Revista Religión
Salmo 138 | La oración es el asombroso privilegio que tenemos de entrar en la sala del trono de Dios. El Creador y Gobernante del universo nos invita a comunicarnos con Él. Normalmente, nuestras oraciones consisten en peticiones, intercesión, confesión, alabanza y acción de gracias.
¿Cuál de estos cinco aspectos de la oración consume la mayor parte del tiempo que usted dedica hablando con el Padre celestial? Si usted es como muchos creyentes, tendrá que reconocer que la acción de gracias no está en primer lugar. Y hay varias razones por lo que esto puede ser así.
Lo que llena nuestra mente también es lo que domina nuestras oraciones. Si nos sentimos abrumados con problemas, las peticiones se vuelven más urgentes. Cuando la preocupación por los seres queridos es lo principal en nuestra mente, entonces nuestro enfoque será la intercesión. Una sensación de convencimiento y pesar por el pecado nos lleva a concentrarnos en la confesión. Todas estas peticiones son importantes y necesarias, pero no podemos dejar que los cuidados de esta vida terrenal y nuestras necesidades nos impidan tomar tiempo para centrar nuestra atención en el Señor.
Es cierto que después de haber visto a Dios actuar en nuestra vida o responder una oración le damos gracias. Pero después de un tiempo tendemos a olvidar, y caemos de nuevo. He aquí la clave para mantener la gratitud y la alabanza en primer lugar en nuestras oraciones: conocer al Señor más profundamente. A medida que leamos la Biblia, Él se convertirá en nuestro centro de atención, y nuestras oraciones se llenarán de alabanza y gratitud, no solo por lo que ha hecho por nosotros, sino en reconocimiento de quién es Él.
EN CONTACTO