidamente a pesar de todos sus silencios.

Pintina Cuneo es una de mis escritoras favoritas, ya que sus historias son diferentes a lo que estoy acostumbrada a leer, sus personajes se salen de los estereotipos que vemos en todas las novelas y con su tono, su toque mágico crea una ambientación perfecta, unas tramas interesantes y unos libros inolvidables.

Uno como los demás es insuperable, es de mis libros preferidos y soy de las que compara una historia con otra, unos protagonistas con otros, pero os hablaré de té y medio con chicle de menta.

Claudia, Mario y Sergio es el triángulo perfecto en este libro. No, no es un triángulo amoroso, pero son los tres vertices que sostienen, hacen tambalear y derrumban cada pared, cada sentimiento, cada...

Té y medio de chicle de menta es una historia dura, cruda, realista, dolorosa, amorosa, etc. Tiene todos los ingredientes para que sea dulce y amarga,

No sé ni por dónde empezar, pues llevo rumiando esta opinión por semanas y se me está atragantando.

El libro me ha gustado bastante, pero hay cosas que todavía estoy asentando en mi cabeza, pero intentaré darle sentido.

En muchas novelas es la trama lo más importante, pero en té y medio de chicle de menta son los personajes los que, con sus diálogos, sus idas, venidas, sus secretos, sus...los que nos plantean preguntas, nos crean incertidumbres, nos hacen reír, nos tocan la fibra sensible, es decir: Pintina ha dado forma a una novela de grandes personajes.

Es una historia que compensa a las mil maravillas los silencios con lo que os decía anteriormente: los diálogos.

Creo que Claudia es de esas personas que todos necesitaríamos tener en nuestra vida y es que es un faro para los demás, aunque ella se encuentre perdida, pero su compromiso y sus promesas, pues son reales y adoré la forma en la que cumple lo que dice.

Con Mario, pues me despisté un poco, ya que es de esas personas a las que les cuesta abrirse, hablar y soltar las cosas. Puede que Mario y Claudia sean iguales en ese aspecto de callar, pero cada uno por un motivo.

Sergio es el pegamento, la unión y esa persona que necesitáis conocer, ya que todos hemos sido este personaje en algún momento de nuestra vida.

Es un personaje esencial en la primera y segunda parte, aunque en la última parte, le extrañé.

No es una novela coral, pero las personas que entran y salen de la historia son especiales y necesarias para poder entender mucho más a Claudia y Mario.

La vuelta de tuerca, de guion o trama, no lo ves venir, pero te quedas perplejo. ¿Qué más puede ocurrir? No os lo contaré, pero es la parte más dura, más reflexiva, más Pintina Cuneo en todo su esplendor y la extrañé en las partes anteriores.

Me gustan las metáforas que Pintina utiliza sin que el lector se dé cuenta en ese instante o la forma de introducirlas sibilinamente, como si fuese lo más normal del mundo como, por ejemplo: La escena del armario y las corbatas, la manera en la que Mario tiene su armario...

Se me olvidaba, la historia de amor es de las que me gustan, pues tiene pasión, tensión, amor, cariño, tristeza...

No os he metido spoilers, ni os he contado nada. Me ha gustado bastante y la pluma de Pintina Cuneo sigue siendo especial, pero hay cosas, que sigo meditando...


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