[Opinión]: Sorkin nos regala un happy ending para cerrar la temporada en The Newsroom

[Opinión]: Sorkin nos regala un happy ending para cerrar la temporada en The Newsroom

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Marina Montes 17 septiembre, 2013 0

Antes de nada quiero destacar que esta es una opinión personal. Personalísima. Tanto que en ocasiones no estoy de acuerdo ni conmigo misma. Porque me posiciono claramente del lado de los defensores a ultranza de The Newsroom: del modelo periodístico que representan y del discurso que nos está vendiendo Sorkin. Bueno, aquí empiezan mis contradicciones, pero puedo decir que soy del “Pro-Newsroom Team”. Dicho esto, es lógico que comience diciendo que estoy muy triste por el final de la segunda temporada. Porque yo disfrutaba viendo las noticias contadas como deberían haberse contado en su momento. Así que el final de esta segunda temporada es un poco agridulce para mí por todo lo que se ha visto en este último capítulo -agárrate que vienen spoilers-.

Para empezar, en este capítulo ha habido varios momentos dignos de destacar. Uno de ellos es el discurso que da Will McAvoy en mitad del informativo especial sobre las elecciones explicando por qué es republicano y, a la vez, por qué critica a los republicanos, llevándonos de la mano al comienzo de todo esto. Un comienzo que Don se encarga de recordar a Will en otro momento de la serie diciéndoles que fue él, precisamente, quien les enseñó a todos los que estaban en la redacción -todos los que metieron la pata con la operación Genova- cómo había que enfrentarse a los reveses y quien les marcaba la moral. ¿Os acordáis del momento Don Quijote de la primera? Pues algo así.

Don es también la excusa para volver a otra de las premisas de esta serie: las tres “Es” de Mackenzie. Precisamente Don ha sido, tal vez, el personaje que más ha evolucionado en la serie, pasando de ser el productor despiadado e incluso odiado por la audiencia a uno de los personajes que más nos ha congraciado con la serie en esta segunda temporada. Puede que su historia oculta con Sloan y el colofón de este capítulo hayan ayudado un poco, no digo que no.

Y es que se ha criticado un poco de esta serie que todos los personajes eran iguales. Es cierto que su discurso era un standard sorkiano, que ninguno tenía una voz propia definida que los hiciera reconocibles. Pero si en la primera temporada veíamos personajes que no evolucionaban, en esta han sabido acabar con ese escollo y darles unos matices a cada uno que les han devuelto la vida. Incluso el implacable Jeese, el heredero de Leona Lansing, tiene su medio segundo de gloria en este episodio. Porque, seamos sinceros, no nos hubiera gustado que, de pronto, hiciese su buena obra de caridad. Charlie Skinner y su pajarita han ganado puntos en esa escena una vez más.

En cuanto a los temas que hemos visto, aparte de la operación Génova que se ha llevado el grueso de los minutos en esta temporada, también hemos tenido ocasión de ver otras notas muy actuales. El movimiento Occupy Wall Street, que en la serie se ha diluido sin pena ni gloria -reflejando un poco lo que ha ocurrido con ese movimiento social en la realidad-, o el nacimiento de los “nuevos media”, como los califica Hallie: los blogs, portales independientes y nuevos medios de comunicación que han nacido al amparo de internet y que han permitido a periodistas y ciudadanos contar con una nueva visión al margen del discurso oficial.

Este episodio, a mi parecer, ha sido un buen broche para la temporada, e incluso podría ser un digno final para la serie. Seamos sinceros, no va a marcar historia en la televisión como otras series de ficción de los últimos tiempos, y las audiencias son las que mandan. Así que después de dar marcha atrás y reelaborar los capítulos, Sorkin tal vez pensase que, por si acaso, iba a dejarlo todo un poco atado. Y así ha sido, anillo de boda incluido. Un final que nos ha dejado un buen rollo a los defensores de la serie y que, aunque la temporada ha sido más corta de lo habitual, nos ha gustado bastante.

Pero no todo van a ser cosas bonitas. Al fin y al cabo, todo en este mundo está mediatizado y también ha tenido su punto negativo. El malo malísimo ha sido el productor al que se le ocurrió denunciar que el ejército de los Estados Unidos estaba usando gas sarín. El que denuncia a la empresa y nos cae mal a todos. Y resulta que al final no llevaba razón. “¿Cómo iba a hacer eso Estados Unidos?”, es el mensaje que se nos queda en esa historia. Dejando a un lado esos toques de proselitismo, que no queda mal siempre que sepamos verlo, The Newsroom ha conseguido hacer una segunda temporada digna corrigiendo todos los fallos de los que se le acusaba en la primera.

¿Y a ti qué te ha parecido esta temporada?

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