[8/10] Con Christopher Nolan en el guión y la dirección, sabemos que iniciaremos un viaje de cine a través de la mente atormentada y laberíntica de su protagonista, y también que lo onírico se mezclará con lo real hasta confundirse en varios estratos y hacer que el espectador se cuestione la verdad de lo que ve. En un mundo de ficción donde la espectacularidad de las imágenes y su fuerza visual son el primer reclamo, “Origen” esconde otra realidad que se nos irá mostrando a medida que avanza la historia y nos sumerge en los tres niveles de sueños con sus personajes. Cobb es un ladrón de secretos del subconsciente que, tras fracasar en una misión y con el único deseo de poder volver a ver a sus dos hijos, acepta un difícil y arriesgado trabajo: introducir una idea simple en la mente de Fischer –heredero de un imperio financiero– hundiéndose con él en lo más profundo de su mente, para así redimirse y curar oscuras heridas sangrantes.
La idea simple de Nolan no es otra que la necesidad de liberarse del sentimiento de culpa y de creer en uno mismo, de vivir una realidad que no se puede diseñar y de no refugiarse en los recuerdos convertidos en cárcel. Su cine hurga en el pasado y recupera experiencias con las que crear sueños, en un intento por reparar el desajuste producido en la personalidad y en la realidad emocional: identidades confusas en busca del padre ausente e imágenes virtuales grabadas a fuego en el alma que la muerte dejó, remordimientos más fuertes que el amor y la necesidad de tener seguridad en uno mismo y olvidar el pasado. Cobb y Fischer son, en realidad, almas gemelas en profunda agitación, heridas por la culpa o por la decepción, que precisan su bajada a los infiernos para ganarse su libertad interior en una segunda oportunidad. De las dos tramas principales, mejor la de Cobb y su sentimiento de culpa que la de Fischer y su baja autoestima, mientras que la subtrama de las corporaciones económicas o el sueño de la nieve están un peldaño por debajo.
Por eso, “Origen” es una preciosa e intensa historia de amor hasta la vejez, y también la crónica de una relación paterno-filial que exigía una conciliación. El triple salto mortal con sedación incluida genera una arquitectura de sueños compleja, exigente y arriesgada, pero milimétricamente construida. Nada sobra y nada falta en un guión de hierro en el que todo cobra sentido hasta un plano final antológico… que se cierra antes de lo que el espectador espera, dejándole la sensación de duda sobre si habrá sido todo un sueño… Cuando los protagonistas han llegado al tercer nivel, la complejidad narrativa y el clímax dramático alcanza su punto más elevado, y las conexiones e implicaciones entre los diversos sueños y la realidad –con su distinta percepción temporal– nos dan imágenes de gran fuerza y brillantez, como ese mundo de Cobb y su mujer que se desmorona ante nuestros ojos, o esa furgoneta que cae al río y provoca que los adormecidos huéspedes del hotel floten sin gravedad o que el alud de nieve amenace con el fracaso de la misión.
Quien acuda a ver “Origen” debe saber que el mundo de Nolan no entiende de lógica racional, que los acontecimientos suceden sin aparente orden ni concierto en la mente de los personajes, y que deberá poner los cinco sentidos para no perderse entre tanto laberinto mental y emocional. Si entiende ese presupuesto onírico e irreal, si acepta la ruptura del universo espacio-temporal, entonces se sentirá atrapado por la barroca e intrincada historia –pero clara y muy bien narrada–, y las más de dos horas se le pasarán volando… por los aires o por las carreteras, entre persecuciones y tiroteos, entre individuos reales y otros que son proyecciones del subconsciente, entre hermosos recuerdos de unos enamorados que quisieron construir un mundo para ellos y para siempre y otros momentos de intenso dramatismo –la escena del ascensor es brillante y muy subyugante–. Al final, parece que el virus incubado por la mentira y la utopía puede ser destruido si se intenta de nuevo, que la realidad es más bella que la ficción aunque sea imperfecta, y que el amor puede perdurar sin necesidad del suicidio… aunque siempre se ha dicho que el amor tiene algo de locura.
Perfecto guión –aunque se repite más de una vez explicando la dinámica de los tres niveles, con su sedación y patada a salir… temiendo que alguien se quede perdido– para una impactante puesta en escena y unos efectos especiales muy logrados –esos edificios parisinos que se pliegan sobre sí mismos o esas primeras explosiones vistas desde la terraza son impresionantes–, con fotografía y música que generan mundos paralelos inquietantes, y unas interpretaciones que no hacen sino confirmar la fuerza que Leonardo DiCaprio da a sus personajes, la personalidad que transmite la sola presencia de Ken Watanabe o Michael Caine, la dulzura y elegancia de Marion Cotillard, la mirada enigmática y ambigua de Cillian Murphy, o la prometedora carrera que le espera a Ellen Page. La cinta gustará a quienes hayan disfrutado con películas como “Memento”, “Shutter Island” (su hermana natural) o “Matrix”, dará para hablar sobre escenas muy visuales, sobre teorías del sueño y de la culpa, sobre realidades de amor y de muerte que a veces se mezclan y confunden… como sucede a nuestros eternos enamorados.
Calificación: 8/10
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En las imágenes: Fotogramas de “Origen” – Copyright © 2010 Syncopy, Warner Bros. Pictures y Legendary Pictures. Foto de Melissa Moseley. Distribuida en España por Warner Bros. Pictures International España. Todos los derechos reservados.