Esta palabra, únicamente de Córdoba capital, se utiliza para describir aquello que es insustancial, nimio, o más directamente lo que es una tontería o una chorrada.
Pego es un apócope de Pegote, algo añadido que carece de valor.
De igual forma, pegoso nos referimos a la persona que presta atención al pego.
El origen de esta palabra proviene de finales del siglo XIX cuando el francés Louis Pegau (o Pegó) se asentó en Córdoba.
El señor Pegó, hombre ilustrado, pretendía hacer participe a la población cordobesa de los últimos avances científicos europeos. No dejaba de hablar sobre cómo hacer volar un globo aerostático con una persona dentro.
Tal fue la expectación que formó en la ciudad que se reunieron los materiales por él pedidos para fabricar dicho artefacto.
El día elegido para hacer volar el globo congregó a buena parte de los cordobeses, pero el globo jamás se levantó ni un palmo del suelo, convirtiéndose todo aquello en una gran broma del señor Pegó.
La decepción de los cordobeses fue tan grande con el señor francés, que cuando algo no funcionaba o no servía para nada y sacando esa ironía que nos caracteriza, se empezó a decir que era como lo del Pegó, hasta degenerar en nuestros días la definición descrita (pego).