Revista Cine

[Opinión] Llamad a la partera

Publicado el 22 noviembre 2012 por Despiram @FrikArteWeb

“Y el Señor Dios dijo a la mujer: darás a luz a tus hijos con dolor”.  Génesis 3.16

Tranquilos, no es necesario que marquéis aún el 112, todavía no he roto aguas.

Aunque en esto de los embarazos y los partos nunca se puede estar seguro, no en vano el cuerpo humano está compuesto de un 75% de agua y la luna influye en las mareas; pero no, ahora, cuando escribo esto, la luna se encuentra en cuarto creciente, aún falta una semana para la luna llena que es cuando salen los hombres lobos y paren las hembras, todo el mundo lo sabe.

Incluso Glenn Mazzara el showrunner de The Walking Dead puso de parto a Lori hace tres semanas, justo en luna llena, en el capítulo  titulado “The killer Within”, “El asesino dentro” (buen eslogan publicitario para incrementar la tasa de natalidad, sí señor, acertado). Como en la televisión unos se copian a otros descaradamente, de pronto han aparecido por mi pantalla unos cuantos partos, incluido el de Isabel la Católica. Ojalá se generalice la epidemia y nazcan suficientes españolitos para que Montoro no retrase a los ochenta la edad de la jubilación.

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Pero volvamos a los partos, sin duda el de Lori ha sido el más dramático, visto y sangriento por ahora, aunque no puedo  decir que haya sido el más épico. No al menos de los que partos seriofilos que conozco.

El más impactante entre los preapocalípticos, fue sin duda el de Darla la amante de Angel, el vampiro con alma. ¿Lo recordáis? Como no podía, al igual que Lori, parir al bebé y no había presente ninguna comadre, se clava ella misma una estaca en el corazón y así al convertirse en cenizas, darle la vida al hijo.

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De lo que no me cabe duda es de que el de Lori ha sido, de los emitidos esta temporada, el más acorde con lo pronosticado por Dios a las mujeres. Muy propio de su serie. Y una gran alegría para los fans de TWD, hartos hasta decir basta de una mujer, estúpida y aburrida, que obligaba con sus comeduras de coco al héroe a ralentizar la acción. Una temporada entera intentando decidirse entre el marido y el amante. En todos los foros de los States pedían su muerte, creo que debido a que allí Obama  aún no ha nombrado una ministra de Igualdad que les enseñe a los varones yanquis roles de género. Porque en los foros hispanos, de algo han debido de servir los millones invertidos en guías del lenguaje no sexista, esa barbaridad no ha ocurrido. ¡¡¡No!!!Por aquí todo el mundo pedía más Lori ;) .

Me encanta TWD, sí, por el alienación que está trayendo, ahora todo será más sencillo, no más paro, no más problemas, todos zombis o asesinos. Y sí, consiento que mi Guille la vea, a pesar de sus 12 añitos, que aprenda lo que le espera. Y no, no me importa ver TWD mientras ceno, ya estoy acostumbrada por los cadáveres de Bones. Después de todo la fibra óptica no arrastra el olor a corrupción de los caminantes. Pobrecillos, ¿no os parece que lo más oportuno sería crear una ONG que les protegiera de tanto crimen? Seguro que alguna Diputación nos daría una subvención. Aunque con esto me contradigo porque hay que ver como disfruto con las hazañas de Michonne con la espada.

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— ¡Oh, vamos, Marien!, no seas troll, no te olvides que  TWD es una gran serie (todos lo dicen, aquí, aquí, aquí) que nos advierte del fin del mundo por venir, que nos muestra la desnaturalización a la que puede llegar el ser humano en su lucha por la supervivencia —me regañaréis.

Y os prometo que no lo olvido, no lo olvido, sólo que aún conservo la esperanza de que el gran cataclismo, el Apocalipsis, pase por mi lado sin tocarme. Es posible, lo aprendí en Ángel; todos los meses, a veces todos los días hay uno que empieza y otro que termina, una bestia que emerge del subsuelo para arrasarnos y otra a la que se vence. Después de todo en  Wall Street se toca la campana de apertura todos los días, menos los festivos.

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En serio, no en todas las series se cumple la maldición del Génesis. El parto más tranquilo y divertido que conozco es el del capítulo 100 de Friends, sí el de Phoebe y sus trillizos, el del ginecólogo treki, y sus recuerdos de Star Trek y el señor Spock, el de Joey y sus dolores solidarios. Recordadlo, recordadlo:

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Aunque para partos, para partos de verdad tenéis que ver Llama a la partera, el éxito de la BBC de la temporada pasada, más de diez millones de espectadores, que derrotó en la guerra por las audiencias a la mismísima Downton Abbey. Tal ha sido el éxito que la BBC emitirá un especial en Navidad previo a la segunda temporada. Aquí se estrenó el pasado 6 de noviembre en la cadena AXNWhite, la podéis ver todos los martes por la noche a las nueve y media.

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Call the Midwife, su título original, fue creada por Heidi Thomas, autora de series como la renovada Arriba y Abajo o  Cranford,  adaptción de la novela de Elizabeth Gaskell, protagonizada por Judi Dench. Call the Midwife está basada en las memorias de Jennifer Whorth, una mujer que trabajó de joven, a principios de los 50, como matrona en Whitechapel, uno de los barrios más pobres del East End londinense.

Y eso es lo que nos muestra la serie, la vida. La vida pobre, mísera, dura, amable, generosa, entrañable de un barrio en el que las posibilidades de futuro de sus habitantes están limitadas por su nacimiento, su educación y su falta de recursos. Y en la que brilla, como un faro, el hospital de san Ramón Nonato, regentado por unas monjas anglicanas dedicadas en exclusivo a cuidar de las embarazadas del barrio y de sus hijos. Una gran serie en la que se libran muchas más batallas que en TWD.

Los creadores de opinión, como el Asesino en Serie del Mundo, dicen que Call the Midwife No se avergüenza de ser una serie para madres y precisamente por eso al final no lo esy con ello pretende que el personal se anime a verla.  Y  Javier Olivares, el guionista de Isabel, en su artículo “A vueltas con el culebrón”, termina confesando que si antes de su estreno alguien le llega a decir que se va a emocionar tanto con una serie de monjas y parteras le hubiera llamado loco.

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Pues resulta que ni Javier ni yo, que la disfruto, estamos locos ni nos hemos vuelto afectos al culebrón (¿vale que me aburren Revenge y Anatomía de Grey?) Porque en Call the Midwife no hay grandes dramas, no, sólo los que la vida nos guarda en su caja de sorpresas  en nuestra apocalipsis diaria. Y sí, hay sentimientos, los de las madres por los hijos, los maridos por las esposas, los ancianos por sus recuerdos… pero sobre todo hay, repito, vida al natural, como en la cuarta temporada de The Wire.

— Vale, Marien, para. ¿Piensas de verdad que nos vamos a tragar un truño de partos y … monjas? ¿He leído bien? ¿Monjas? —Me diréis, si es que alguno ha llegado hasta aquí, y yo repito. Sí, monjas y madres y gente divertida y amor, mucho amor. 

Como el que siente Conchita, en el capítulo primero, por su último hijo recién parido. Conchita es, en la serie original, una española casada con un inglés durante la guerra civil, que tras veinticuatro partos, cuando al dar a luz a un niño prematuro que está a punto de costarle la vida  le piden que se lo entregue a los médicos para llevarlo al hospital, dice “Yo seré su hospital, él será mi sangre”.

Sentimientos, como el del hombre maduro y blanco, en el tercer capítulo, que enamorado de su mujer acepta como propio, sin una pregunta, sin ninguna duda, el hijo negro que pare su señora, fruto de un desliz.

Y monjas, no olvidéis las monjas. Son muy modernas, hasta dicen tacos y roban tartas y se meten con bulbos en la cama y montan en bicicleta y ponen enemas y cantan, sí, por las noches, por las mañanas, entonan alabanzas a Dios. Y todo suena natural, vivo, tranquilo, necesario. Gracias no sólo a los grandes guiones sino también a las maravillosas actrices que intervienen en la serie.

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Como Jenny Agutter, que interpreta a una bizarra hermana Julianne, ante quien nadie se niega a recibir un enema, y que a lo mejor reconocéis de haberla visto en “Los Vengadores”.

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 O Judit Parfitt que ha trabajado con el mismísimo Laurence Olivier y que hemos visto en Orgullo y Prejuicio y en La pequeña Dorrit y que aquí interpreta a la hermana Monica Joan, la monja más anciana, la que cuida los bulbos y se come las tartas.

— No, no nos convences, Marien, puede que la vean muchos ingleses, pero eso no significa nada, ya sabes el poco apego que aquí se tiene a los hijos de la Gran Bretaña.

Vale, lo intento de nuevo, ¿y si os digo que Call the Midwife ha producido el efecto Delia en los espectadores?,  que ha aumentado desde su emisión el número de estudiantes para comadronas, que han aumentado las mujeres que quieren parir en sus casas, ¿qué me decís? ¿No es eso un éxito?

Porque las inglesas paren ¿sabéis?, se lo enseñó la reina Victoria, enamorada de su marido y sus grandes atributos, aunque ella lo hacía bajo el efecto del éter. Aquí sin embargo no pare ni dios, lo dice el Instituto de estadística. ¡Ah!,  en Call the Midwife no hay mucha sangre, lo siento por los fans de TWD, en la serie lo que sí hay es hollín de chimeneas mal encendidas, congas, bicicletas,cucarachas y niebla, mucha niebla.

Por si alguien tiene algún interés aún quedan tres episodios en AXNWhite. Por cierto, tal vez alguno o alguna hisper haya oído hablar de Miranda, una comedia también de la BBC, yo no la he visto, pero su protagonista Miranda Hart también sale en Call the Midwife, y hay que verla ayudando a nacer a un niño que viene de nalgas o montando en bicicleta o enamorando al bobby del barrio, igualica, igualica que la mismísima Maggie de TWD.

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Pero no, no la veáis, a Bibiana seguro que tampoco le gusta.

PP. Un apunte personal, al Guille le he hecho luz de gas y no le he dejado ver lo que Carl termina haciéndole a Lori, más que nada para no darle ideas, ya sabéis como son los críos, así que si un día os lo encontráis por la calle guardadme el secreto..

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Este era Guille cuando cumplió tres añitos.


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