Las tres principales funciones del dinero (según la Wikipedia) son: la de ser medio de intercambio, unidad de cuenta y depósito de valor. Si falta alguna de estas funciones el dinero deja de serlo. Para entender la naturaleza del dinero el mejor modo es comprender como se originó, es decir, la naturaleza se explica por el origen y en el caso del dinero olvidar las condiciones de como se originó es olvidar la naturaleza del mismo. Los más interesados en olvidar el origen del dinero son los que gozan de una situación de privilegio (en la actualidad son el Estado y la Banca los que representan esta situación de privilegio).
De las tres funciones que se le atribuyen al dinero la más problemática es la del depósito de valor, la que la asocia directamente a la forma de mercancía o bien presente que tiene el dinero. El valor es subjetivo, pero el valor del dinero se ha objetivado precisamente por las valoraciones subjetivas hechas, en cada caso en el intercambio de mercancías. El dinero es el tercer elemento que aparece en el trueque e indica a los que intercambian que hay una mercancía que conserva el valor mejor que otras (trigo, sal, oro, cabezas de ganado), y agiliza los cambios por la dificultad que entraña la doble disponibilidad del trueque (Léase a este respecto El origen del dinero de Carl Menger - en eumed.net, puede encontrarse). Por supuesto, las otras dos funciones han de intervenir también en la configuración del dinero, por ejemplo, las cabezas de ganado son mal dinero, sin duda, porque no ejercen bien la función de unidad de cuenta, ni siquiera ninguna de las otras dos, hay que cargar con ellas hasta donde se hace el cambio, o como depósito de valor también entrañan muchas dificultades. El trigo por el contrario es más fácilmente manejable y como unidad de cuenta parece más útil, la conservación del mismo siendo un problema menor que en el caso anterior no está exento de que pueda deteriorarse, como sustancia orgánica que es.
Ahora bien, el papel moneda puede ser un inmejorable dinero como unidad de cuenta y medio de cambio pero difícilmente es un buen depósito de valor. La cuestión es que el valor no depende de lo que diga o exprese el billete, el valor es toda la historia de valoraciones subjetivas hechas por los actores, y en el caso del papel moneda sólo puede ser valorada en circunstancias especiales (que pasan por ser consideradas las normales, que alguien nos diga que aquello tiene valor sea Estado o sea Banca, y que el resto de los seres humanos debamos confiar debería ser una excepción, sin embargo, es la regla).
La situación no es de naturaleza económica es de naturaleza ontológica. Eliminar el depósito de valor de una mercancía, es decir, eliminar todas las valoraciones subjetivas y efectivas que se han hecho, es eliminar toda una experiencia que se sustituye por la agilidad presente de la moneda de cambio, y el espejismo contable que permite operar con balances futuribles y posibles que permite el dinero papel moneda (o apunte bancario) como unidad de cuenta. Las reglas a las que se ve sometido este tipo de dinero que elimina el depósito de valor (material, ¡Ay, Scheler!), son las reglas de un juego que juegan unos privilegiados, la manera de acabar con tal privilegio es devolver la capacidad de juicio valorativo al actor, al ser humano concreto. El dinero (bien presente o bien más líquido) ha de ser del que lo posee. El juicio de lo que ha de ser dinero, de este modo, no depende de ninguna voluntad particular, sino de muchas voluntades que han actuado a lo largo de la historia, la voluntad de este modo se convierte en acciones singulares que ningún particular encarna completamente.
Pero además, hay un factor más a añadir, la información que se pierde cuando se olvida la función de depósito de valor, a saber, la información del pasado. De un pasado que no coincide con el presente antiguo o todas las capas de presentes antiguos, sino toda una realidad virtual, un pasado puro que dota de sentido tanto el presente como el futuro. Por tanto, las prácticas que consisten en la emisión del dinero fiduciario sea por parte del Estado, o por parte de la Banca, vacían constantemente toda una memoria (que si fuera esto un tratado de Psicología), podríamos denominar procedimental, de usos, de praxis singulares, de acciones humanas.