[OPINIÓN] Las lecciones de periodismo vuelven con The Newsroom
Marina Montes 16 julio, 2013 0
Antes de entrar en materia tengo que confesar que yo soy de las seguidoras acérrimas de la serie. Desde que vi el primer capítulo de la primera temporada me enganché a The Newsroom porque veía ahí reflejado -un poco magnificado, cierto – el periodismo que yo quería ejercer. Una serie en la que los periodistas se rebelan contra la agenda setting e informan de lo que consideran importante, y ese final de temporada en el que Will McAvoy ataca directamente al Tea Party. Para mí es perfecto. Incluso el capítulo que mostraba la captura de Bin Laden, con ese tufillo patriótico y ese momento en el que Don le cuenta al piloto del avión que Estados Unidos ha acabado con su enemigo número uno.
Así que entremos en materia, y cuidado que hay algunos spoilers. Esta temporada ha tenido un rodaje accidentado y Aaron Sorkin decidió romper papeles y empezar de nuevo con la segunda temporada de The Newsroom. Algo que, según mi punto de vista, hay que alabar, porque rectificar es de sabios. Para empezar, ya la cabecera te mete en la historia: estás en un equipo de un informativo de televisión. Con sus preparativos, sus imprevistos, sus noticias de última hora, sus carreras, los cafés por el suelo… Clásico pero efectivo.
Y la trama comienza in media res, contándonos que ha pasado algo muy gordo en la redacción. Algo que parece que va más allá de la acusación de talibanes al Tea Party. Y que han ocurrido un cúmulo de catastróficas desdichas que han acabado en esa situación y que han afectado negativamente a la cadena y a los propios periodistas en su vida privada y su aspecto físico. “Si Jim no hubiese sustituido a…”, “Si Jerry Dantana no hubiese venido…”, “Si yo hubiera parado esto antes…”. Muchas circunstancias que han acabado con un efecto mariposa de dimensiones gigantescas para la cadena por culpa del equipo de Will y Mackenzie. Después de este momento, que ocurre catorce meses después del final de la primera temporada, comenzamos a ver qué pasó en ese tiempo. Volvemos a dos semanas después de que Will lanzase la bomba en directo y comenzamos con la trama que nos ocupará toda esta temporada.
En los ocho capítulos que restan veremos los sucesos que tuvieron lugar entre agosto de 2011 y noviembre de 2012. Algunos ya los adelantan en este primer episodio, como la caída de Gadafi, o el movimiento Occupy Wall Street – algo que a mí me ha recordado muchísimo al 15-m que vivimos aquí en España, incluso en los gestos utilizados a la hora de realizar las asambleas – y la campaña electoral a la presidencia.
Una de las cosas que más se ha criticado es lo que a mí más me gusta: cómo debería ser el periodismo. Aunque lo cierto es que hacer las cosas a posteriori es mucho más fácil, con lo que este ejercicio de buen periodismo tal vez sea demasiado irreal. Desde que conozco esta serie me da pena que para ver periodismo real tengamos que recurrir a la ficción.
Otro aspecto que se ha criticado en exceso ha sido la pasionalidad de sus personajes. Demasiado implicados, demasiado metidos en su papel e incapaces de separar el trabajo y su faceta personal. Pues sí. Así que espero que esta temporada nos dé pizquitas de las relaciones entre los personajes, pero que no sea la pata fundamental de la historia. Reconozco que el cuadrado de la discordia Don/Jim/Maggy/Sloan estaba bien, pero queremos una serie de periodistas. Que los periodistas son personas, por supuesto. Pero nos interesa su vertiente personal, no queremos un culebrón que nos despiste de los hechos. Y por ahora, parece que han sabido equilibrarlo bastante bien, esperemos que no decaiga esa armonía.
Lo mejor de este capítulo, dejando a un lado la trama, es la banda sonora que le ponen, con canciones de Van Morrison y los Who. Una delicia que casa perfectamente con el estado anímico de los personajes.
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