Revista En Femenino
Pues sí, mi hija tiene “mamitis” y no lo voy a negar, estoy encantada...Mi espalda no tanto, pero no importa.
Es cierto, que en ocasiones me gustaría que no fuera tan pegada a mi pero porque le hiciese un poco más de caso a los demás, ya que a ella, a veces, le cuesta relacionarse con otros que no seamos sus padres y porque cuando estamos nosotros no quiere que otro lo coja: nos mira con cara de pena y temiendo que nos vayamos. Aun así, cuando vamos a casa de los abuelos ella tiene sus favoritos y si le dan lo que quiere: juerga o música, hasta se olvida de nosotros.
La gente pensará que es una mimada o que deberíamos actuar para “corregir” esto, pero yo estoy muy contenta con su “mamitis” ya que he leído que es una etapa normal en los niños y que puede durar hasta los 3 años. En esa etapa es cuando el favorito pasa a ser el padre, así que lo siento papi, aún te queda un año para poder ocupar el primer puesto ☻☻☻
Con la premisa de las dificultades de mi hija para comunicarse, que pueden encuadrarse en un TEA, aunque no tenemos ningún diagnostico, pero es lo que de momento parece, el que cada vez que vaya a recogerla de algún sitio me recibaa carrera limpia, echándome los brazos y con una velocidad infinita, como os comenté que hacía aquí, pues es algo que no quiero que se acabe.
La parte negativa, por decirlo de alguna manera, es que no puedo dejarla en casi ningún sitio, siendo ella consciente. Pocas veces la he llevado yo a la guardería, aunque esto es por otros motivos, pero cuando lo he hecho no se ha quedado nada contenta. Sí la dejamos con los abuelos o algún tío, tenemos que irnos cual ladrones: sin hacer ruido, como se dé cuenta, no te vas: se te engancha a la pierna y ahí se queda.
Pero creo que todo es cuestión de tiempo y rutinas. Cuando la dejo en estimulación, hasta me dice adiós y se va contenta, eso sí me pide que me agache para darme un abrazo y en ocasiones intenta que entre con ella, pero al final lo acepta y entra ella sola con la terapeuta. Eso sí, yo no me muevo de la sala de espera hasta que me pierde de vista, para que no llore. Por las mañanas, cuando me despido de ella para ir al trabajo, por norma general, se lo toma bien y me dice adiós, además me suele pedir abrazos y carantoñas. Se ve que necesita su dosis para pasar el día.
Este apego que tiene mi hija con nosotros, yo lo encuentro muy positivo y sólo creo que hay que moldearle un poquito para que se acostumbre a irse con otros. Es fundamental el caso que me hace la niña para poder estimularla, ya lo dije aquí, enseñarle cosas, jugar con ella, etc... Para mí, es importantísimo que ella se “entere” de que me he ido y me busque por toda la casa, o me persiga por ella cuando estoy haciendo las “labores del hogar”, o que venga ayudarme a escribir un post (esto pasa poco porque suelo hacerlo cuando duerme ella). Es muy bueno que me eche de menos cuando no voy a recogerla a la guardería, y mire detrás de su padre...A ver si aparezco o que si un día no la baño yo, mire a papá como diciendo “dónde está mamá” (eso dice él).
Otra cosa que hace mucho, y que me tiene loca, es que cuando estamos jugando a algo o viendo un libro, o incluso paseando por la calle, de repente, si más, lo deja todo y viene corriendo a darme un abrazo...Es muy gracioso. No os vayáis a pensar que los abrazos son sólo para mí, también se los da a papá, lo que pasa que cuando estamos los dos, suele estar más pegada a mi, pero como he dicho antes esto es algo que compaña a la edad, empiezan a ser independientes y necesitan sentir la seguridad que les hemos transmitido desde el momento de su nacimiento, con el vínculo madre-hijo.
Así que lo diré alto y claro: Estoy orgullosa de la mamitis de chiquitica y ojalá dure mucho, yo por si acaso aprovecho ahora y nos pasamos el día dándonos abrazos.
¡Qué paséis un buen domingo! Recordad que podéis seguirme en facebook o twitter para estar al tanto de todo lo que público.