Opiniones varias

Mucho se ha hablado estos días de la abdicación del Rey, demasiada información, demasiados supuestos…..todos opinan sobre qué pasará y describen situaciones remotas que puedan suceder. Si bien es verdad que puede interesar, a unos más que a otros, el procedimiento a seguir en las Cortes, la situación similar en otros países europeos o que es lo que sabemos con certeza cómo quedará la situación a partir del día 19 de Junio, pero hay muchas suposiciones del tipo que Corona lucirá la futura reina, qué título tendrá Juan Carlos, si su figura será inviolable….que son solo eso, posibilidades o no que se darán y en mi opinión, entrar en debates sobre temas que se desconocen, es innecesario.

En protocoloaldia me gustaría, eso si, dejar reflejado mi opinión sobre la importancia y el papel que jugarán los futuros reyes eméritos, Don Juan Carlos y Doña Sofía. Un papel con cierta importancia debido a lo que nuestros reyes representan en nuestro país, 40 años de dictadura, una monarquía preestablecida, un Rey que nos llevó a la democracia, que nos dio una paz y una estabilidad política anhelada por todos los españoles y que después de todo ello, su figura se convirtió, simplemente, en honorífica. Muchos hablan de una monarquía anticuada, rancia, ¿por qué?, ¿porque sus moquetas y sus cuadros son de siglos pasados?, ¿por qué sus muebles no son de Ikea?, señores, para mi eso no define. Una monarquía rancia y anticuada es aquella que no se adapta a los nuevos tiempos, la que obligaría a sus hijos casarse con las llamadas “familias de sangre azul”, los que no abdicarían por razones de edad y para nada es el caso de “nuestra” Familia Real.

Es verdad que las monarquías son caras, si, pero igual que cualquier república o igual que cualquier sistema, siempre pagaremos con nuestros impuestos al “sistema”; también es verdad que dentro de la Familia del Rey ha habido escándalos de todo tipo, pero son humanos, y Juan Carlos y Solía han gestionado estos “problemas” de la mejor manera que han podido y han salido airosos.

Su papel sigue siendo importante, pues nos guste o no, representan a España fuera de nuestras fronteras, defienden nuestro patrimonio allá donde van y son los mejores embajadores que puede tener un estado.